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- ¿Usted ya puede hablar?
- Claro que sí. Con el sobreseimiento libre que decretó el juez (Daniel Ferro) recupero todos mis derechos. Ya no tengo encima esa mordaza que nos impusieron a los supuestos golpistas. Hasta la semana pasada, solamente los fiscales y la gente del Gobierno podían decir todo lo que querían mientras, a nosotros, los jueces nos pusieron un parche en la boca.
- Los fiscales y la gente del Gobierno dicen que triunfaron las chicanerías de los abogados de ustedes.
- El responsable de las chicanerías fue el fiscal Alejandro Nissen. El 19 de julio de 2001 fue Nissen el que pidió al juez que se suspenda la audiencia preliminar. El tuvo legalmente seis meses para investigar. Pidió que se amplíe otros seis meses. Un año después, faltando 10 minutos para que termine el 20 de mayo de 2001 presentó su escrito de acusación sin presentar ninguna prueba. El juez le favoreció con un tiempo extra para que presente la prueba hasta julio. Unos 45 minutos antes de la audiencia, el 19 de julio, volvió a pedir otra prórroga para hacer un estudio más serio.
- ¿No podía redondear la historia?
- Se le dio una segunda citación para el 30 de julio de 2001. El juez le volvió a favorecer con una postergación. Ahí fue que nuestros abogados presentaron escritos denunciando que Nissen no presentó ninguna prueba. Ahí empezó a dilatarse. El caso estuvo en poder de la Cámara de Apelación otro año entero.
- ¿Ellos dejaron extinguir la causa?
- Claro que fueron ellos porque no tienen pruebas y seguramente pasó el tiempo y nadie ya quiso avalar esta farsa. Nosotros queríamos llegar al juicio oral y público para dejarlos en ridículo, para que se les ría todo el mundo y para demostrar ante los organismos internacionales cómo se usa el Poder Judicial, como una prostituta, para perseguir a los enemigos de estos sinvergüenzas que se adueñaron del poder. Pero nos dimos cuenta de que todavía hay magistrados que no están para avalar esa podredumbre que campea en ese Palacio de la Injusticia. Por eso nos declararon libres.
- ¿Nissen se ensañó con ustedes?
- El sabía perfectamente que no tenía ninguna prueba y continuó el circo. Todo lo que hicieron desde el 99 a esta parte forma parte de una feroz persecución política. El Poder Judicial fue un garrote que lanzaron sobre nosotros. Todo tiene relación, el caso Argaña, de la Plaza, el caso Debernardi, el secuestro Arrom-Martí, el supuesto golpe de 2000. Escuché a ese desfachatado de Galaverna que habla ahora de un nuevo marzo paraguayo. Son los mismos argumentos. Se acusa a las mismas personas. Usan los mismos testigos sin guardar siquiera las apariencias.
- ¿Quiénes son esos testigos?
- El subcomisario Gamarra, Javier Cazal, el mayor Mario Restituto González... Ese mismo equipo es el que nos acusa a nosotros de haber asesinado a Argaña, los que hicimos el supuesto golpe... Ese mismo equipo es el que acusa a los Arrom. Son los mismos que actúan con total impunidad.
- ¿Por qué siempre usted?
- Porque son unos ridículos, unos burros. No tienen idea de lo que es un golpe de Estado. Yo sé porque participé de un golpe de Estado en serio, donde desgraciadamente hubo pérdida de vidas humanas, donde el objetivo fue Stroessner, el hombre más poderoso de este país en el siglo XX, que hacía temblar con su sola presencia a cualquier paraguayo. Yo soy golpista, pero un golpista en serio. Soy golpista de 1989, un golpe que sirvió para liberar a los paraguayos de ese sátrapa de Stroessner. Y un golpe no se prepara en cinco meses, que fue el tiempo de libertad que tuve hasta el 18 de mayo de 2000, desde que me liberaron del caso Argaña.
- ¿A usted lo acusaron del caso Argaña?
- Me acusaron de matar a Argaña.
- ¿Quién le acusó?
- Esa fue una acusación de la misma viuda de Argaña.
- ¿Marylin Contreras?
- Me acusó de homicidio con fines de lucro. Puso que yo cobré por matar a Argaña. Hace más de dos años (dos años y siete meses) que tengo sobreseimiento provisorio. A pesar de las evidencias a mi favor el juez no me firma el sobreseimiento total.
- ¿Es por la acusación de este testigo farsante (Gumercindo) Aguilar?
- No. A mí me pusieron testigos falsos que dijeron que me vieron supuestamente quemando el Fiat (Tempra).
- ¿Quiénes son?
- Rubén Argüello, Isabelino Valdez y su colega periodista Andrés Caballero.
- ¿El de Canal 9?
- Ese mismo.
- ¿Dice que le vio?
- Misteriosamente, el periodista Caballero fue el primero que me acusó de la muerte de Argaña apenas transcurridos minutos del atentado. Declaró al juez que una señora le contó. Dijo ampararse en el secreto de la fuente periodística para no mencionar el nombre de la supuesta señora que le contó.
- ¿Quiénes son los demás?
- Por investigaciones que hicimos nosotros, los identificamos como funcionarios de la Senad (Secretaría Antidrogas). En el expediente figura su nombre, pero no dice su dirección ni nada.
- ¿Cuál es su situación militar?
- El general (Emilio) Canela me pasó arbitrariamente a retiro el año pasado. Para eso tuvieron que aplazarme de arriba a abajo. Me falsificaron mis documentos. En mi legajo militar me pusieron antecedentes como homicida. No tiene nombre lo que hicieron.
