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El primero quien le tocó la oreja fue el Cnel. (SR) José Manuel Bóveda. Este, como si se dirigiera a una tropa en formación, hizo mención de situaciones de traición que marcaron a varios personajes de la historia. Fue urdiendo un paralelismo hasta enfocar sus dardos al compañero, quien justo tiene su banca frente a la suya. Dijo que no se animaba a mirarle la cara por temor a ser contagiado "por alguien que traiciona a un amigo; peor aun, a un amigo que está preso", en referencia a Lino Oviedo, nombre que pronunció con cierta reverencia.
No pasó mucho para que Velázquez Ugarte respondiera. Dijo que de ninguna manera se sentía un traidor y recordó sus luchas a favor del movimiento Unace y del líder de Unace.
Dijo también que había sido tenazmente perseguido y que había trabajado para conseguir los votos no solo para su candidatura, sino para que también los otros pudieran ganarse sus bancas. Aun fue más duro al decir a sus compañeros: "Un general no rinde cuenta a los soldados".
LA QUE MANDA
La segunda intervención de Velázquez Ugarte fue cuando le pareció escuchar que uno de sus colegas mencionara a su esposa Mariechen di Tore. Reaccionó de inmediato, se paró de su banca y miró hacia sus compañeros de bancada. Les dijo que precisamente su esposa estaba padeciendo una enfermedad, consecuencia de los trabajos en las campañas partidarias a favor del Unace. Reprochó a un colega suyo que estaba a su lado (Herminio Chena) porque alguna vez fue a requisar de su casa afiches del Unace.
El que respondió fue el senador Jorge Oviedo Matto. Le aclaró que nadie mencionó a su esposa, pero aprovechó para decirle que quien manda en su casa es precisamente la mujer y que debería darle los pantalones.