De la lactancia a libre demanda, a la crianza con apego

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El amamantar, ese acto tan simple y complejo a la vez, se construye y aprende, esencialmente de a dos: un niño que necesita alimentarse para sobrevivir y una madre que necesita, y desea, ofrecer su leche.

Sabemos, por otro lado, que el pecho materno no solo permite satisfacer completamente las necesidades nutricionales del lactante (al menos hasta los seis meses de vida), garantizando un crecimiento adecuado y una protección más eficaz contra las infecciones, sino que también le brinda todo el amor y seguridad fundamentales para su correcto desarrollo psicofísico.

A través de la lactancia a libre demanda, es decir, tomando como guía las señales de apetito que el bebé nos manifiesta (y no los horarios que el reloj nos marca), amamantándolo con la frecuencia que lo requiera y durante el tiempo que sus mamadas impliquen, estaremos favoreciendo también aspectos de la crianza con apego.

Por un lado, contribuimos al natural establecimiento de la lactancia, como forma de alimentación. El amamantarlo seguido nos ayudará a aumentar la producción de leche, ya que la misma es directamente proporcional al estímulo que la teta reciba, es decir: a más estímulo, mayor producción de leche.

* Laura Krochik, especialista en Lactancia y Crianza, del Primer Programa Argentino de Formación en Primera Infancia.

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