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Entre los mitos y las verdades de nuestros pueblos se conservan historias que se transmiten de generación a generación. Una de ellas es la de Delfina Servín y Mateo Gamarra, un amor que terminó en tragedia, como si se la hubiese extraído de la literatura.
Cuando se calcula que ocurrieron los hechos, Puerto Guaraní contaba con poco más de 15.000 habitantes, una cantidad considerable para el Chaco. Es que en el sitio existía una fábrica de procesamiento de tanino elaborado a partir del quebracho.
Cuenta la historia que un 12 de octubre de 1931, hacia mediamañana, se desarrollaba en el pueblo una fiesta bailable por el Día de la Raza. En medio del bullicio irrumpió en el lugar Mateo Gamarra, empleado del ingenio taninero, muy conocido por sus andanzas de donjuán.
Inmediatamente, el hombre fijó su mirada en una mujer de nombre Emilia Ortiz, a quien, sin mediar palabra, la sacó a bailar. Los vecinos corrieron a contarle la noticia a la esposa de Gamarra, Delfina Servín, quien se apersonó al lugar a reclamar al compañero su deslealtad.
Gamarra, lejos de parar, siguió coqueteando a Emilia y le reclamó a su esposa ese comportamiento irreverente. Acto seguido, la mujer, profundamente herida en su orgullo, le dijo a Gamarra en guaraní: “Che ha’e Delfina Servín, ne’ĩrã chekuaapa” (Yo soy Delfina Servín, todavía no me conocés por completo) y al momento extrajo un revólver para descargar cinco tiros contra su esposo.
Delfina de nuevo se acercó al hombre mal herido y antes de morir este le recriminó la agresión, pero ella respondió: “Reikuaáma, Gamarra, ku Delfina oje’eha, aníchene rejekeha si a tiempo roavisa” (Ya le conocés, Gamarra, a Delfina; no podés quejarte si a tiempo te avisé).
La trágica historia de amor se inmortalizó en una canción: Mateo Gamarra, y aunque inicialmente era de autor desconocido, en los registros de Autores Paraguayos Asociados figura a nombre de Estanislao Báez.
Los descendientes del autor recuerdan que, por aquella época, Báez era fiscalizador ferroviario y viajaba constantemente por el interior del país para verificar el funcionamiento de los trenes. Fue así como llegó a Puerto Guaraní unos días después de esta tragedia. Los pobladores le contaron lo sucedido y, como Báez era escritor, decidió narrar los versos de lo que sería luego una canción cuya melodía corresponde a don Eladio Martínez.
Desconocimiento
Muchos pobladores de Puerto Guaraní no saben de este suceso y creen que podría tratarse de algún invento. Sin embargo, el hecho es real y hasta hay una calle (foto) que lleva el nombre de Mateo Gamarra.
El desconocimiento quizás se deba al desenlace histórico de la propia comunidad. Ocurre que en los años siguientes al término de la Guerra del Chaco, los directivos de la fábrica de tanino se declararon en quiebra, por lo que se inició un éxodo masivo de los pobladores hacia otras regiones del país.
En las afueras del poblado existe un antiguo camposanto donde todavía se observan tumbas anónimas. Algunos creen que una de ellas podría tratarse del lugar donde descansan los restos de Mateo Gamarra.
Texto y foto: Carlos Almirón calmiron@abc.com.py