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Constructores de antaño
Algunos de los profesionales que trabajaron en el desarrollo edilicio de la ciudad de Asunción fueron: Pascual Urdapilleta, Alejandro Ravizza, Juan Colombo, José Pelozzi, Sebastián Grassi, Carlos Hoffer, Bartolomé Talente, José Gratarola, Juan Bautista y Fiorillo Savorgnan, Simeón Agato, Andrea y Eugenio Andreatta, Ernesto Baradello, Luis Bianchi, Pedro Botti, Carlos Caparelli, Sebatián Canclini y Luis Clérici.
También trabajaron profesionales, como Antonio Covelli, Emilio de Tone, Héctor Giovanelli, Ángel Morassi, Guillermo y Augusto Movia, Antimo Pettirossi, Carlos Rehnfeldt, Stefano y Natalio Rapetti, Tomás Sachero, Carlos Spada, Domingo Tramonti, Mateo Talia, Giovanni Barbero, Antonio Marchesse, José Angelino, José Buccini, Juan Barrail y Rafael Buongermini.
La lista sigue con Francisco Cacase, Stefano Caligaris, Juan Caselli, Luis Colla, Botti Fiore, Domingo Montanaro, Pedro Monetti, Antonio y Nicola Orsi, Lorenzo Orsini, Augusto Paván, Vicente Pettinatti, Miguel Ángel Alfaro, Baltazar Ballario, Carlo Pozzi, Ángel Dellavedova, José M. Resquín, Antonio Allegri, Froilán Gamarra, entre otros.
Castigo ejemplar
El gobernador de Buenos Aires Bruno Mauricio de Zavala fue el encargado por el virreinato del Perú, de reprimir a los comuneros del Paraguay en 1735.
Al frente de más de 6.000 hombres venció a los comuneros en los campos de Tavapy, actual Roque González de Santa Cruz, y tomó severas represalias contra los españoles y paraguayos.
Mandó ejecutar a algunos y desterrar a otros, derogó la provisión real del 12 de setiembre de 1537, estableció severos castigos a los que emplearan la palabra “común”, dispuso la quema de todos los documentos firmados por los comuneros, restituyó a los jesuitas en la provincia, entre otras cosas.
Uno de los sentenciados a muerte por él fue Pedro Nolasco Esquivel, dirigente del ejército comunero durante la batalla de Guayaibity –en las proximidades de Yaguarón–, en la que perdió la vida el gobernador Ruiloba.
Esquivel fue sentenciado a la horca y, posteriormente, descuartizado. Su casa fue destruida hasta el cimiento y sobre la misma pusieron una capa de sal. No bastó el castigo con todo eso y declararon al sitio inhabitable a perpetuidad.
Las sentencias y ejecuciones tuvieron lugar en San Miguel, Misiones.
El “lago” de la calle Cerro Corá
Hacia 1890, en la calle Cerro Corá, entre Tacuary y Estados Unidos, existía una laguna de agua estancada que, según un suelto periodístico de la época, databa de “tiempo inmemorial” y que su “anchurosa estancación de aguas palúdicas que despiden constantemente miasmas morbosas” causaba no pocas molestias a la vecindad, además de interceptar por completo el tráfico sobre la calle Cerro Corá.
La Villalar paraguaya
Recordando los castigos ejemplares propinados a los comuneros, es buena ocasión para recordar a la ciudad misionera de San Miguel, su condición de parangón con la ciudad castellana de Villalar, por los hechos ocurridos en abril de 1735.
En los rededores de Villalar tuvo lugar la batalla que supuso la derrota de los comuneros españoles, el 23 de abril de 1521.
En aquella ocasión, los soldados de Carlos I aplastaron sin piedad a los comuneros, que se habían alzado contra la autoridad real. Sus líderes, Padilla, Bravo y Maldonado fueron decapitados en Villalar.
Dos siglos después, en el Paraguay tuvo lugar un alzamiento contra las autoridades locales y a ese movimiento, parangonando el antecedente español, se le dio también el nombre de comunero.