Los Feschenko, a puro amor

Eduardo Feschenko (46) es papá de 12 hijos, está casado con Lourdes desde hace 20 años. Muy amable accedió a compartir sus ideas e intimidad familiar para conmemorar el mes del padre. “Los hijos nunca son un accidente, sino un don de Dios y fruto del amor”, expresa con convicción y enorme satisfacción.

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Eduardo recuerda una infancia feliz y tranquila. Es hijo del Gral. de Brigada Pablo Feschenko y de la profesora Gloria Gilardoni Díaz. Sus abuelos llegaron a Sudamérica a principios del siglo pasado tras la invasión rusa a Ucrania; después de pasar por Argentina, se instalaron en colonia Fram, Itapúa. El prolífero papá arranca la entrevista diciendo: “Tener muchos hijos no es nada fácil, pero es inmensa la alegría que nos brinda cada uno”. Eduardo y Lourdes tienen 12 hijos nacidos por parto natural y, dos bebés más “que los esperan en el cielo”. Sus hijos son: María Belén (19), Matías José (18), Camila Nazareth (16), Federico Javier (13), Guadalupe de los Ángeles (12), Lucía del Mar (9), Joaquín Sebastián (7), Ana Florencia (6), María Inés (4), Lucas Denis (2) y los gemelos Juan Pablo y Josemaría (3 meses). Eduardo es economista, con un posgrado en Economía en Chile. Trabaja en el BCP. Un día normal en lo de los Feschenko es bastante movido; empieza a las 5:30. Mientras el papá se encarga de despertar a los chicos, la mamá hace el desayuno. Durante este tiempo se ajustan las tareas del día y salen todos, menos los gemelos que quedan a cargo de sus fieles colaboradoras, Érica y Felipa. Así entre los hijos entrando y saliendo, según sus actividades, pasa el día. A la noche, a más tardar a las 20:30 llega la hora de la cena, lavado de dientes, rezar y a dormir. “Cuando arriba todo está en silencio, continúa nuestro movimiento con los gemelos –detalla Eduardo–. Llegamos a la medianoche y cuando nos disponemos a descansar, escucho desde una habitación: ‘Papá, traéme mi leche’ y ahí voy a llevársela y cantarle un ratito hasta que se quede dormido”.

–¿Qué modelo de papá te define?

–Mi prioridad es estar siempre cerca de ellos. Sé que mi encargo como papá no es solo sacar adelante económicamente a mi familia. Amo a cada uno de mis hijos, quiero que sean felices y hagan felices a los demás. En las manos del papá, lo demuestran estudios, está el equilibrio emocional de los hijos.

Jugamos mucho en el patio con la pelota. A la noche, los cuentos, aunque ahí el sueño me traiciona y al que yo iba a hacer dormir dice: “El cuento ya le hizo dormir a papá”. Quiero estar siempre cerca y disponible para enseñarles con la palabra y el ejemplo.

–¿Qué te marcó en esta ininterrumpida vivencia de papá?

–Aprendí que los sacrificios valen la pena por amor y los realizamos con gusto. Recargo mis fuerzas con sus besos y abrazos. También me he dado cuenta de que la autoridad debemos ejercerla para el bien de ellos y saber encontrar el equilibrio para descubrir el momento en que debemos ir aflojando –cuando ellos ya deben empezar a vivir su propia vida–, con mucho respeto y siempre con disponibilidad de servicios cuando lo necesiten.

–¿Cómo llevás el gran tema de la manutención económica?

–Le agradezco a Dios por el hecho de haber estudiado Economía, ya que me sirvió para poder administrar los recursos financieros familiares y cubrir las necesidades básicas de salud, alimentación, vivienda, vestimenta. También es cierto que tenemos que renunciar a muchas actividades u objetos que pueden ser catalogados como lujosos y semilujosos, por lo tanto, prescindibles.

–¿Y tu esposa?

–Ella tuvo que postergar algunos años sus estudios profesionales, lo cual le agradezco infinitamente y reconozco como mérito suyo. Ahora ya terminó su preparación en la enseñanza didáctica con muchos años de experiencia en un colegio y sigue estudiando a distancia.

–Sí que es una mujer fuerte.

–En todo sentido. Nuestros médicos están muy pendientes de su salud y la de los niños.

–¿Cuál es el valor principal que les transmitiste a tus hijos?

–Siempre estuvimos de acuerdo con mi esposa en la educación y queremos vivir con los valores tradicionalistas que nos inculcaron nuestros padres y según la religión católica, apostólica, romana. A nuestros hijos les hemos enseñado que hagan sus respectivas vidas siguiendo este esquema de prioridades: Dios, familia, estudio o trabajo, amigos, diversiones, etc. Que construyan su vida en el bien y la verdad, eso implica que deberán esforzase por vivir virtudes.

–¿Con qué hijo/a tenés más afinidad?

–A cada uno lo amo como si fuera el único. Por supuesto se está más pendiente del más chico o del enfermito, pero eso no tiene que ver con el tamaño ni la intensidad del amor. Cada uno me llena de orgullo y ellos lo saben. Belén disfruta de su trabajo y la facultad. Matías está poniendo lo suyo también para ingresar. Camila y Pupe mejoraron sus calificaciones y juegan hándbol. Fede encontró su deporte, el vóley. Lucía es muy creativa, Joaquín compite en ajedrez, Flopy ya lee y escribe, Inés canta una belleza, Lucas ya dejó el chupete. Y “los gemes” ya me reconocen y sonríen a mis estímulos.

–Seguro tenés anécdotas para escribir un libro.

–¡Sí! Me acuerdo cuando llevamos a mi hija bebé a internarse en un hospital maternal, y todos sus hermanitos (en esa época eran 8) caminando con ella, escoltándola como si fuera la presidenta de la República; copamos el maternal. O cuando anunciamos en la cena, un día de semana pero con platos y mantel de domingo, que venían los gemelos. Fue un encuentro inolvidable.

–Hay una corriente que condena a los matrimonios que tienen muchos hijos y promueve métodos de anticoncepción, incluyendo el aborto. ¿Qué pensás al respecto?

–Siguiendo el orden de vida que te mencioné más arriba, está claro que el asesinato de los bebés en el seno materno es deleznable. La paternidad responsable es un criterio muy importante y no es sinónimo de un simple control numérico. Cada matrimonio debe elegir la cantidad de hijos que quiera tener tratando de vivir la generosidad y sacrificios por amor. Siempre es necesario tomar esta decisión con una visión sobrenatural de la vida, que incluya a Dios, ya que Él es el único que puede darle alma al hijo. Nosotros los padres contribuimos de manera fundamental pero en menor medida que Dios mismo. Tenemos muy claro que cada hijo es un regalo divino y no un derecho de la mujer.

–¿Qué les dirías a los jóvenes que son papás por accidente?

–Que un hijo jamás es un accidente. Valientemente hay que asumir la responsabilidad. Si están dadas las condiciones de formar un hogar con la mamá, genial, si no, no forzarlo. Lo ideal sería que el niño nazca dentro del matrimonio, ya que esa unión está llamada a procrear, amar y entregar buenos hijos a la sociedad.

lperalta@abc.com.py

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