Abuelitos del Hogar La Piedad desean jugar a las cartas y tener más visitas

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Son 28 ancianos de entre 60 y 96 años los que viven en el Hogar La Piedad. Viven olvidados por sus familiares. Pasan horas interminables en espera de alguna visita. Los hijos que criaron les dan la espalda, no solo económicamente, sino que también les niegan lo más valioso para la última etapa de sus vidas: el afecto. Conversamos con algunos de ellos.

El Hogar de Ancianos La Piedad ubicada en Km 9, Vía Férrea, cuenta con 3 enfermeras, médico en gerontología y fisiatría. La manutención es gracias a los donativos que la ciudadanía caritativa les dona y la Fundación La Piedad.   

El director del hogar, el sacerdote José Fariña, nos dijo que son bienvenidos todos los donativos de alimentos y pañales para adultos que las personas de buena voluntad quieran hacer llegar al hogar.   

"Usamos 40 pañales diarios, las frutas para la mediamañana, carne y verduras nunca es suficiente. Además, recibimos con buen agrado ropas de invierno", significó.   

En el amplio predio de la Fundación La Piedad hay una huerta donde un abuelito sordomudo, Gumercindo Gómez, de 83 años de edad, se entretiene plantando algunas verduras. Otros en su rutina diaria toman mate y escuchan radio o ven televisión o conversan unos con otros.   
"Me gustaría habilitar una sala de juegos para los abuelitos, pero necesitamos el apoyo de alguna persona o empresario de buena voluntad para concretarlo", indicó el religioso.   

Rutina

Los abuelitos se despiertan muy temprano. Desde las 3:30 de la mañana algunos ya se levantan a preparar su mate y conversan. A las 7 desayunan, a las 11:00 almuerzan, a las 15:00 meriendan, a las 17:00 rezan el rosario y a las 18:00 cenan y muchos ya van a la cama.   

La mitad del total de los abuelos que residen en el hogar están en sillas de ruedas.   

La visita de los jóvenes o personas en general es fundamental para romper la rutina diaria de los abuelitos. Después de la visita están más contentos, hacen bromas y están animados, caso contrario pasan muchas horas en sus sillas de ruedas, en silencio, según el sacerdote Fariña.   

"Media hora de visita de gente extraña al hogar obra el milagro en la vida de los abuelos porque sienten un poco de alegría", resaltó el director del hogar.   

El responsable del hogar resaltó que la fundación La Piedad les ayuda con todos los insumos para la manutención del hogar aunque nunca son suficientes los pañales y las frutas de estación.   

"Estamos haciendo un proyecto de habilitación de una sala de manualidades hecho de arcilla y pintura y una sala de juego porque cuesta sacarles de la rutina a los abuelitos que la mayoría no tienen visita", resaltó.   

Qué opinan

Enrique Bello, de 96 años de edad, excombatiente de la Guerra del Chaco, afirma que peleó contra los bolivianos durante los tres años de guerra (1932 a 1935).   

Afirma que rezaba mucho a la Virgen en el campo de batalla y por eso no le pasó nada grave. Nació en Arroyos y Esteros, tiene 6 hijos. Su hija Beba es la única que viene a visitarla en el hogar y le cobra su pensión de G. 3.000.000 que le corresponde como excombatiente.   

Recuerda que peleó en Boquerón y Saavedra, Ingabi como soldado en el Regimiento de Infantería 14.   

"Pasé hambre y mucha sed en el campo de batalla, pero finalicé los tres años de cruenta guerra contra los "bolí", significó el veterano muy emocionado al recordar que peleó en la Guerra del Chaco para defender la patria.   

Benjamín González (66), hace 6 años que vive en el hogar. Vino desde Caaguazú, donde vivía cuando sus padres y hermanos fallecieron de leucemia y como no es casado ni tiene hijos, le trajeron al Hogar de Ancianos La Piedad, además porque sufrió un accidente que le dejó en silla de ruedas.   

"Solemos jugar truco, pero nuestras cartas ya están casi todas rotas", nos dijo a la vez de informarnos que un caballo le echó, golpeó las piernas y los brazos y gracias a la fisioterapia que le hacen en el hogar, está recuperando en parte la movilidad.   

"La verdad, nunca sobra en el hogar las frutas de estación, algunas golosinas, el rasurador, ropa de invierno sábanas y frazadas", concluyó el padre Fariña.
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