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Una de las películas más taquilleras y controversiales de 2019 fue Guasón. En ella, una persona con muchos problemas de salud mental se maquilla de payaso casi todos los días para trabajar. Los colores rojo, verde y blanco se mezclan desprolijamente en el rostro de Arthur Fleck, el villano, para simbolizar uno de los personajes más icónicos del entretenimiento mundial. ¿Quién no recuerda su rostro en las tiras cómicas?
Carlos Fretes recuerda perfectamente que el caso de borrado de tatuaje más complicado que le tocó atender no fue convencional. No fue el nombre de la novia o el novio en el brazo ni una cruz, una frase o una flor. Fue una mujer que llegó a su estudio con los labios del Guasón. “Le habían hecho el maquillaje definitivo, el contorno de los labios, pero tan mal que se corrió la tinta. Quien lo hizo le prometió a la señora que se lo iba a arreglar. Sin embargo, le puso un color blanco. Parecía un personaje de cómic. Ahora estamos borrando eso. Hace que la persona se sienta mejor, es una inyección anímica importante solucionar esas cosas”, cuenta Fretes, quien hace veinte años trabaja como tatuador, perforador y –en los últimos dos años– como removedor de tatuajes en el estudio Carlos Fretes Tatoo, ubicado en el centro de Encarnación.
El maquillaje definitivo es, a fin de cuentas, un tatuaje normal, pues para hacerlo se utilizan los mismos métodos. Y los índices de arrepentimiento son iguales o mayores que en los casos tradicionales en los que las personas deciden estamparse una leyenda o una imagen perpetua en la piel. Pero como la vida y las decisiones cambian, el negocio de borrar maquillajes definitivos y tatuajes comenzó a repuntar en los últimos años, gracias a unas máquinas que emiten láser y que son el método más seguro para realizar el procedimiento.
“La eliminación de los tatuajes se hace por sesiones, se usa un láser específico, un haz de luz intenso que elimina el tatuaje sin dañar la piel. Impacta sobre las moléculas de pigmento que se fragmentan en partículas más pequeñas y el sistema inmunológico del cuerpo va eliminando paulatinamente”, cuenta Fretes.
Los factores que determinan cuánto tiempo o sesiones se necesitarán para borrar por completo un tatuaje son el tamaño, la calidad de tinta utilizada, la profundidad y los colores usados, uno de los puntos más importantes.
“Hay colores fáciles de remover, que son el negro y el rojo, pero hay otros difíciles como el blanco, el turquesa, el amarillo y el marrón. Nosotros estamos borrando tatuajes que se hicieron hace diez o veinte años. Los tatuajes que hoy se está haciendo la gente, con muchos colores, van a tener que borrarse con otras máquinas más efectivas en el sentido de que tendrán que borrar más colores que solo el negro”, dice Jazmín Valdivieso, de Jazmín Valdivieso Brow and Lash Studio, un centro de estética de Asunción donde también se ofrece este servicio hace tres años. Ella comenzó con la idea de ofrecer el servicio de eliminación de maquillaje definitivo, pero, ante la demanda, el negocio también devino en el borrado de tatuajes.
La cantidad de sesiones que se necesitan para eliminar los tatuajes varía en cada caso, aunque, por lo general, son diez a doce. Cada sesión se realiza cada 45 a 60 días, por lo tanto el tratamiento completo dura un año y medio o dos. Los cuidados que se piden son los mismos que se le da a una persona que acaba de hacerse un tatuaje: protegerse el área por cinco a diez días, usar una crema antiséptica y no exponer la herida al sol.
El láser, lo más seguro
“Para remover tatuajes hay muchos métodos diferentes. El que yo uso es un láser de Q-switched que, de hecho, es la técnica más segura y más efectiva. Tanto el dolor como los resultados en la piel son similares a cuando uno se hace un tatuaje: puede tener unas gotitas de sangre, formarse unas costritas que se tratan con cremas antibióticas de tres a cinco días y después de eso se cae la cascarita. En condiciones normales, si la persona sigue todas las indicaciones, no tiene ninguna secuela en absoluto”, remarca Fátima Agüero, miembro del staff médico de la clínica Dermalaser.
La Dra. Agüero, quien realiza estos procedimientos hace unos diez años, explica que existe otro factor que acelera o ralentiza la cantidad de sesiones: la carga de la tinta del tatuaje; es decir, qué tanto penetró en la piel. Coincide en que existen colores complicados y que la calidad de la tinta de los tatuajes mal hechos también incide en el resultado final.