- La imagen que quedó en el público fue que usted fue uno de los líderes de ese supuesto golpe.
- Porque solamente ellos podían hablar y decir lo que querían y nosotros no. A mí me tuvieron incomunicado 11 días en la Guardia Presidencial con otros oficiales. Nos tuvieron como perros. Nos tiraban un pedazo de carne. Comíamos sobre un cartón. Nunca nos llegaron ropas y víveres que nos acercaron nuestros familiares. El fiscal tenía que ponernos en 24 horas a la orden del juez y estuvimos 11 días desaparecidos. Le voy a decir más: Walter Bower le torturó bárbaramente al comisario Alfredo Cáceres en presencia del comandante de la Armada y actual ministro de Defensa (Miguel Angel Candia) exclusivamente porque este policía cumplió con su deber.
- ¿Qué hizo Cáceres?
- El dice que estaba en la Policía y que hizo exactamente lo que debe hacer el superior en una unidad. Corría la voz (por la radio y la televisión) de que se había levantado la Caballería. Entonces, estando en la Comandancia, le llama a sus comandantes a sus celulares y no le ubicó a ninguno. Están registradas las llamadas. Le llamó al ministro del Interior, a Kanazawa, a Guillén.
- ¿Qué hizo?
- Asumió la responsabilidad del Cuartel Central, porque las unidades no podían quedar sin cabeza. El era el más antiguo. Fue todo lo que hizo. ¿Por qué se borraron los comandantes? ¿Por qué el comandante de la Armada, Candia, con Calé Galaverna, le prepararon una embarcación a González Macchi para cruzar a Clorinda? Fue la señora la que le frenó a ellos. Si cruzaba a Clorinda, ¿quién asumía la Presidencia?
- Galaverna.
- Claro. Es más. Este bocón (Galaverna) -porque ese es su problema- en la primera entrevista que concede, dice que hacía días que varios generales le tentaban a él con la idea de hacer un golpe contra González Macchi. ¿Por qué el fiscal Nissen no lo llamó nunca? ¿Dónde están las pruebas de las que tanto hablaba el charlatán de Pancho de Vargas?
- Pero igual insisten en que la conspiración existió.
- Dice Nissen, el acusador, en el expediente: Hubo 4 grupos que estaban conspirando, el primero estuvo encabezado por Rambo Saguier, el segundo por los oviedistas, el tercero por el senador Galaverna. Acusa al presidente del Congreso en su escrito de acusación. Y atájese quien viene después: el cuarto grupo estaba liderado por el Dr. Fernández Gadea.
- ¿Acusa al presidente de la Corte?
- En su escrito de acusación lo pone como una de las cabezas. Dice que los cuatro grupos estaban pujando para llegar al poder, pero solo nosotros estábamos presos y procesados.
- ¿Cuál es su deducción?
- Le voy a decir mi experiencia de cuartel. Es imposible que 2, 20 ó 100 personas vayan a tomar la guardia de un cuartel con tanta tranquilidad, mucho menos una unidad tan poderosa como la Caballería. Los que declararon en nuestra contra, el entonces teniente coronel Aquino, el coronel Ramírez, el coronel Noguera, que ya falleció, el general Franco, el coronel Collante, el teniente coronel Machuca, todos dijeron que estaban tomando mate y mirando el desarrollo de los acontecimientos. Si yo soy el comandante y dos o 14 tipos quieren entrar a mi cuartel, con yilé (hoja de afeitar) les voy a cortar. Y si no tengo, les voy a escupir o alguna cosa voy a hacer.
- ¿A usted de qué específicamente le acusaron?
- A mí, Nissen me acusa de haber tomado la guardia del Cuartel General, de tomar la guardia del RC 3, que tienen una distancia de mil metros uno de otro. Dijo que tomé la guardia del RC 2 en Cerrito, a 60 kilómetros, y que de ahí me desplacé al RC 1, que queda a 270 Km. de Asunción.
- Súperman.
- Después dice que vine hasta el centro a bombardear el Congreso y la FOPE.
- ¿Dónde lo detuvieron a usted?
- Dentro de la Caballería.
- ¿Qué hacía ahí?
- El comandante me hizo llamar de mi casa.
- ¿Quién era?
- El coronel Collante. Después de una hora viene y me dice el coronel Machuca (comandante de la agrupación logística) que me retire de la unidad. El golpe que ustedes hicieron fracasó, me dijo. ¿Qué?, le dije. No me voy a retirar hasta que se me aclare, le voceé. Ya veía venir lo que podía ocurrir conmigo. Yo me figuraba que si salía a pie para llegar a mi casa, que estaba a 400 metros, inmediatamente me iban a declarar golpista prófugo y me iban a asesinar con la excusa de intento de fuga.
- Pero, ¿usted acaso no aceptó ante la televisión que fue un intento de golpe?
- Lo único que yo dije cuando me preguntaron fue: vine por mi voluntad (al cuartel), porque nadie me obligó. Ahí es donde yo digo que esto es el inicio, porque era el inicio de nuestro sufrimiento. Yo ya estaba acostumbrado desde luego. En el micro al que nos alzaron encontré al coronel Varela, al teniente coronel Ursino Galeano, al mayor Benítez, al mayor Cardozo. Eran varios oficiales, unos retirados, otros activos. Nos preguntamos qué estábamos haciendo ahí todos mezclados.
- ¿Todos fueron llamados?
- Todos fuimos llamados por los comandantes. Después de un rato de meternos en el micro, me acuerdo, de repente, que el coronel Collante abrió la puerta y dijo: Acá están los golpistas y se abalanzaron sobre nosotros los periodistas con sus flashes y cámaras de televisión.
(continuará...)