Vida y costumbres paraguayas

En 1811 la población de Asunción no pasaba de los diez mil habitantes y la "Madre de Ciudades" se caracterizaba por un modo de vida muy sencillo y apacible.

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El derrotero asunceno mantiene desde entonces costumbres y tradiciones que son analizadas por la historiadora Mary Monte.¿Cómo era la vida social de la Asunción de  1811? ¿Qué características tenía la ciudad dos siglos atrás? ¿Qué  hemos conservado de aquella sociedad y qué hemos perdido?   
   
Según la doctora en Historia Mary Monte de López Moreira, la vida social se limitaba prácticamente a las tertulias hogareñas y a la misa de los domingos, actividades que se alternaban con alguna que otra festividad ofrecida por el Gobierno o las familias más tradicionales de la época.   

Así en la casa de los Zavala, Iturburu, Recalde, Machaín, Martínez Sáenz y Lara –principales familias de Asunción–  era donde se  hacían las fiestas y bailes.   

Una celebración muy pintoresca y tradicional era la de "Tupãsy la Merce ára"  cada 24 de setiembre. "Para esta festividad, mujeres de pueblo –no precisamente mulatas– vestidas con typói y luciendo peinetas de oro y rosarios de coral en el cuello  bailaban al compás de  los tambores. También se repartía unas rosquillas de harina con miel a todos los visitantes", refiere  Mary Monte.   

"Félix de Azara, quien visitó el Paraguay a finales de la época colonial para demarcar límites entre los dominios de España y Portugal, se refería a los paraguayos como gente muy alegre. Respecto a las mujeres hacía una comparación señalando que, si bien no eran tan bonitas como las de Buenos Aires, eran muy agradables en el trato y limpias. Las paraguayas acostumbraban a colocarse flores en el cabello y eso atraía mucho a los visitantes porque les daba un aire de sensualidad", menciona la historiadora.   

La misa de los domingos  traía cierto bullicio al predominante ambiente de calma de la ciudad. Concluida la ceremonia religiosa las casaderas iban a sus viviendas e invitaban a los mozos a tomar aloja fresca en tiempo de verano o mate dulce de leche con coco pisado  si era época de frío.   

La vida cotidiana   
   
En el día a día,  el mercado  (situado frente a donde estuvo la casa de los gobernadores, en la actualidad Alberdi y el Paraguayo Independiente)  ofrecía un espectáculo único, según la descripción del comerciante inglés Robertson. Desde muy temprano se escuchaba el sonido del guaraní, a las mujeres canturreando, todas vestidas de blanco. Traían para la venta sus masas dulces o saladas, algodón en rama, poroto, maíz, maní y muy pocas hortalizas. El pueblo hablaba el guaraní, pero la gente entendía y hablaba el castellano cuando quería, según refiere la historiadora.

"La población casi no consumía verduras. Incluso, en las casas de las familias más pudientes, la comida diaria era el cocido que nada tiene que ver con la infusión que hoy conocemos con ese nombre. Consistía en un pedazo de carne hervida con un poco de poroto, maíz con una cucharada de grasa de vaca, similar al español. A veces para espesarlo se le adicionaba un puñado de almidón de mandioca. A la noche volvían a comer la misma comida, pero previamente tomaban mate. Los jóvenes y los niños no cenaban, sino que tomaban el mate de leche con coco pisado (ka’ay he’ê)".   

La alimentación se complementaba con el consumo de muchas frutas, ya sea después del almuerzo y a lo largo del día. Bananas, melones de colores, granadas e higos eran muy comunes en la dieta. En casi todas las casas había plantas frutales y huertas.   

Del guavirá se hacía dulce con melaza o miel de caña, ingrediente muy utilizado para la elaboración de varios postres. "Así cuando venía un visitante ilustre se servía la melaza con queso. También se usaba la miel de una abeja muy pequeña que se conoce como "rubito". Se hacía dulce de maní, de guavirá, de higo, de unas naranjitas de la cual salió el koserevá. Desde entonces, los paraguayos ya eran my dulceros", asegura.   

