Alick, el contador de aves

A propósito del tradicional Conteo Navideño de Aves, que acaba de realizarse en Asunción, presentamos, a vuelo de pájaro, la vida de Alick, el ornitólogo estadounidense Alexander Wetmore, quien desde pequeño amó a las aves. En 1920 visitó el Paraguay y formó una importante colección de aves chaqueñas.

Alick con el número de Bird-Lore en el que se publicó el Censo de Aves de junio del que participó, su colección de aves, huevos y nidos, y sus libros. Gentileza del Smithsonian Institution Archives.
Alick con el número de Bird-Lore en el que se publicó el Censo de Aves de junio del que participó, su colección de aves, huevos y nidos, y sus libros. Gentileza del Smithsonian Institution Archives.GENTILEZA

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Entre el 14 de diciembre de 2019 y el 5 de enero de 2020, en varias ciudades de América, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, está prevista la realización del 120° Conteo Navideño de Aves, un censo anual organizado por la National Audubon Society de los Estados Unidos, y que en nuestro país es coordinado por la organización Guyra Paraguay. Este conteo aporta datos para la conservación de la avifauna del continente. El reconocido ornitólogo estadounidense Alexander Wetmore (1886-1978) participó en varios de esos censos, desde el primero, cuando tenía 14 años.

Wetmore fue desde chico el tipo de persona que todos admiramos: inteligente, apasionado, curioso, ingenioso y audaz. Las aves eran su obsesión, y el afán de investigarlas le llevó a recorrer varios países, entre ellos el Paraguay, en 1920. Aquí tomó notas, que luego publicó, y formó una importante colección de aves chaqueñas.

Un obsequio especial

Un regalo de su madre, el Manual de las aves del oriente norteamericano, de Frank Chapman, trazó su destino, según confesó años más tarde. Es un libro precioso, desarrollado para instruir a cualquier aficionado, con criterio y métodos científicos, sobre cómo identificar, estudiar, colectar y preservar aves. Cuenta con hermosas ilustraciones y precisas descripciones de las diferentes especies del Este norteamericano –desde la costa hasta la cuenca del Misisipi–, con referencias sobre sus hábitos, cantos, distribución, tiempos de anidación y migraciones.

En realidad, la fina percepción de Alexander o Alick, como cariñosamente era conocido, y su hábito por registrar lo que llamara su atención se manifestó antes de aquel regalo. Entre noviembre de 1894 y febrero de 1895, cuando tenía ocho años, Alick fue con su padre de vacaciones a Palmetto, un pueblo próximo a la bahía de Tampa en Florida. Llevó una libreta en la que apuntó, entre impresiones y detalles del viaje, lo que parece ser un recordatorio para una carta a su madre:

“Hay una gran cantidad de pelícanos por aquí. El pelícano es un pájaro de gran tamaño que come peces. Tiene una bolsa en la que guarda el pescado para cuando quiere comerlo. El otro día atrapé un pez rojo de dos libras. Hace un par de días un hombre vio un gran tiburón... Te enviaré algunas flores prensadas. Tengo una nueva pistola de aire”.

Alick nació el 18 de junio de 1886, en North Freedom, en el estado de Wisconsin. Era el tercer y último hijo de Nelson Wetmore y Emma Woodworth, quienes, a fines de 1879, poco tiempo después de contraer matrimonio, se mudaron a ese pequeño pueblo, donde Nelson era el único médico cirujano.

El niño Alick, presumimos que con los conocimientos que adquirió de la lectura de su manual, no tardó en avistar aves. Lo hacía desde que se levantaba hasta que se acostaba, con intenso frío o sofocante calor, solo o en compañía de sus amigos, Mattie Engeln, James Jim Seeley, Clarence C. Cook, James Jim Draper, Clinton Clin Hangher o Arthur Art Rudy.

Primer registro

El primer registro de sus avistamientos fue del domingo 2 de enero de 1898, asentado en la libreta que identificó con el número 1. Corresponde a una pareja de gorriones domésticos (Passer domesticus) que vio en el gran arce del patio de su casa. Alick describió con detalles el cortejo del macho y agregó que este tenía un parche negro en la garganta, del que carecía la hembra, que poseía un plumaje más sobrio. La siguiente anotación fue del miércoles 12 de enero.

Con el tiempo, sus registros fueron más seguidos y abarcaron un número mayor de aves. Entre enero de 1898 y octubre de 1900, Alick tomó nota de al menos unas 92 especies (son las que figuran en las libretas 1, 2 y 4 que se conservan en el Instituto Smithsoniano. Falta la libreta N° 3, que abarca del 2 de abril al 31 de mayo de 1900).

En el patio y en el pantano

Alick observaba aves en el patio de su casa –en el gran arce o en el granero–, y en los de la escuela o de la iglesia. Pero los fines de semana, o en el tiempo libre de la escuela, sus paseos se iniciaban en los campos de sus vecinos y concluían en las costas del río Baradoo, al sur, o en la colina que se elevaba a pocas cuadras de su casa, hacia el norte.

Era frecuente verlo también con su libreta, lápiz y largavista, en el pantano de los Seeley, en el molino o en los campos de trigo y maíz de James Doherty, en la pradera de James Draper y en los bosques de Augusto Leider.

