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La bicicleta, un modelo de velocípedo confortable y seguro, apareció en Europa a fines del siglo XIX. Era –y sigue siendo– una máquina extraordinaria que, a la par de romper distancias con facilidad, ofrecía libertad y velocidad.
En la misma época, los europeos comenzaron a adoptar, como estilo de vida sano y moderno, la práctica regular de ejercicios físicos, que no tuvieron al principio un carácter deportivo, ni competitivo, sino hasta que los ingleses se ocuparon de reglamentarlos. Así, a tales ejercicios siguieron las asociaciones o clubes deportivos, y a estos las competencias o torneos.
Aquellas actividades pasaron rápidamente a América. En Buenos Aires, por ejemplo, desde 1886 se jugó al fútbol, y desde 1888 se corrieron carreras ciclísticas. En Asunción, esos deportes se desarrollaron a partir de 1901 y, por su novedad, fueron considerados como espectáculos. El fútbol se convirtió rápidamente en el deporte rey, a diferencia del ciclismo, y desplazó a las distracciones tradicionales, como carreras de caballos, riñas de gallos y corridas de toros.
El partido de fútbol que se jugó el 25 de noviembre de 1901, en la Plaza de Armas, fue descripto como “una verdadera sorpresa para el público asunceno, que no conocía aún estos juegos atléticos tan en boga en Inglaterra”. Lo dirigió el holandés William Paats, un emprendedor que introdujo varios deportes al Paraguay.
Se debió también a Paats la organización del primer concurso gimnástico que se vio en el país, por encargo de El Instituto Paraguayo –una asociación cultural que entre otros fines promovía la gimnasia–. Fue en la misma plaza, pero el 14 de mayo de 1901, e incluyó un original récord ciclista que lo ganó Ramón Pérez Riera.
Luego de este primer torneo ciclístico, varios jóvenes y niños tomaron las calles de Asunción. En la Plaza Independencia, sus prácticas llamaron la atención, pero semanas después fueron consideradas incómodas y peligrosas. Se llegó a reclamar la represión policial si los ciclistas no se conducían con respeto y mesura.
Siguió la presentación oficial del Club Ciclista Nacional con una carrera en el flamante Velódromo Nacional de la Villa Egusquiza (actual Gran Hotel del Paraguay), el 6 de abril de 1902. El velódromo (que era privado pese a su nombre), formaba parte de un amplio complejo recreativo. Provisto de tribunas y palcos, tenía forma ovalada y una extensión de 100 m. Varias carreras ciclísticas se corrieron en él como espectáculo pago. Fue, además, escenario del segundo concurso gimnástico de El Instituto Paraguayo, que se disputó por las fiestas mayas de 1902. Este concurso contó con competencias de salto, esgrima, carreras a pie y de bicicletas. Las pruebas ciclísticas consistieron en carreras de resistencia, mixtas y de velocidad, y concluyeron con un match final entre los ganadores de las anteriores.
EL PEDAL PARAGUAYO
El último espectáculo ciclístico del Velódromo fue el 29 de junio de 1902. Desde entonces no hubo noticias sobre nuevas actividades hasta la aparición, el 23 de abril de 1909, de un artículo que refería que el ciclismo, abandonado “hace ya algunos años”, podría renacer bajo los auspicios del club Olimpia, que había convocado “a todos los amateurs”.
Días después, el Olimpia anunció un torneo atlético en la Plaza de Armas por el aniversario de la Independencia, con carreras a pie, saltos, cinchadas, lanzamientos de disco, y una carrera de resistencia en bicicleta de 45 km (Asunción-Luque-Asunción), para la que se inscribieron amateurs de los clubes Olimpia, El Mbiguá y Libertad. Este torneo, incluido en el programa oficial de la Municipalidad de Asunción, se inició ante unas 5000 personas, el 14 de mayo de 1909. La final de la carrera de bicicletas fue “ovacionadísima”, pues se desarrolló “por caminos no muy buenos en un espacio de tiempo reducidísimo”.
