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“Fui nominado este año dentro de La Noche de las Estrellas que se realizó el 7 de setiembre en el salón Wagram de París. Recibí el premio con mucha alegría. Si bien soy educador y técnico RR.PP. en L’Oréal, a nivel personal significa mucho para mí porque es un reconocimiento a la tarea o al destino profesional que uno tiene”. El premio, también llamado “Industry Friends & Partners”, tiene por objeto considerar la trayectoria del peluquero sobre todo para jerarquizar la profesión. “Fue mi 4ª vez en París, pero la segunda en La Noche de las Estrellas, la primera vez fui invitado. También estaban presentes colegas paraguayos y otros de Sudamérica. Por este galardón me siento muy bendecido y fortalecido para trabajar, para hacer hoy las cosas que mañana serán mejores”, dice Luis, quien también dedica este premio a sus seguidores. “Ellos saben que hay un antes y un después en Luis De León”, manifestó.
“Soy un luchador”
Nacido en Concepción hace 46 años, es el mayor de 3 hermanos. Creció a base de pescado que traía su padre del río Paraguay. Su familia se trasladó a Asunción cuando él tenía 11 años. Es técnico industrial por el Colegio Técnico Nacional y Químico por la UNA. “No contento con eso, estudié Administración de Empresas y Contables en Columbia. Y terminé siendo peluquero, todos me conocen como ‘el colorista’”, afirmó.
–No está mal, un colorista con conocimientos químicos.
–Seguí química porque quería ser médico, pero mis padres no podían pagar. La vida me llevó hacia el mundo de la belleza. Un día, buscando trabajo, peleo por un puesto de marketing en una empresa, sin saber que era para L’Oréal. Me contratan y me envían a hacer un curso a Bs. As., al regresar empecé a testear los productos de color y ahí es cuando descubro esta pasión.
–Al tiempo te fuiste a EE.UU.
–Me fui de grande, a los 36 años, por un año y terminé quedándome 6. Fue muy duro, no sabía inglés, tenía 120 dólares en el bolsillo, nadie me contó que había temperaturas tan bajas. Yo solo quería trabajar en peluquería y ganar dinero. Después de un año de buscar y buscar, un día el teléfono sonó, era una americana que quería hacerme una entrevista. Allá conocí eso del sueño americano, pero mi objetivo era ganar plata para comprarle una casa a mi mamá. Mi papá había muerto y yo me quedé no solo como hijo mayor, también fui esposo, hermano, tío, tenía que mantener la casa.
–¿Compraste la casa?
–(Se emociona) Sí, le cumplí. Soy un luchador, siempre fui y soy un enfermo del trabajo. Al volver tuve que reconstruir con mi madre una relación que se había tornado difícil por la distancia; ella se había quedado muy sola.
–Con la estabilidad que conseguiste, ¿por qué volviste?
–Pensé que Nueva York no me iba a absorber, pero con el tiempo, sin olvidar mis raíces, me volví un americano más. Volví porque L’Oréal Paraguay por tercera vez me ofreció un puesto; al llegar asumí como gerente de educación. También pesó mucho el tema afectivo, familiar y de amigos. Me siento muy bien, no me arrepiento, me fui por una puerta grande y regresé, siempre digo, con gloria.
–¿Cómo es tu relación con los diversos públicos?
–Almuerzo y ceno con peluqueros, con clientes de clase alta; con la misma alegría doy cursos en el interior bajo un árbol y vuelvo con una docena de huevos caseros o con el gusto de una sopa de pollo que hicieron en mi honor porque estaban contentos. Así trabajo yo.
–¿Te sentís valorado, querido en el ambiente de la belleza?
–Soy muy querido. Si te doy un abrazo, lo sentís. Pero no le puedo agradar a todos, siempre hay alguien que no comparte tus logros o si no encuentra un punto negro en tu trabajo, lo busca en tu vida personal. Cuando hay onda negativa, cierro la ventana, paso la página.
–Te perfeccionás constantemente, ¿qué más te gustaría hacer?
–También estudié asesoría de imagen en la Universidad de Manhattan, sé mucho de moda, aplicar esos conocimientos es una materia que tengo pendiente.
–¿Cuál es tu reflexión en este momento de tu vida?
–Muchos de los caminos que nos llevan a que nuestra vida sea mejor están escritos de antemano. En la vida no hay errores, hay lecciones, hasta el dolor puede ser un buen maestro.
Bien a la moda
“Estamos súper actualizados en peluquería respecto a Europa. Las mujeres paraguayas van mucho más que otras a la peluquería y eso hace que haya cada vez más demanda de salones”, dice Luis. El experto aconseja cambiar de look cada 6 meses o por lo menos 1 vez por año, “cualquier pequeño cambio es motivador”. El color va en función del corte y viceversa, así se logra alivianar la mirada, dar luminosidad al rostro, se resaltan los ojos, los pómulos, “son puntos que a veces cuesta que la clienta entienda”. Como opinión personal, el especialista comenta que le gustan los cabellos que lucen naturales y asimétricos, no muy largos y sin extensiones.
–¿Qué nos trae esta temporada?
–Cuando hablamos de verano, hablamos de colores que dan mucha luz al rostro: rojizos, cobrizos, caobas cálidos (que son los colores miel) y rubios. Todo el verano va acompañado de toques de mechas para romper la homogeneidad. La mujer de hoy busca un color personalizado, para eso hay que atender su tipo de rostro, el largo del cuello, del cabello, incluso a qué se dedica laboralmente, es decir, tiene que existir una buenísima comunicación. Lo fundamental cuando vas a proponer un color al cliente es tener la certeza de que lo que vas a hacer le va a quedar bien”.
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