Su perspicaz vista distinguía a cualquier ave que anduviera, se posara, ocultara o volara sobre los arces, olmos, robles, píceas de noruega, sauces, ciruelos, manzanos, arbustos de bayas, avellanas, grosella y zarzas con sus infinitas tonalidades de verde (en el verano o primavera) o de dorado, marrón, naranja y rojo (en el otoño), y en las praderas o campos de cultivo o en la nieve (en el invierno). Recolectaba huevos de araña, gusanos, polillas isabelinas, orugas, chinches, bellotas, y semillas de girasol, maíz o trigo, con los que luego alimentaba a las aves, principalmente durante el invierno.

Atraía a las aves con silbidos, aunque tenía una piedra para llamarlas e incluso fabricó un curioso artefacto con un trozo de tronco que colocó en el mecanismo de la alarma de un viejo despertador, para convocar a los carpinteros. Se escondía entre la paja o en un viejo barril, para observarlas mejor. También las cazaba, pero solo para preparar los especímenes de su colección, la que también incluía huevos y nidos.

Primera publicación

Para fines de 1899 poseía un conocimiento profundo sobre las aves, lo que lo animó a escribir un artículo para una revista especializada, a los 13 años, que tituló: “Mi experiencia con un carpintero de cabeza roja”. Se publicó en el espacio destinado a los jóvenes observadores de la revista Bird-Lore, en octubre de 1900. Esta revista era editada por Chapman –el autor del libro que le había regalado su mamá–, desde febrero de 1899, y fue la precursora de la actual revista Audubon.

Para aquel trabajo, Alick recurrió a sus apuntes de los días 8 y 15 de octubre, 19 y 26 de noviembre, y 3 de diciembre de 1899, así como los del 12 de febrero de 1900.

Parte de la publicación decía así: “La primera vez que vi al individuo de esta reseña fue el domingo 8 de octubre de 1899. Ese día, mientras paseaba por un barranco, escuché un sonoro ruido parecido al de un sapo, como un ker-rr-ruck, que venía de lo alto de un tallo muerto. Levanté la vista y pronto vi que el dueño de esa voz era un joven carpintero de cabeza roja. Su cabeza (?) era de color oscuro. La asomaba alrededor del árbol y, después de dar la nota, se escondía. Decidí vigilarlo con atención, y poco después fui recompensado al verlo tomar una bellota de un pequeño roble. Parecía estar almacenando bellotas para el invierno en agujeros y grietas... Siempre parecía ir al mismo árbol por sus bellotas. / Me acosté en la orilla del barranco al sol y cerca del árbol para vigilarlo, pero él sospechaba y al principio no se acercaba. Me sorprendió bastante ver que podía bajar un árbol fácilmente hacia atrás, levantando su cola y, después de saltar, caer sobre ella. Dondequiera que iba, expresaba, en vigorosas notas, su disgusto por tenerme cerca…”.

El Censo Navideño de Aves

Poco después, una hermosa iniciativa de Chapman tuvo eco en Alick. En el número de Bird-Lore de diciembre de 1900, Chapman propuso a sus lectores que, en lugar de matar aves en las acostumbradas side hunts, unas competencias de cacería indiscriminada del día de Navidad, llevasen un registro de las que viesen ese día y que los enviasen a la redacción de Bird-Lore en Englewood (Nueva Jersey), para publicar –los mejores– en el número de febrero.

Los registros debían indicar la localidad en que se realizó la observación, la hora de inicio y de finalización, las condiciones del clima, la dirección y fuerza del viento, la temperatura al inicio y la nómina de las aves observadas, siguiendo el orden en que aparecen en la “Lista de verificación” de la Unión de Ornitólogos Americanos, con la indicación, de ser posible, del número exacto o aproximado de los individuos de cada especie observada. Alick participó de esta actividad, y en muchas de las sucesivas.

El primer censo, el de diciembre de 1900, lo hizo en su pueblo, entre las 8:50 y 11:10, con tiempo nublado, algo de nieve, viento del noroeste, y una temperatura de -9 °C. Avistó 105 individuos de 12 especies. Champman, el mismo día, con mejor tiempo en Englewood, registró 320 individuos de 18 especies.

Del segundo censo navideño, en diciembre de 1901, participó con su amigo Art Rudy. Entre las 8:38 y las 12:40, un día nublado que aclaró a partir de las 10:00, con vientos del sureste y una temperatura de entre 0 a 3 grados ºC, computaron 115 individuos de 12 especies.

El tercero, en diciembre de 1902, lo hizo en un día nublado, con viento frío y fuerte del noroeste, ocho pulgadas de nieve, y una temperatura de -17° C. En esa oportunidad registró solo 56 individuos, de 10 especies.

Baste lo señalado, sobre los primeros años de este prestigioso ornitólogo norteamericano, para resaltar la importancia de libros y actividades que fomenten el interés de los niños hacia las ciencias, las artes o cualquier otra disciplina. Ya en 1888 el español Ramón y Cajal afirmó, como resultado de sus investigaciones, que el ser humano puede, “si se lo propone, [ser el] escultor de su propio cerebro”. Finalmente, si una mañana cualquiera, ve algún niño con la mirada fija en un punto indefinido no lo reprenda por “estar perdiendo el tiempo”, pues podría estar truncando la carrera de un futuro estudioso de aves.

sebastianscavone@gmail.com • Fotos Gentileza.

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