Aparte del láser, hay otros métodos de borrado, como la crioterapia, que es la aplicación de frío a 198 grados bajo cero para formar ampollas, lo que permite retirar los pigmentos. “Hay personas que se hacen un peeling químico, con ácidos, y hay gente que se remueve quirúrgicamente con electrocoagulación… Eran técnicas que anteriormente se usaban como alternativas, con la advertencia de que podían dejar secuelas, pero muchos pacientes decían: ‘No me importan más las secuelas, no puedo ver más ese tatuaje’”, comenta Agüero.
Con respecto al láser, la dermatóloga explica que existen diferentes tipos de máquinas que, según su potencia, actúan en mayor o menor tiempo. “Hay equipos de calidad muy buena y otros más económicos, portátiles y de uso cosmético que, por supuesto, van a tener un resultado diferente. Además, hay equipos que dicen ser láser, pero no lo son”, advierte.
Botones para activar el olvido
Víctor Colmán borra tatuajes en el estudio Teju Jagua de Asunción. Los casos más frecuentes que atiende son de personas que quieren borrarse los tatuajes porque quieren postularse al Instituto Superior de Educación Policial o a la Academia Militar.
Según su experiencia, las parejas que rompieron relaciones amorosas no son las que necesariamente buscan eliminar los tatuajes que se hicieron. “Generalmente esas personas cubren los nombres o imágenes con otros tatuajes. Los que verdaderamente necesitan borrarlos son los que quieren ser policías o cadetes, a ellos no les dejan entrar si tienen un tatuaje”.
Sin embargo, el tatuador recuerda como uno de sus casos más complicados, hablando en términos técnicos, el de una cliente que se había grabado el nombre de su marido en treinta partes del cuerpo. La relación terminó en un divorcio y la mujer quiso eliminar esos rastros. “En diferentes lugares tenía el nombre del marido tatuado, eso fue muy loco”, recuerda.
El amor también fue el motivo de uno de los casos más peculiares que atendió Jazmín Valdivieso. “Un muchacho vino hace tres años y se sacó el tatuaje del nombre de una exnovia, porque la novia actual le pidió que se lo sacara y se hiciera otro con su nombre. Pero al año siguiente terminó con esa chica y volvió para borrarse su nombre también. Hasta ahora, por lo menos, no regresó”, narra Valdivieso.
Otro caso inolvidable que le tocó atender en su centro estético fue el de un hombre calvo que pidió una micropigmentación capilar para, literalmente, aparentar tener cabello con un tatuaje. Valdivieso tuvo que rechazar el trabajo porque ese procedimiento queda bien en las cejas de las mujeres, pero ¡no en la cabeza! “Le recomendamos que no se lo hiciera, que no le iba a quedar bien, pero después nos envió la foto de que se lo había hecho en otro lugar. Y después vino para el borrado”, explica.
Para la doctora Fátima Agüero, el peor de sus casos fue el tatuaje de un rosario con una cruz en una pierna. “Tuvimos que hacer doce sesiones o creo que llegamos a trece, porque era muy sólido, tenía mucho color”.
Un golpe para el orgullo
Sebastián Vargas Ferreira, sociólogo, explica por qué las personas tienen la necesidad de hacerse un tatuaje o, en su defecto, de sacárselo. Según él, la gente se hace un tatuaje, primero con fines estéticos y artísticos, y después, para dejar la impresión de un recuerdo. “Es dejar representado el hecho de que ‘aquí pasó una cosa’, por eso se graban el nombre del hijo o la fecha de nacimiento del abuelo”.
El sociólogo opina que el hecho de hacerse tatuajes dejó de tener prejuicios y que las personas ahora tienen miedo de sacárselos, porque no quieren reconocer que se equivocaron. El impulso que motiva estos errores es que, para muchos, el “aquí y ahora” es lo fundamental.
Los arrepentimientos se suelen dar con los tatuajes que algunos se hacen en la adolescencia, los que a la larga no tienen más significado. Menos frecuentes son los tatuajes que se hacen en un “contexto de encierro”, como los que se graban para simbolizar la pertenencia a un determinado grupo. Sea cual fuere el motivo para la decisión de sacarse un tatuaje, la buena noticia es que es posible: se requieren persistencia, inversión y paciencia.
Lugares y precios
Carlos Fretes Tatoo, Encarnación
Teléfono: (0983) 595-460
Precios: desde G. 200.000 por sesión
Jazmín Valdivieso Brow and Lash Studio, Asunción
Teléfono: (0971) 527-527
Precios: desde G. 360.000 por sesión
Teju Jagua Tatuajes, Asunción
Teléfono: (0985) 857-700
Precios: desde G. 160.000 por sesión
Dermalaser, Asunción
Teléfono: (021) 663-929
Precios: según consulta
Fotos: ABC Color/Silvio Rojas/Pedro González/Diego Peralbo
Agradecimiento: Mariana Palma