Fragmentos: “Manicomios urbanos...”

Cuando Rafael Barret (1904) narraba sobre las injusticias, quizás no imaginaba que estaba marcando un punto de partida acerca de las injusticias en los manicomios incipientes que se instalaban en el Paraguay.

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Tan patético, concreto y expeditivo, en una de sus frases expone: “Para estar en un manicomio, simplemente basta sobrar”.

Cien años han pasado de su muerte y sus palabras fueron atrapadas en los ecos eternos de los muros manicomiales.

Sí, quedaron atrapadas, escondidas, marginadas, en las hojas amarillentas de su libro “El Dolor Paraguayo”, que en tiempos de la dictadura fue la lectura furtiva, anónima, temerosa, por las asimetrías rígidas, de represión, tortura, cárcel, marginación, manicomios. Por eso, prohibieron su lectura y reproducción.

Hoy, en pleno siglo XXI, esos mismos manicomios están allí pintados o maquillados, humillando lo humano de la vida: encerrando, deshabilitando, creciendo a expensas de la dignidad quebrada, que la habita.

Un modelo político de manicomio, movido y favorecido por la corrupción. Allí, la pobreza, el tráfico de drogas son otros fieles compañeros de encierros en el silencio del genocidio de la realidad. Es un “todos” contra “esos”. La desconfianza, el control y el terror son los protagonistas de la exclusión.

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