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“Meditar, respirar, parar”
Soledad Acosta, profesora de yoga
–¿Cómo manejar situaciones conflictivas que no previmos en estas fiestas?
–La vida es imprevistos y cambios constantes. Aceptar que no tenemos el control de las cosas es de gran ayuda para sobrellevar las situaciones que no nos agradan. Si son imprevistos sin importancia (alguien no trajo lo que tenía que traer para la cena), evitar generar problemas y probar con soluciones creativas. Otras veces son enojos acumulados. En el encuentro con el otro, generalmente, se detonan nuestras propias inseguridades, miedos, dolores, frustraciones; eso ocurre mucho en el encuentro familiar. El camino que puede servir en ese momento es la compasión. En yoga, la entendemos como “ponernos en el lugar del otro”, entonces, sus ataques no son contra nosotros, sino una consecuencia de sus heridas proyectadas. A la vez, esa persona que nos confronta es un “espejo” que nos muestra nuestra parte no sanada. Cuando descubrimos que el problema no es siempre solamente el otro, las cosas pueden mejorar.
–¿Cómo vernos felices tal cual somos?
–Con amor propio. Es un desafío grande llegar a él, porque, generalmente, no hemos sido educados para querernos a nosotros mismos, sino para agradar a los demás. Requiere de un trabajo interno diario descubrir nuestro propio valor. Cuando nos aceptamos como somos, nos aprobamos y amamos, el resto viene por añadidura.
–Otras veces estamos mal, pero lo disimulamos por cortesía.
–Aprender a comunicarnos honestamente puede ser el camino. Y lo engancho con lo anterior: amor propio. Desde ese lugar puedo aceptar que no me siento bien y no hay por qué fingir. Hay que comunicar desde el corazón.
–¿Qué ejercicios nos ayudan a relajarnos?
–Comparto algunas frases que suelo decirles a mis alumnos de yoga:
• Se acaba el año, no la vida.
• Moderación en todo: bebidas, comida, gastos. Es solo un final de año y los excesos cobran luego, tanto física como emocionalmente.
• Elegir nuestras batallas. Hay discusiones y luchas que son un sinsentido.
• Cuidar nuestra energía. Hay compromisos ineludibles y otros encuentros que podemos evitar si no queremos ir.
• Decir “no” sin culpa, no podemos estar para todos ni hacernos cargo de todo.
• Practicar la gratitud cada día por lo que fue, es y lo que no también.
• Meditar, respirar, parar.
• Podemos hacer en familia o solos una lista de todo lo que agradecemos y escribir nuestras intenciones para el próximo año.
“No podemos exigir a alguien que esté feliz”
Sandra Basili, psicóloga
–¿Por qué en estas fechas nos activamos en modo “cumplir con todo/s”?
–Todo se junta. Generalmente corremos para terminar lo que está inconcluso: regalos, menú de las fiestas y, también, las vacaciones. Es un correr para afuera, no para adentro. Hay que detenerse y contactar con la persona que fui este año, con la que soy y con la que me gustaría ser. Para ser mejores personas, tenemos que identificar qué necesitamos.
–Navidad es siempre un momento de oportunidad familiar…
–Muchas familias se reencuentran en esta fecha. A veces basta una invitación para disipar rencores de años. Empecemos por nosotros mismos, acercándonos, abriéndonos. El “recibir y aceptar” depende del otro, pero la acción en sí misma dará paz a mi corazón. Que nuestros hijos vean un gesto de reconciliación es un buen ejemplo.
–Hay personas que se caracterizan por estar tristes, enojadas…
–Cada uno lleva consigo sus penas y alegrías, logros y fracasos. Eso se respeta profundamente, es tener compasión hacia el otro, no como lástima, sino como aceptación de la vida del otro. No podemos exigir a alguien que esté feliz. No sabemos a quién extraña, qué le duele y cómo se siente. Aceptar que hay otro diferente a mí es fundamental para la paz familiar.
–¿Cómo reaccionar ante agresiones sutiles: no brindó conmigo, no me regaló nada y yo sí, etcétera?
–Aunque nos moleste, hay que dejarlas pasar. Ahora, si soy una persona con necesidad de afecto, muy pendiente del otro, me va a afectar más. En estos casos es mejor concentrarse en lo bueno, en los afectos que suman y me sanan. Además, a veces no cumplir detalles tiene que ver con un olvido y no con lo que yo me imagino. Si de verdad hubo mala intención, me voy a sentir mejor no dándole tanto poder para que me amargue la noche.
–¿Qué ejercicios previos podemos realizar para llegar entrenados?
