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A Leticia le marcó su futuro profesional una experiencia vivida en sus años de estudiante universitaria: “Tengo una hermana, Ceci, con parálisis cerebral infantil, y en un momento dado tuvo un problema dental que le causó mucho dolor. Estuvo un tiempo llorando y no sabíamos de qué se trataba, ya que ella no se comunica hablando. Finalmente, nos dimos cuenta del problema y, como era de esperarse, toda mi familia esperaba que yo lo solucione. Fuimos a mi consultorio y grande fue mi sorpresa al percatarme de que ¡no estaba preparada para ese desafío! En mis 5 años de intensa formación en la Facultad de Odontología, de la Universidad Nacional de Asunción, nos prepararon para todo, yo realmente me sentía capaz de realizar cualquier procedimiento dental... pero nunca había tenido una experiencia con algún paciente que requiriera de esos cuidados especiales”.
Fue entonces que decidió comenzar a formarse y dedicarse a atender a este grupo de pacientes, llegando inclusive a enseñar lo aprendido a sus colegas con el objetivo de colaborar con una odontología más inclusiva para que menos familias tengan que pasar por la situación vivida con la suya.
Leticia ofrece un espacio relajado, combinando técnicas de aroma y musicoterapia para que el paciente se sienta relajado y seguro. Otro componente fundamental es la duración de la consulta, son más espaciadas que cuando se atiende a personas sin discapacidad. “Cada consulta es distinta, ajustada a las necesidades específicas de cada uno. Por ejemplo, me toca atender muchos pacientes con TEA (Trastorno del Espectro Autista), y la clave es poder identificar posibles objetos o estrategias a través de las cuales podamos generar una conexión. Una vez que el paciente entra en confianza, y se deja atender, el tratamiento odontológico es similar al convencional”.
-¿A quiénes se consideran pacientes con necesidades especiales?
-Me gusta esta pregunta que me hacés, porque –por lo general– esta atención se relaciona solamente a las personas con discapacidad, pero abarca mucho más. Incluye a quienes presentan distintos tipos de discapacidad como pacientes con parálisis cerebral infantil, síndrome de Down u otros síndromes, TEA (Trastorno del Espectro Autista), trastornos mentales, discapacidad visual, auditiva, entre otros. También se trata de personas con enfermedades sistémicas como diabetes, problemas cardiacos, cáncer, hemofilia, epilepsia, Parkinson, Alzheimer. Incluso, pacientes con fobia al dentista, que a causa de algunas de estas limitaciones precisen modificaciones y adaptaciones específicas por parte del odontólogo.
-¿Cuál es el mayor problema a nivel odontológico?
-La mayoría de las veces encontramos los mismos problemas dentales que en cualquier otro paciente. El inconveniente, cuando existe una discapacidad o una enfermedad complicada, es que el cuidado de los dientes pasa a un segundo plano. Por lo tanto, problemas odontológicos sencillos se descuidan y se vuelven complicados.
A esta situación se suman dificultades de acceso y colaboración del paciente. Por ejemplo, un paciente con parálisis cerebral infantil, que presenta un dolor de dientes, podría tener dificultades para mencionar dónde le duele; una vez en la consulta podría no colaborar en mantener la boca abierta y seguir instrucciones básicas, y además presentar movimientos involuntarios de todo el cuerpo. La suma de estas situaciones pueden volver compleja una atención odontológica simple.
-¿Son sinónimos de alteraciones severas?
-Si tenemos en cuenta quiénes padecen de complicaciones médicas, se presentan situaciones en las que, por ejemplo, a un paciente con problemas del corazón, una pequeña infección en la boca no controlada podría costarle la vida, llevando esa infección a ese corazón debilitado.
-¿Qué capacitación reciben en esta área?
-A nivel internacional, donde las especializaciones están reguladas, los profesionales odontólogos que deseen atender a este grupo de pacientes deben contar con un título de especialista y tomar exámenes que los habiliten. En el caso de la UCL (University College London) en Inglaterra, donde tuve la oportunidad de realizar una maestría gracias al apoyo de BECAL y en la Universidad de Chile, en Santiago, donde realicé una pasantía de capacitación, el aprendizaje se adquiere a través de prácticas clínicas en diferentes situaciones y escenarios, aplicando siempre protocolos bien establecidos para cada caso. Las prácticas incluyen atenciones en hospitales donde se realizan procedimientos bajo anestesia general, centros especializados para pacientes con cáncer, como el Macmillan Cancer Centre y en el consultorio de la universidad.
En Paraguay, si bien todavía no existen especializaciones de este tipo, el interés en esta área de la odontología es cada vez mayor. Para los interesados se están creando cada vez más oportunidades, capacitaciones y charlas.
-¿A qué edad resultan más efectivos los tratamientos en personas con discapacidad?
-La recomendación para los padres es que el niño con y sin discapacidad acuda a su primera consulta odontológica antes de cumplir 1 año de edad. Esto es fundamental para enseñar y recomendar hábitos de higiene bucal y realizar controles periódicos de prevención.
El consejo para los colegas médicos es que deriven a sus pacientes apenas tengan el diagnóstico, ya sea de una discapacidad o de un problema de salud, como la diabetes. La prevención de caries y la adaptación del paciente en edades tempranas son nuestra mejor herramienta.
-¿Hay alguna contraindicación para estos pacientes?
-Sí, pero es algo difícil de generalizar. Por eso, cada caso tiene que ser evaluado de manera individual o hacer una interconsulta con el médico tratante, para decidir el mejor procedimiento para el paciente.
-¿Cómo es tu experiencia en cuanto a inserción laboral en esta área?
-En el ámbito privado, la inserción es lenta pero muy buena, cada vez más los colegas odontólogos y médicos conocen que existe esta nueva especialidad dentro de la odontología y derivan a los pacientes que llegan a sus consultorios. Afortunadamente se está cambiando la idea de que este tipo de atención se realiza por caridad o de una manera no óptima, con la excusa del “se hace lo que se puede” y el paciente debería conformarse con eso.
A nivel público todavía queda mucho por hacer. Es importante difundir que existen especialistas capacitados para que los mismos vayan ocupando puestos en hospitales donde acuden las personas con discapacidad, o bien los odontólogos interesados deben recibir apoyo para formarse en esta área y así cubrir la atención de este sector tan vulnerable de la población paraguaya.
-Finalmente, ¿cuál es tu visión global?
-Tengo expectativas muy positivas. Ya contamos con una Sociedad Paraguaya de Atención Odontológica para Pacientes con Discapacidad y Riesgo Médico. Hay muchos colegas interesados en formarse en esta área y que están apoyando desde los lugares donde les toca estar. Esto se ve acompañado de los esfuerzos de activistas en cuestiones de discapacidad.
Este cambio se está dando también a nivel académico en las universidades de odontología del país, en las que se está trabajando desde diferentes sectores para que esto se vuelva parte obligatoria de la formación académica del alumno como ocurre en otros países. El objetivo es que ningún odontólogo se reciba en la facultad sin tener, al menos, una experiencia en la atención a pacientes con necesidades especiales.
ndure@abc.com.py
Fotos: ABC Color/Silvio Rojas.