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El vino es también arte, muy ligado a la música y a lo visual. Toda exhibición va siempre acompañada de unos y otros, y es esto –creo yo– lo que le dio un aire un poco snob al vino durante muchos años. Pero hoy en día se hizo más general, siendo muy diverso el mundo de los consumidores actuales, para quienes el placer de disfrutarlo por su calidad, sabor y color es lo realmente importante.
Pero volvamos a la música… Cuando en abril fui a visitar la bodega de la Viña Montes, en el valle de Colchagua, Chile, los vinos que reposaban en barricas de madera escuchaban cantos gregorianos las 24 h. Según el enólogo y propietario de la bodega, don Aurelio Montes, las ondas que transmite la música del canto tranquilizan al vino y le daban el movimiento exacto para su buena maduración. Algunos dirán ¡qué locura!, mientras que otros dirán que todo organismo vivo (como lo es el vino) disfruta de una buena música o, en este caso, más bien, de la buena vibra en el ambiente en el que estas barricas se encuentran. La verdad es que a mí me gustó y el tiempo que estuve allí me sentí muy bien con la música de fondo.
Recientemente estuvo en el Paraguay mi amigo Mike Barrow, de la Bodega CostaFlores Organic Vineyard, en la que produce su vino MTB, en Mendoza. Allí, él está desarrollando un proyecto llamado Vinophonics, que consiste en captar los sonidos en diferentes etapas del ciclo de crecimiento de la planta, pasarlos por sintetizadores y volver a reproducirlos a un volumen mucho más alto, para estimular a las plantas en su etapa de floración y posterior maduración de los racimos. La idea está y, si le da resultado, será bienvenida, porque con esto se busca la mayor calidad de las uvas.
El famoso Château Palmer, en el AOC Margaux de Burdeos, Francia, también está trabajando en un nuevo proyecto de Box Music en sus viñedos. Ellos han estado experimentando con una caja de música para probar la teoría de que las ondas de sonido pueden ayudar a que las vides florezcan. Según el director general de la bodega, Thomas Duroux, la idea es hacer un período de prueba de tres años. El experimento se basa en una teoría y un método ideados por el físico y músico francés Joel Sternheimer en la década de 1980. Sternheimer afirma que diferentes notas musicales o sonidos con diferentes longitudes de onda pueden afectar la síntesis de proteínas en las plantas. El estudio fue publicado en 1994 por la revista New Scientist. Científicos y músicos creen que el uso de diferentes tipos de sonido en la vid puede tener un beneficio en la floración y el crecimiento vegetativo, pero también puede ayudar a controlar enfermedades de la viña.
Solo puedo decir que la música siempre está presente en el vino y solo nosotros, los humanos, lo podemos disfrutar. Espero que las viñas y barricas también lo hagan. A todos, ¡salud! y hasta el próximo domingo.