–Plantearnos seriamente si hay algo de nuestras vidas que podemos mejorar para empezar livianos el próximo año. Puede ser ordenar mis espacios personales, terminar un trabajo inconcluso y evaluar qué cosas cumplí de las que me prometí el año anterior, sin frustrarme. Hay que seguir el movimiento de la vida, no quedarse en neutro. Yo sugeriría para Navidad, que es más familiar e íntima, intentar actividades interesantes, más allá de los regalos y el menú para la noche. Por ejemplo, que cada uno encuentre bajo su plato un papelito con algunas preguntas como: “¿Qué fue lo mejor de mi año?, ¿qué me gustaría lograr en lo laboral el año que viene?, ¿qué lugares quiero conocer?, ¿qué es lo más lindo que tiene papá/mamá?”. Siempre en positivo. Puede ser también alrededor del pesebre, y así la Navidad tendrá otro sentido: un renacer de vínculos y afectos.
“Si mamá está bien, toda la familia está bien”
Laura de Vázquez, máster en Educación Familiar
“En esta época, el cansancio pesa un poco más, tenemos muchos acontecimientos sociales y, también, las fiestas suponen gastos de una u otra forma”, dice Laura de Vázquez. Una frase que a ella le ayuda en estos tiempos es: “Un día a la vez”. A veces no podemos llegar con todo y se hace lo que se puede, bien o no tan bien. “Una psiquiatra española decía en una conferencia: ‘Miramos tantas veces el reloj, que no miramos lo importante’. A todos y, principalmente, a las mamás consumidas por sus hijos nos urge detenernos, meditar y perder un poco de tiempo para ganar en paz y serenidad. Si mamá está bien, toda la familia está bien”.
–¿Cómo diferenciamos emocionalmente Navidad y Año Nuevo?
–La verdad es que tienen contenidos totalmente diferentes. Navidad es una fiesta cristiana, celebramos el nacimiento de Jesús. Lamentablemente, mucha gente la celebra sin entender qué está festejando. Pero es una cuestión de creencias personales y familiares. Si uno es cristiano, es muy importante ordenar las ideas y sentimientos respecto a la Navidad, que no es solo la cena en familia y los regalos, sino que así como nos preparamos para la llegada de un hijo, debemos prepararnos interiormente para recibir al Niño Dios.
–¿Cómo ambientar nuestra casa con el fin de que nos invite a esa reflexión?
–No hay que ser demasiado estrictos ni demasiado permisivos con respecto al orden de las cosas. Lo ideal es armar el pesebre en familia, dejar, por ejemplo, que los chicos armen como a ellos les parece el arbolito (después las mamás lo retocamos), la cuestión es ir creando un ambiente navideño.
–¿Cómo asegurarnos una fiesta linda y sincera?
–Eso es tan personal. Creo que dos cosas son importantes en este tiempo: conocerse para poder ir canalizando las emociones y el mismo día de las fiestas regular el consumo de alcohol porque eso desestabiliza; es común que familias acaben una noche de fiesta con una desgracia.
–¿Cómo manejamos a los niños para que sepan comportarse y podamos relajarnos también los adultos?
–Es fundamental hablarles con antelación sobre las pautas mínimas de comportamiento en la casa de la abuela, los tíos o donde fuere que se pasen las fiestas. También hay que tener en cuenta que los niños son niños y, por lo tanto, habrá ruido, gritos y alguna que otra peleíta con los primos, pero de seguro no faltará la alegría.
Con los niños
En fechas especiales, como el tiempo de Adviento, la Nochebuena y la Navidad, es fantástico educar a los hijos en su vida cristiana, subraya Laura de Vázquez y da algunas claves:
• Contar la historia de María esperando a Jesús en su vientre, la anunciación del ángel Gabriel.
• La pregunta “¿qué vas a pedirle a los Reyes o a Papá Noel?”, podemos enriquecerla con “¿qué vamos a regalarle al Niño Jesús?” (por ejemplo, dibujos o manualidades, algo que hagan ellos).
• Cantar villancicos, rezar en familia de manera breve e incentivar a los niños a hacer alguna buena obra durante la semana.
• En la Nochebuena, luego de la cena y antes de abrir los regalos, hacer una oración frente al pesebre agradeciendo por la familia y pidiendo especialmente por aquellos que no tienen la dicha de disfrutar lo mismo. Agrandar el corazón infantil enseñándoles a no olvidarse de los demás.
lperalta@abc.com.py • Fotos ABC Color/Arcenio Acuña/Gentileza.