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Carla no solo le tiene miedo a los sapos, tal es su pánico que ya le advirtieron podría tratarse de una fobia. La principal característica de la fobia es “que el miedo se circunscribe a objetos o situaciones como animales, insectos, a volar, a las alturas, a la administración de una inyección, ver sangre, vomitar, estar en lugares cerrados”, entre otros, refiere Ana Karenina Alvarenga, máster en psicología clínica y de la salud.
“La fobia específica o simple es el trastorno mental más frecuente, siendo la fobia animal la más extendida con una prevalencia del 4,7%. En esta categoría, las más comunes son el miedo exagerado a las arañas, insectos o serpientes. El miedo puede aparecer acompañado de asco o repugnancia hacia algunos animales como las ratas o las víboras”, añade.
La fobia es una patología, ya que se trata de un trastorno de ansiedad que se caracteriza por una respuesta de temor elevado o desproporcionado ante una situación u objeto relativamente específico. La reacción emocional de alta intensidad va acompañada de un elevado malestar, ya que, aunque el objeto o situación no sea intrínsecamente peligroso, el individuo lo vivencia como tal. Por ejemplo: alguien que tiene una fobia específica a los insectos puede presentar síntomas como agitación, miedo y asco ante la presencia de estos animales, aunque reconozca que no haya un riesgo real. Inclusive, con solo pensar en ello, ya se siente ansiosa o molesta.
Algunas personas optan por salir huyendo debido al intenso temor y otras “desarrollan mecanismos para evitar situaciones que pueden interferir con sus actividades: evitan caminar por calles donde puede haber perros, otras mantienen herméticamente cerrada la casa para que ningún insecto pase; ciertas personas no se realizan chequeos médicos por miedo a las agujas o no auxilian a accidentados por fobia a la sangre y algunos no han viajado nunca en avión por el miedo a volar”.
Cómo se trata y supera
La especialista informa que, de acuerdo con la Asociación Americana de Psicología (APA), el tratamiento con mayor evidencia para la fobia específica es la terapia de exposición. Consiste en que la persona se acerque paulatinamente al objeto o situación temida y, por medio de la habituación, pueda relacionarse con el estímulo fóbico de una manera más saludable. Este procedimiento debe ser llevado a cabo por un profesional entrenado en este tipo de terapia.
“Es importante que el paciente comprenda que evitar el objeto o la situación temida es lo que mantiene su trastorno, por ello es necesario que el profesional junto con el paciente identifique cuáles son los mecanismos que la persona ha desarrollado para lidiar con su fobia y paulatinamente lo introduzca a la exposición”, declara Alvarenga. Algunas de las terapias basadas en la evidencia que incluyen la exposición como procedimiento son las terapias cognitivo conductual y de aceptación y compromiso.
Comprender a los afectados
Un punto clave en el tratamiento de la fobia está relacionado con los familiares: “Es importante que ellos brinden apoyo y validación. Es decir, que se muestren comprensivos ante el miedo y la aprensión que sufre el afectado. No hay que minimizar la situación ni castigarlo, se debe evitar ridiculizar o decir que ‘es poca cosa’ y, sobre todo, buscar auxilio profesional, ya que es la forma más adecuada de superar el trastorno”.
Algunas fobias más comunes
Acrofobia: fobia a las alturas
Aerofobia: miedo a volar
Agorafobia: miedo a los lugares abiertos
Aracnofobia: fobia a las arañas
Belonefobia: fobia a las agujas
Cinofobia: terror a los perros
Claustrofobia: fobia a los espacios cerrados
Coulrofobia: temor a los payasos
Entomofobia: fobia a los insectos
Glasofobia: fobia a hablar en público
Hemofobia: fobia a la sangre
Ofidiofobia: temor a las serpientes
Fotos: Shutterstock