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María Isabel inició su carrera musical siendo muy chica, a los cinco años. El primer instrumento que ejecutó fue el violín, luego estudió acorde o progresión armónica musical con su abuelo materno. A los nueve años se presentó en el Festival del Takuare’ẽ, en Guarambaré, y ganó el ¡primer puesto! en la categoría solista de canto femenino menor. Fue el comienzo de una fructífera y precoz carrera, que la llevó a escenarios nacionales e internacionales. Los más recientes: el Festival del Chamamé en Corrientes y el de Guarambaré. En ambos encuentros con la música, María Isabel se sintió plena: “La Fiesta Nacional del Chamamé fue un sueño cumplido. Al momento de hablar, me presenté en nuestro idioma guaraní y, al tocar la polca paraguaya, vi a los compatriotas bailar, y la energía de nuestro 6x8 se apoderó de las 30.000 personas en la fiesta”.
Un momento, sin dudas, mágico para la joven bandoneonista. “Creo que el fin de todo artista es conmover al público o hacer que vibre de emoción, de alegría. Ver que eso sucede, mientras estás sobre el escenario es una sensación única que todo artista valora”.
María Isabel tiene el rostro redondo, el pelo largo, lacio, la sonrisa amplia y un trato agradable. A sus 21 años ya carga una trayectoria de importantes actuaciones. “La verdad es que estoy muy contenta. Los escenarios más importantes que pisé fueron el Festival Ykua Bolaños de Caazapá, el Festival del Chamamé, la Fiesta Nacional del Chamamé de Las Mujeres que se realizó recientemente en el Anfiteatro Cocomarola y en el Puente Pexoa y el Parque Camba Cua, respectivamente, de la ciudad de Corrientes, Argentina. Fue muy emotivo representar al Paraguay y compartir escenario con las figuras más importantes del folclore argentino”.
Ella ejecuta el violín, además del bandoneón y actualmente está estudiando piano. “Es muy importante para tener una base y poder ser buen músico. El piano es bastante amplio y me ayuda a componer”.
¿Por qué le gusta tanto el bandoneón? “Porque es un instrumento maravilloso y es una miniorquesta en las manos”, sostiene.
Y con esa miniorquesta hace maravillas. Su música es perfecta, casi mágica, es la fusión que ocurre cuando comienza a hacer sonar el instrumento. Son “uno” lleno de armonía que respira y suspira. María Isabel Vera y su bandoneón lograron una comunión que solo se ve en los grandes amores.
Complicado
El bandoneón es un instrumento complicado desde el punto de vista intelectual. Es difícil de entender y ejecutar porque tiene cuatro teclados, ambas manos abren con un sonido y cierran con otro. El primer bandoneón se creó en 1850. Era muy pequeño y fue creciendo a medida que los músicos iban tocando y pidiendo que le agregaran más teclas. El timbre es muy rico porque, además de sonar melódicamente, también puede sonar armónicamente, es decir con una multiplicidad de sonidos y de colores.
María Isabel sabe de esa simultaneidad de colores porque para ella la preparación es lo primero. El secreto de su éxito justamente está en la preparación, seguida de la dedicación.
–¿A qué edad comenzaste a prepararte académicamente?
–A los ocho años ya estaba estudiando en el Conservatorio Nacional de Música. Decidí ser música de Academia atendiendo el consejo de un maestro que me dijo: “María Isabel, sí estudiás música como se debe, no te vas a quedar en el techo. Una cosa es tener talento y si te preparás bien, el cielo es el límite. La clave está en la preparación”.
–¿Cuánto tiempo le dedicás a la música?
–Hasta el año pasado, en el conservatorio estaba en aulas de músicas 30 horas semanales. Ahora que ya terminé el conservatorio, ensayo dos horas al día, pero aún así estoy en constante trabajo con la música.
–¿Cómo te preparás para una actuación?
–Dos días antes empiezo a preparar todo. Para cada show ensayamos con la banda y tratamos de hacer algo especial. Cuando ya estamos próximos a la fecha, todo es más relajado, pero cuando vamos al interior o al exterior siempre me preocupa la posibilidad de olvidarme de mis cosas, entonces controlo todo antes, ¡ja, ja, ja!