El deseo de revivir al ciclismo quedó en eso, hasta que una Gran Carrera de Bicicletas, la del 1 de agosto de 1926 por el 21.º aniversario del club Libertad, lo rescató del olvido. En ella, cuatro jóvenes se disputaron la victoria, en 10 vueltas al field de Tuyucuá.
Trece meses y diez días después, la Sección de Ciclismo del Club Deportivo de Puerto Sajonia, como inauguración de sus trabajos, organizó otra carrera que suscitó mucho interés, al punto de que en ella compitieron diez ciclistas, desde el centro hasta el Sajonia. Se sucedieron otras, reservadas a los socios del club, una de las cuales fue filmada.
Al Sajonia se sumó El Diario, por entonces decano de la prensa nacional, que patrocinó una carrera de Asunción a San Lorenzo y vuelta, de cuya planificación fue responsable el jefe de la sección de deportes, Juan Esteban Carrón.
El 22 de octubre de 1927, día previo al de la carrera, Carrón publicó un interesante relato. Apuntó que el ciclismo había ganado muchos adeptos mediante el impulso de unos jóvenes que, con bicicletas traídas del extranjero, buscaron con creciente entusiasmo “nuevos paisajes y nuevas emociones”, pasando así de las calles de la ciudad a los caminos que conducían a los pueblos vecinos. Agregó que estos ciclistas habían ido a Luque –el 9 de octubre– en “el tiempo excelente de 1 h y 23 min”, sin que ningún desperfecto los detuviera, y que también habían llegado a San Bernardino, el domingo anterior, recorriendo “una distancia de 54 km en 8 h de lucha verdaderamente titánica”. Fue en San Bernardino, señaló, donde se ideó la carrera a San Lorenzo.
Entre el público que copó la vereda de El Diario, en la mañana del 23, estaban siete corredores con sus máquinas preparadas. La carrera se largó a las 5:50. Su trayecto fue libre. El campeón recorrió los 40 km de la carrera en 1 h y 45 min. Sorprendió a los jueces a quienes ya estaba esperando en la llegada, a pesar de que estos habían retornado a gran velocidad de San Lorenzo en el automóvil de control.
Tres días después, en el local de El Diario, se fundó el Club Ciclista El Pedal Paraguayo, del cual Carrón fue presidente. Y, a la semana, el domingo 30, a las 6:10, se largó la segunda carrera de El Diario (Asunción-Luque-Asunción) con 8 corredores. El ganador completó el tour en 1 h y 50 min.
El año 1927 cerró con la carrera del 25 de noviembre. Fue la última actividad promovida por la Sección de Ciclismo del Sajonia. De 24 km (Sajonia-Botánico-Sajonia), se disputó entre cuatro corredores, los más destacados. El triunfo lo obtuvo el que cruzó la meta en 1 h, 7 min y 25 s.
Un articulista de El Liberal destacó, el último día de diciembre, lo provechoso que resultó el año para el ciclismo: “Éramos uno de los convencidos, de que debido a nuestra pavimentación el desarrollo del ciclismo en nuestro país sería problemático (...) pero nos damos cuenta de que todo es al contrario, pues en el transcurso del año se constituyeron entidades para la práctica de este sport. / Antes de ahora por casualidad se tropezaba por nuestras calles con una bicicleta, en cambio hoy a cada paso vemos transitar varios aficionados dirigiendo con entusiasmo sus correspondientes máquinas”.
También, en 1927, se restableció el antiguo Club Ciclista Nacional.
PATROCINADORES
Durante 1928 y 1930 las actividades ciclísticas fueron numerosas y muy variadas. Entre las más destacadas se cuenta la carrera del Club Ciclista Nacional del 30 de setiembre de 1928 (Asunción-Luque-Asunción), pues por primera vez se compitió por equipos patrocinados por los representantes de bicicletas; inicialmente, los de Alcyon (bicicletas importadas por los hermanos Villalonga) y Bianchi (importadas por Juan Ernesto Corina). Se sumaron luego los equipos Peugeot (bicicletas representadas por los hermanos González Ligier) y Thomann (fabricadas por Alcyon y vendidas por los Villalonga). Esas bicicletas eran muy prestigiosas por su desempeño en competencias mundiales como el Tour de France o el Giro d’Italia.