Entre las bebidas, era muy frecuente la aloja, aunque también era costumbre que los hombres tomaran aguardiente como aperitivo. Había en Asunción –según  Robertson– un almacén de un tal Vargas, una especie de pulpería, el tipo de comercio que predominaba en la ciudad. Allí se vendía yerba, jabón, velas de sebo, atados de cigarro y algunas legumbres. Pero también actuaban como bar para tomar caña y solo ingresaban los varones pasadas las seis de la tarde.   

Fisonomía de la ciudad   

Según Mary Monte, la ciudad era pobre y modesta y se extendía en un cuadrilátero formado por las actuales calles Colón, Herrera, México y el Río Paraguay.   

En 1790 el Cabildo había decidido que la ciudad fuese dividida en barrios. A causa de la accidentada geografía  que presentaba Asunción,  las calles eran irregulares. Según el acuerdo del Cabildo,  el barrio de Samuhú-Peré  quedó conformado por "la  calle que viene de la chácara del señor Arzediano Zamudio, pasando por un lado de las casas del señor Coene, torcerá al norte a espaldas de San Francisco y, pasando por la casa de Santiago Pérez, bajará calle abajo por las casas de don Francisco Duarte y seguirá hasta el río, en cuya división estarán comprendidas todas las casas hasta salir de la ciudad".   

"No había delineación de las calles. Existían dos calles largueras arenosas (hoy Palma y El Paraguayo Independiente)  y ninguna  pavimentada. Las casas eran de adobe y techos de paja. Las viviendas de la gente de  élite eran de un material más firme, con techos de tejas grandes, rejas de manera labradas igual que las puertas. Las casas seguían el estilo colonial".    
   
Lo que conservamos   

En cuanto a las costumbres que predominaban hace 200 años, lo que se ha conservado sin muchas variaciones es la gastronomía. Las comidas típicas hechas a base de maíz y almidón como el chipá, el mbeju,  dulces como el kosereva o kyveve o el rora kamby, y el consumo del mate.   

"Por otro lado, siempre tuvimos una sociedad muy patriarcal y todo estaba sometido a la voluntad del padre. El respeto a los demás y a los mayores era una característica muy marcada en la época.  Esto subsistió hasta hace poco, cuando en las casas se trataba  a los padres y abuelos de Usted. Si pudiéramos rescatar por  lo menos esa parte de los valores  de esa sociedad sencilla, sin lujos, que vivió en tiempos de la Independencia  estaría mucho mejor".   

En cada hogar, la familia se sentaba para compartir ese cosido muy sencillo, pero no insumía un pedazo de mandioca sin elevar una oración a Dios padre. Ese hábito también se perdió.   

"En cuanto a viviendas, más que la Casa de la Independencia se perdió todo con el delineamiento de las calles y luego después de la guerra se derribaron las casas antiguas. Algunos objetos conservan algunas familias tradicionales de Asunción.   

A diferencia de otros  sitios  que estuvieron bajo la  dominación española, Asunción no estuvo sometida a estratos sociales muy diferenciados y coexistían casi por igual todos los grupos sociales. En parte eso se conserva hasta hoy.

1-  Una de las diversiones del pueblo eran las "rúas" que consistían en una especie de corso, donde los gremios de carniceros desfilaban  vestidos de indios guaicurúes; los sastres, de húngaros, y los zapateros, de turcos.

2-  Las mujeres andaban descalzas y solo en ocasiones muy especiales usaban calzados con hebillas. Toda la población –mujeres, hombres e, incluso, los niños– fumaban cigarros. El tabaco era algo muy común en la vida cotidiana.

3-  Tras los días de lluvia, las calles de la modesta ciudad de Asunción se volvían intransitables por los raudales  que arrastraban todo lo que había a  su paso, incluyendo animales.  Ante  una tormenta cerdos y gallinas  eran resguardados.
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