Victoria SA es víctima de engaños, estafas y robos

La Cámara de Senadores devolvió a la comisión de Bienestar Rural el pedido de expropiación de 158 mil hectáreas, pertenecientes a la firma coreana Victoria SA. Esta decisión tomó el plenario, en su sesión del jueves ultimo. Lorenzo Myung, director gerente de la empresa, relató en una entrevista el vía crucis que padece Victoria SA, acosada por chantajistas, delincuentes y políticos corruptos del Alto Paraguay.

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-¿Cómo se produjo la presencia de Victoria SA en Puerto Casado?
-El reverendo Moon consideró oportuno realizar inversiones en el Alto Paraguay, en el área que ecológicamente comprende el Pantanal, en procura de proteger el sistema de esa región.

-¿Cuáles fueron los primeros contactos en Paraguay?
-Se conversó inicialmente con el gobernador del Alto Paraguay, Tarcisio Sostoa, quien en ese momento era la principal autoridad en esa región. Para nosotros era un referente del gobierno, por algo era gobernador. Sostoa comprometió el respaldo necesario a la inversión y parecía muy entusiasmado cuando se hablaba del carácter ecológico del proyecto, del ecoturismo y de la instalación de un frigorífico para exportación de carne ecológica. El reverendo Moon recibió un fuerte apoyo del gobernador de Alto Paraguay.

-No habrán conversado solo con Tarcisio Sostoa.
-La siguiente entrevista fue con el presidente de la República, en ese momento el ingeniero Juan Carlos Wasmosy. El reverendo lo visitó en su casa, donde el ingeniero Wasmosy ofreció una cena en su honor. También comprometió todo el respaldo necesario para las inversiones previstas en Alto Paraguay. Esa noche, el ingeniero Wasmosy presentó al reverendo Moon al doctor José María Pujol, dijo que era una persona de confianza y que se podía recurrir a él. Así apareció en escena Pujol, que hoy está procesado por graves delitos en el caso BNT.

-¿Por qué se instalaron en Puerto Casado, un pueblo con una situación social conflictiva?
-Se realizó un estudio de factibilidad. Se sabía que en tiempos de Carlos Casado era una ciudad floreciente, pero que el declive de la empresa fue dejando sin sustento a la población. Había obreros sin trabajo y la empresa necesitaba personal para implementar sus proyectos de inversión, como el frigorífico ecológico y el ecoturismo que requieren mucha mano de obra. Entonces se decidió comprar tierras en la jurisdicción de Puerto Casado, pensando en un desarrollo conjunto con los casadeños. Se pensaba que existiría un interés compartido, porque la empresa necesitaba personal y los obreros estaban sin trabajo.

-¿Las negociaciones para la compra de tierra tuvieron lugar en Asunción o en Montevideo?
-En Asunción. Se compraron 31 propiedades, negociadas aquí, en Paraguay. Mucha gente cree que las tierras se compraron en bloque de Carlos Casado SA, pero esta empresa fue vendiendo fracciones de su propiedad a grupos de inversionistas italianos y españoles, sobre todo. Victoria SA realizó negociaciones con diversos propietarios, hasta totalizar la compra de 31 fincas que hoy se encuentran bajo nuestra administración.

-¿No volvieron a mantener contacto con el gobernador Sostoa?
-Cuando terminaron las negociaciones y se entrega una seña de trato en efectivo, apareció de nuevo en escena Tarcisio Sostoa. Se entrevistó con el presidente de Victoria, el señor Park, diciendo que se compraron tierras donde él tenía derechos adquiridos. Aseguró que tenía 100 mil hectáreas y 10 mil cabezas de ganado en Puerto Casado. El señor Park se mostró sorprendido porque no se encontró ningún título de propiedad a nombre de Sostoa.

-¿Qué alegaba Sostoa para fundamentar que era dueño de 100 mil hectáreas?
-Tenía un juicio de usucapión contra Carlos Casado SA. Sostoa dijo que el juicio se encontraba muy avanzado y que estaba por ganar el pleito, siendo esas 100 mil hectáreas prácticamente de su propiedad y que Victoria estaba negociando sin considerar sus derechos. Sostoa, por ceder sus supuestos derechos sobre las 100 mil hectáreas y 10 mil cabezas de ganado, pidió cuatro millones de dólares. ¡Una fortuna! La empresa se negó a pagar esa suma. Al final, Sostoa perdió ese juicio.

