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Leo (52). Jugó durante diez años todo tipo de juegos de azar. Cuando tocó fondo y no tenía más de dónde quitar dinero para poder jugar, le contó a su esposa su problema. Fue así que su hermano le ayudó económicamente para pagar sus cuantiosas deudas, con el fiel compromiso de buscar ayuda.
“Por suerte no perdí mi trabajo, fue una ayuda muy importante para mí. Conocí el programa hace tres años gracias a mi cuñada. Así empezó mi recuperación. Me di cuenta de que me querían sinceramente. Hay grupo de familiares y amigos. Los primeros tiempos fue difícil. Mi señora trabajaba y ella se encargó de mantener la casa. Lo cierto es que de 29 años de casados, 26 me dediqué a la joda, al juego. Además, soy alcohólico. Tengo doble adicción, pero estoy saliendo adelante, gracias al grupo.
Leo invita a las personas adictas al juego que se acerquen al grupo. Solamente el que está en el programa sabe el problema que implica la enfermedad.
“Yo intenté hasta suicidarme, a consecuencia de la enfermedad. Hay que pedir ayuda porque uno no sale solo”, sugirió.
Ramón (59) hace 25 años convive con doble adicción: alcoholismo y jugador compulsivo.
“Mi detonante para el juego siempre fue el alcohol. Solo estando ebrio pisaba un casino, me sentaba en una mesa de juego, me iba a una carrera de caballo o jugaba bingo, significó.
Y agregó que su principal característica es la compulsividad. Ahora que formo parte del JA me doy cuenta de que es una enfermedad que se llama ludopatía, que es la incapacidad de controlar mi apuesta y el tiempo de mi juego.
Ramón dijo que a partir de reconocer que tiene problema de trastorno emocional, consideró que era el momento de entregarse a un programa que le dé la posibilidad de ser mejor persona y vivir la vida como cualquiera lo haría en condiciones normales.
Significó que desde el momento que reconoció que tiene problema de juego compulsivo y del programa y a la asidua asistencia al grupo tuvo la satisfacción de recuperarse como persona, de aceptar sus errores.
“Antes hacía prevalecer la soberbia, la autosuficiencia, el orgullo, la terquedad. Luego, mis antivalores lo reemplacé por valores espirituales que el programa me ofrece como la humildad, la bondad, la generosidad, la verdad, la honestidad que hizo que cambie de mentalidad”, indicó.
El entrevistado dijo que a partir del cambio de mentalidad, nace una nueva manera de pensar y de vivir en forma personal y familiar. Comentó que es una enfermedad lenta y progresiva.
El programa ofrece unas 20 preguntas para identificar a las personas dentro del rango de la compulsividad del juego y contestar afirmativamente siete preguntas, el jugador debe acercarse a los grupos a pedir ayuda.
Dentro del grupo JA no se pagan cuotas ni honorarios. No clasifica posición social, cultural, económico ni religión. El único requisito para ser miembro es el sincero deseo de dejar de apostar y reconocer que el juego ya lo venció.
Dentro de las actividades de los grupos, todos pueden asistir por igual, no existen discriminaciones.
Paralelamente, hay grupos de familiares y amigos que tienen un grupo que funciona simultáneamente con JA para un soporte de apoyo para la persona afectada.
Línea de vida
La ludopatía es una enfermedad de trastorno emocional y se caracteriza por la incapacidad del jugador de controlar sus apuestas. Está reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1992.
El juego para el jugador compulsivo se define como cualquier apuesta o participación en apuesta, para sí mismo o para otros, sea por dinero o no, no importa lo pequeña o insignificante que sea, donde el resultado sea incierto, dependa del azar.
Jugar de manera compulsiva es una enfermedad de naturaleza progresiva que nunca puede curarse, pero que puede detenerse. La honestidad, la receptividad y la voluntad son palabras claves para la recuperación en el Programa de Recuperación de Jugadores Anónimos.
La línea de vida es para ayudar a las familias afectadas por la adicción del jugador compulsivo. La hermana Regina Sian es la asesora espiritual.
Los martes y viernes se reúne el grupo: “Juntos Venceremos” de 19:00 a 21:00, en la parroquia San Rafael ubicada en Cruz de Chaco N 1690 c/ Alfredo Seiferheld, Asunción.
Los sábados en Lambaré de 17:00 a 19:00 en la parroquia San Baltasar, ubicada en Bruno Guggiari c/ Las Palmas.
Los lunes de 18:00 a 20:00 en la parroquia San Lucas ubicada en Amado Benítez, Área 1. Ciudad del Este.
eolmedo@abc.com.py