–¿Y qué te relaja?
–Cantar me relaja muchísimo y escuchar tango leyendo algún libro. Mi mamá trabajaba en una editorial, así que desde muy chica tuve una pasión por los libros, me relaja leer escuchando música.
–¿Te gusta viajar haciendo música?
–Me encanta viajar, es lo que más me gusta; conocer nuevas ciudades y a gente maravillosa que también ama nuestra música folclórica, como yo.
–¿Algún momento que no requiera de música?
–Solo no escucho música cuando estudio. Sigo la carrera de Derecho, me trago enormes libros y tengo que concentrarme mucho al estudiar leyes. Solamente en esos momentos dejo de lado la música, pero por lo general desde que despierto pienso en la música.
–En tres palabras, ¿cómo definís tu estado actual?
–Curiosa, extrovertida y decidida.
–¿Qué tareas tenés pendientes desde hace meses?
–Terminar mi tercera canción que es una polca. Las primeras dos que compuse hablan de lo hermoso que es nuestro Paraguay y de nuestras raíces... la de ahora habla del amor y creo que muchas chicas se sentirán identificadas con las letras.
–¿Qué tan desarrollada considerás que está tu faceta de compositora ?
–Me estoy iniciando en el camino de la composición. Pueden escuchar mi primer sencillo en plataformas digitales, se llama Siempre cantar. Está en Dezzer, Spotify e Itunes. Como te decía, es una polca que habla de las raíces, del origen de uno y que no hay que olvidar nunca ya que es nuestra identidad.
–¿Tu app preferida?
–Uso mucho Instagram y me gusta jugar con sus filtros haciendo videos directos.
–¿Y el emoji que más usás?
–Este , siempre lo pongo al final de algunas palabras y aparece primero.
–¿Un refrán que te gusta mucho?
–"Es necesario haber amado, después perder el amor y luego volver a amar todavía", una frase que le atribuyen a Vincent van Gogh.
–¿De quién sos fan?
–De Mercedes Sosa, Berta Rojas y Soledad Pastorutti, grandes mujeres que abrieron camino a nuevas generaciones e hicieron la diferencia.
–¿Qué harías gratis?
–Enseñar bandoneón donde me pidan porque estudié muchos años para eso y para mí es un privilegio tener el título de profesora.
–¿Qué no harías ni por toda la plata del mundo?
–Tocar reguetón en bandoneón o en cualquier instrumento sin desmeritar al género, pero simplemente no consumo porque estoy acostumbrada a escuchar piezas musicales más complejas.
–¿Qué le pedirías al Gobierno?
–Presupuesto para trabajar en la educación y la formación académica sólida.
–¿Es difícil ser mujer en el mundo del tango?
–Sííí. Hasta ahora me siguen diciendo que es un instrumento para hombres. Y justamente ese hecho me motivó a elegir este instrumento, como una forma de demostrar que no hay barreras, que cuando hay talento o pasión no importa el género. Mi mayor inspiración fue Paquita Bernardo, quien formó una orquesta de tango integrada por mujeres, sufrió mucha discriminación y creo que no fue reconocida como se merece.
–¿Cuáles son tus próximas actuaciones?
–Festival del Disco de Arado en Capitán Miranda y Festival del Libro en Ituzaingó, Corrientes.
Con seguridad va a deslumbrar, como viene haciendo hasta ahora y como demostró en unos breves minutos durante la producción fotográfica en el Museo de Arte Sacro de Asunción. Allí llenó los ambientes con los acordes de La cumparsita. María Isabel, cuando toma su bandoneón, respira hondo y quienes la escuchan se sienten maravillados... llevan de recuerdo su más pura esencia musical.
Breve historia
El bandoneón es un instrumento de viento con fuelle que se originó en Alemania a mediados del siglo XIX. Cuando llegó con los inmigrantes al Río de la Plata rápidamente cobró popularidad y fue adoptado como un elemento esencial para el tango.
ndure@abc.com.py
Fotos: ABC Color/Silvio Rojas/Gentileza.
María Isabel fue maquillada por Sandra Sanabria.