-Ese fue el comienzo del vía crucis.
-En ese momento era un político poderoso. Sostoa movilizó a sus operadores en Puerto Casado. Se realizó una gran manifestación en repudio a la venta de las tierras de Carlos Casado, se dijo que el reverendo Moon compró sin consultar al pueblo. Eso era mentira. Se habló antes con el presidente de la República, con el gobernador, con las autoridades municipales de Puerto Casado. Sostoa inclusive viajó a Corea invitado por el reverendo, con quien se entrevistó. Se lo trató como a una autoridad representativa del Paraguay.

-¿Sostoa no mencionó con anterioridad su juicio de usucapión?
-Jamás dijo una palabra. Antes de que se entregue la seña de trato mantuvo en secreto su juicio de usucapión. Prometió todo su apoyo, pero en realidad estaba esperando que la venta sea realidad para intentar engañarnos. No aceptamos transar, por eso el inicio de una persecución despiadada. Todo fue premeditado por Sostoa y un grupo de políticos del Alto Paraguay.

-Resulta llamativo que el pedido de expropiación de Rachid Lichi se haya presentado a menos de 24 horas de comprarse la propiedad.
-Bader Rachid Lichi, al día siguiente de la titulación de las fincas, ya pone a consideración del Parlamento la solicitud de expropiación de 150 mil hectáreas, sin tener siquiera seguridad sobre la superficie total adquirida. Tarcisio Sostoa propone un arreglo, ofreciendo de nuevo sus supuestos derechos, a cambio de un pago para que la expropiación no tenga lugar.

-¿Qué papel jugó en ese momento José María Pujol?
-La empresa resolvió que Pujol maneje el tema, considerando que ya tenía el cargo de asesor de Victoria. Allí las aguas se calmaron. Manifestaciones terminaron, pedido de expropiación se archivó. Se olvidaron de Victoria.

-¿No resultó extraño que todo haya terminado en silencio?
-El ingeniero Wasmosy presentó a Pujol como un hombre influyente, de confianza. Se pensó que la tranquilidad fue resultado de su trabajo. Estábamos optimistas, con la convicción de que por fin podríamos comenzar a trabajar. Tenía en ese momento el cargo de gerente de control de bienes y viaje a Puerto Casado para realizar inventario. Encontré un robo descarado de animales. No sacaban dos o tres vacas, sino transganados enteros. Se invirtió un millón y medio de dólares en la estancia Campo Verde, para tener animales de primer nivel pero el ganado en realidad no existía. Para que tengan idea de la magnitud del saqueo: teníamos cuatro mil cabezas de ganado de vientre y al año nacían 15 ó 20 crías. Dijeron que no había toros. Se entregó dinero a Pujol, en efectivo, para comprarlos. Se gastó en vacas viejas. Se trajeron rejugos de toros. Fuimos vilmente estafados. Alto Paraguay se reía de nosotros, de la facilidad con que se podía robar a los coreanos.

-¿Qué correcciones se implementaron?
-Despedimos a los ladrones, a José María Pujol, entre ellos. Ese fue el inicio de las grandes manifestaciones, porque también salieron los operadores políticos del intendente Pedro Martínez Segovia. Engañaban al pueblo, con la mentira de que se luchaba por sus derechos.

-¿Cómo se involucró el intendente de Puerto Casado?
-Políticos de Puerto Casado exigieron cupo de empleados, para sus operadores. Se aceptó, pensando en que se respetaría el acuerdo de trabajar, pero en realidad metieron a corruptos. Me reuní con el intendente y los concejales, para encontrar una solución al robo. Lo que me respondieron fue terrible: dijeron que era una intendencia pobre y exigieron seis contrataciones de políticos, con un sueldo de un millón y medio de guaraníes. Si aceptábamos, entonces tendríamos tranquilidad porque las manifestaciones terminarían de inmediato.

-¿Cuál fue su respuesta?
-Terminante no. Una empresa privada no se puede desangrar, se tiene que producir para tener capital y la gente tiene que trabajar para ganar su dinero. Una empresa no es como el Estado, que puede tener funcionarios sin trabajar.

-La reunión no habrá terminado bien.
-Lo que vino fue terrible. Una turba tomó por asalto las instalaciones de Victoria, destrozaron, saquearon. Todo lo que había llevaron o rompieron. Un vandalismo total. Para colmo, el Ministerio de Justicia y Trabajo nos impuso una multa de 300 millones de guaraníes porque no teníamos botiquines, las luces eran insuficientes y los extintores no estaban señalizados. Estos accesorios fueron destrozados por los manifestantes y a nosotros nos multaron. Eso fue injusto, pero lo peor llegó cuando la jerarquía de la Iglesia Católica se sumó a los delincuentes.

(Continuará en una próxima nota)
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