Asimismo, a partir de la carrera del 30 de setiembre, las crónicas sobre ciclismo de los diarios aparecieron con frecuencia acompañadas por anuncios publicitarios que destacaban la victoria de tal o cual equipo, los nombres de los corredores victoriosos y las ventajas de las bicicletas respectivas.
Otra carrera memorable del Club Ciclista Nacional se corrió el 24 de febrero de 1929. Fue la segunda en extensión de la época (Asunción-San Lorenzo-Luque-Asunción) y enfrentó a los mejores corredores de los equipos Alcyon y Bianchi. Los del primero se impusieron por 45 s, al completar la carrera en 1 h, 35 min y 2 s.
El Club Ciclista Nacional realizó, además, carreras de homenaje, como las del 14 de abril de 1929, en recordación del Capitán Aparicio Figari, y las del 1 de setiembre del mismo año, en memoria del aviador de la Aeroposta Argentina Pedro Ficarelli. La Copa Ficarelli fue novedosa, pues contempló carreras de velocidad por pelotones (de 1000 m y categoría libre), de repechaje y el match final.
Durante esos años se disputaron las tradicionales carreras por las fiestas patrias o de aniversario. Por ejemplo, la del 15 de mayo de 1929, organizada por los dos clubes ciclísticos, para todas las categorías, siendo la de la primera categoría la más extensa de la época; o, la del aniversario de la refundación de El Pedal Paraguayo, el 13 de abril de 1930, en el Parque Caballero. En esta última competencia se implementó la modalidad a la americana: 30 vueltas y tres embalajes (en la décima, vigésima y trigésima vueltas), para equipos de dos hombres. Hubo también carreras individuales.
El Parque Caballero ya había sido escenario de una carrera de El Pedal Paraguayo, el 25 de noviembre de 1929. Consistió en 20 vueltas al circuito (28 km). El mejor tiempo fue de 53 min. Además, como desafíos particulares se realizaron raids que partieron de Asunción y concluyeron en Piribebuy, San Bernardino, Posadas, Capiatá, Limpio o San Juan Bautista de las Misiones, respectivamente.
No hubo participación femenina en las competencias u otras actividades ciclísticas en todo ese tiempo ni antes. Es de presumir que por convencionalismos sociales.
La última actividad de este primer periodo, de gestación y consolidación del ciclismo, fue la Gran Carrera Clásica del 29 de junio de 1930, organizada por el Club Ciclista Nacional, en la que el ganador obtuvo su victoria de una forma muy particular. Estando a 300 m de la meta cayó violentamente al suelo por haberse roto la cadena de su bicicleta, se incorporó y completó la carrera con 23 s de ventaja, arrastrando con dificultad su bicicleta. Luego, por unos cuantos años el ciclismo agonizó, hasta que nuevas actividades lo revivieron. Pero eso ya forma parte de otra historia.
¡Solo 50!
En 1928 había en Asunción 50 bicicletas, frente a 463 automóviles, 104 camiones de pasajeros y 244 camiones de carga. En esa época, la gran mayoría de los asuncenos se movilizaba principalmente a pie, en tranvía o a caballo.
Las marcas DE LA ÉPOCA
Antes de la aparición de los equipos de competición, los corredores utilizaron bicicletas de las marcas Royal, Au Bon Marché, Presto, Printemps, Legnano y Milano. A fines de 1930, el señor Próspero Luis Giangreco (presidente del Club Ciclista Nacional) importaba bicicletas Ranger, y anunciaba la introducción de las afamadas Automoto. Además, hacia 1925, se vendieron bicicletas alemanas Stoewer.
¿Cuánto costaba una bici?
El precio de una bici, compuesta de un cascabel, una corneta, un farol a kerosén y un inflador como accesorios era, en enero de 1902, de 400 pesos. Con eso, por entonces se podían comprar unos 320 kg de azúcar.
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