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Es mediodía. Algunos automóviles y una que otra moto circulan a velocidades infames tratando de ganar la rotonda de la Costanera de Asunción, la primera que conecta con la salida a las avenidas General Santos y Artigas, así como el resto de la Costanera Norte. Pocos se percatan de que en el centro del verde césped de la rotonda, en las ramas secas de un árbol fallido, hay un par de ojazos que todo lo ve. Con actitud de águila de un dólar, esta ave no se amilana y lanza miradas intimidantes a quienes tienen la osadía de acercárcele.
Es la lechucita vizcachera (Athene cunicularia), una de las ocho que han tomado por territorio ese pedazo de espacio verde. También se erige allí una columna del alumbrado público que en lo alto tiene adosadas tres cámaras de circuito cerrado del Sistema 911 de la Policía Nacional y deja un cuarto espacio para la lechucita vigía que se turna con las otras para otear el horizonte y custodiar el nido que tienen en la mira, en el suelo.
Mientras una está velando desde la columna, otra levanta vuelo con deslizamientos largos (planea) combinados con aleteos irregulares y rápidos como si la cuidara a la vez. Entre tanto arriba, la danza; abajo, las demás se encuentran agazapadas a centímetros de un hoyo, la entrada de su ponedero.
Las lechucitas vizcacheras –explica Alberto Yanoski de Guyra Paraguay– ponen entre 6 y 12 huevos blancos por vez; la incubación dura aproximadamente 30 días y los pichones son cuidados por la hembra. Su periodo de reproducción se da a finales de setiembre e inicios de octubre. Durante este proceso, el macho se encarga de proveer la comida. Además, esta especie construye casi siempre su nido en terrenos de tierra removida o montículos de arena lavada.
Según la clasificación de la Guía de Aves del Paraguay (Narosky-Yzurieta), la lechucita vizcachera, conocida en guaraní como urukure’a chichi, mide en promedio unos 25 cm de altura; tiene hábitos diurnos y acostumbra a estar erguida en postes. Yanosky puntualiza que estas aves habitan en zonas urbanas o periurbanas, por eso están “acostumbradas” a la presencia de los seres humanos, a quienes “saludan” con la cabeza, aunque no siempre se muestran amigables.
Familia numerosa
Sus hábitos diurnos –sigue contando Yanosky– hacen que sean las aves más conocidas de todas las variedades que existen en nuestro país, y que totalizan 16.
En cuanto a sus características, la lechuza vizcachera presenta un plumaje que oscila entre el gris y el marrón con manchas blancas. No tiene “orejas”, es decir, plumaje en punta que simula tales. Sus ojos son de color amarillo intenso rodeados de cejas blancas, lo cual le brinda esa mirada particular como interpelando lo que ve y a quienes lo ven. La característica que diferencia a las hembras de los machos es la intensidad del color; las primeras son siempre más oscuras.
La expectativa de vida de estas aves es variable, aunque, según se sabe, viven entre 9 y 10 años si están en cautiverio. En su entorno natural, los principales enemigos de su supervivencia son aves rapaces más grandes. Como viven en zonas urbanas y periurbanas, también están al arbitrio de gatos y perros.
La lechuza, ¿hace “shhh”?
No necesariamente. Yanoski explica que las lechuzas son muy vocales, con registros para cada ocasión, es decir, cuando hacen un llamado, cuando se sienten amenazadas u otros casos. Entre esos sonidos se encuentra también el “shhh”, que ha inspirado la famosa canción de cuna La lechuza hace shhh. De acuerdo al estado en que se encuentren, los registros varían, pero siempre la hembra tiene una tonalidad ligeramente más aguda que el macho. Este también se encarga de la dieta diaria de la mamá lechuza y los pichones. El menú consiste en insectos de todo tipo, como escarabajos o langostas; de fondo roedores, ratas, reptiles, anfibios, murciélagos, etc. En ocasiones optan por aves más pequeñas a las cuales persiguen en el aire para lanzarse en picado sobre ellas. Como los polluelos son muy demandantes, la caza puede durar todo el día y también durante la noche. Las lechuzas vizcacheras cazan sin descanso.
Refugio natural
La zona de la Costanera es un santuario natural de aves migratorias y autóctonas. En los alrededores funciona el también conocido “hotel de aves Las Lomas”. Al hospedaje llegan unas 300 especies de aves migratorias que comparten hábitat con especies como las lechuzas vizcacheras. La responsabilidad de la ciudadanía de cuidar a estas aves como patrimonio ecológico es una muestra de que los seres humanos y los animales pueden, en alguna instancia, convivir de manera armónica en plena ciudad.
Las especies del Paraguay
Las dieciséis especies que existen en Paraguay son: lechuza de campanario (suinda), búho (ñakurutũ), lechuzón orejudo (ñakurutũ’i), lechuza negra (suinda hũ), lechuza estriada (kavure guasu), lechucita canela (kavure’i pytã), lechucita común (kavure), lechucita grande (kavure), caburé (kavure’i), lechucita vizcachera (urukure’a chichĨ), lechuza listada (suinda ka’aguy), lechuza chaqueña (suinda chaco), lechuzón de campo (suinda ñu), lechuzón mocho grande (urukure’a guasu), lechuzón mocho chico (urukure’a mini) y lechuzón negruzco.
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Texto y fotos: mescurra@abc.com.py