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Este apasionado de la historia de su comunidad comenzó hace 18 años la tarea nada fácil de juntar las más de 6.000 piezas que atesora en su colección, donde se puede encontrar desde una utilitaria pava para calentar agua traída por los inmigrantes, objetos y recuerdos traídos de los campos de batalla de la Guerra del Chaco, la Guerra del 70, instrumentos musicales, fonógrafos, un uniforme militar soviético, un molino de carne de 1859, un sable de caballería del ejército paraguayo durante la Guerra contra la Triple Alianza, un cheque firmado por el dictador Alfredo Stroessner hasta un ejemplar de la Biblia más pequeña del mundo, y el primer número del diario Clarín, de Buenos Aires, donde el tema de tapa es el bombardeo de Hiroshima, Japón, durante la Segunda Guerra Mundial. Teléfonos, obuses, radios, armas, lámparas y una infinidad de objetos pintan el desarrollo en el tiempo de una comunidad de gente culta, interesada por los acontecimientos mundiales y, sobre todo, conectada a lo más moderno de la época, pese a estar casi aislada en un pueblo donde la principal ruta de conexión era el río Paraná y las picadas transitadas a carro tirados por caballos.
Apasionado de su labor, Fisher lamenta la falta de apoyo de algunas entidades oficiales para mantener su museo. Me cuesta alrededor de seis millones de guaraníes al mes mantener las instalaciones y la seguridad, y casi nunca recupero en concepto de entradas, sostiene.
Pero afirma que hace esta tarea como un compromiso con la historia de su comunidad, con sus antepasados y que este es su legado para su pueblo.
El costo de las entradas es de G. 20.000 para los connacionales y, G. 30.000, para los turistas extranjeros. El museo funciona también como una tienda de antigüedades y existen piezas que se pueden adquirir, así como remeras y tazas con inscripciones del museo y otros suvenires.
Texto y fotos jaroa@abc.com.py