Una batalla memorable y el periodismo de trinchera

Hoy se conmemora el 71º aniversario de la segunda batalla de Nanawa, cuando las fuerzas bolivianas comandadas por el general mercenario alemán Hans Kund trató infructuosamente de romper la férrea defensa de la formidable fortificación paraguaya. Por considerarlo de interés, presentamos un testimonio de primera fuente de uno de los tripulantes de los tanques utilizados en dicha batalla, además de una revista al periodismo en pleno frente de guerra.

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"Upé gringo tuyá vyro/ Nanawa rokêre oyoso itî...", cantó el Tirteo guaraní, Emiliano R. Fernández, recordando la derrota boliviana en su intento por tomar el fortín paraguayo Nanawa en dos ocasiones -una en enero y otra el 4 de julio de 1933, hace exactamente 71 años.

En esta última fecha, el Ejército paraguayo esperó el ataque con una fortificación del lugar y concentración de tropas al mando del coronel Luis Irrazábal.

Para impresionar a los negociadores de la Conferencia de Paz de Mendoza, el general mercenario alemán al servicio del Ejército boliviano ejecutó el mayor ataque en masa de la guerra chaqueña, lanzando 7.000 hombres de la VII División boliviana sobre las trincheras paraguayas, precedidos por el bombardeo de 32 cañones andinos, ataques aéreos a baja altura y cinco tanques (tres máquinas Vickers de seis toneladas y dos tanquetas Carden Lloyd).

Un sobreviviente de aquel ataque, el tanquista boliviano subteniente Juan Saavedra Achá, recuerda -en un reportaje publicado por Fabrizio Cazorla Murillo en la Revista Dominical del diario La Patria, de Oruro, Bolivia- que su comandante "Walter Khon salvó mi vida al trasladarme de tanque".

Un furibundo primer ataque boliviano fue rechazado por los defensores paraguayos del fortín Nanawa. En esa ocasión, falleció el comandante de los cinco tanques bolivianos.


SALVADO POR UNA VIBORA

Juan Saavedra Acha, el tanquista de Nanawa, es un nonagenario que nació en Cochabamba el 24 de junio de 1912. Había sido elegido por el capitán Walter Khon para acompañarlo en el primer tanque, pero "antes del ataque a Nanawa me antojé unas vísceras de animal que era prohibido comerlas en plena guerra (víboras)". Desafortunadamente -o afortunadamente, según como se mire-, Saavedra Acha fue descubierto por su comandante en pleno "banquete", por lo que, luego de regañarle severamente, le ordenó: "Usted se cambia de tanque, que venga otro; usted se va al tanque número dos".

"Así cambió mi destino -cuenta Saavedra Acha. Me cambié al segundo tanque en compañía del cabo Núñez , el soldado Camacho y otros que no recuerdo. Yo era el comandante, había un tirador y otros que proveían de munición. El tanque era estrecho, hacía un calor insoportable, no había ventilación de ningún tipo. Pero tomé previsión, cargué agua en varias cantimploras".


EL ATAQUE

"A eso de las 5 de la mañana comenzó el ataque". Los tanques llevaron la delantera, penetrando en el fortificado recinto. "Fue un error. Los ‘pilas’ estaban muy bien atrincherados, especialmente de los árboles. Nos metieron bala una barbaridad. Lluvia de balas. Nos han abatido una barbaridad. Nos esperaron bala en boca. Sin duda sabían que los íbamos a atacar. Había espías en nuestro ejército".

"Así atacamos. Rompimos los alambrados, pero la tropa iba cayendo y cayendo. Pocos eran los tanques y ni siquiera servían para maldita cosa. Solamente tenían un cañón de malamuerte que era duro de cargar. Fue un armamento inservible para pelear en pleno Chaco. Ni qué decir del calor, sin ventilación, ni nada, era imposible mantenerse allá adentro".

"Resulta que uno de esos momentos, con tan mala suerte, al no poder soportar el calor, mi comandante abrió la escotilla del tanque, sacó la cabeza para seguir guiando, pero uno de los Stokes (bala de mortero) enemigos ingresó justo por la escotilla. El tanque del capitán explotó. Murieron todos".

Al notar que el comandante había caído, hubo total desorientación en filas bolivianas. Mientras los tanques se iban por uno y otro lado, hallaron un lugar un tanto débil para atacar. Dos tanques iniciaron el ataque por ese sector, pero al final quedó uno solo, el de Saavedra Acha.

"Hicimos fechorías con nuestro tanque -cuenta-. Felizmente tuve la previsión de llevar varias caramañolas con agua y bañándonos, bañándonos permanecimos dentro del sofocante tanque. Ni las balas, ni los Stokes enemigos nos hicieron algo. Pasamos por encima de la gente, piernas, brazos todo arrasamos con la cuchilla de la máquina encima del enemigo. Los sorprendimos, porque llegamos hasta el comando de Nanawa, junto a los valerosos soldados de la compañía del Regimiento Pérez.

"Una vez en el comando dimos parte para que vengan refuerzos, pero nunca aparecieron. Más bien recibimos orden de desalojar el comando, casi morimos de rabia. Con el estafeta mandamos información asegurando que tomamos el comando, que necesitábamos tropa. Todo fue en vano. La orden era reiterada: ‘-Desocupen caraj...’. A poco de esto contraatacó nuestro ejército, pero los han barrido de canto. Fue un desastre porque Bolivia perdió como 2.000 soldados.

"Mientras tanto, con el tanque tuvimos que desalojar Nanawa. Salimos del fortín, pero perdimos mucha gente. Nos iban a tomar prisioneros, no éramos suficientes contra tanto enemigo. A cada paso cogimos ametralladoras y el armamento, hasta que logramos salir de semejante fortificación".

Los hombres del tanque fueron duramente recriminados por haber actuado sin órdenes a tal punto que por poco fueron fusilados.

PERIODISMO EN LAS TRINCHERAS

Durante la Guerra con Bolivia varios órganos de prensa vieron la luz en el frente de batalla. Además de los organismos de prensa creados por Comanchaco, según investigaciones realizadas por el profesor Carlos Alberto Pusineri Scala, durante la Guerra del Chaco se publicaron por lo menos 14 periódicos diferentes.
Aquellas hojas, escritas en el fragor de las batallas, tuvieron diversos caracteres: fueron escritas por jóvenes con veleidades periodísticas y si bien varios eran jocosas, también había hojas con contenidos muy serios.
La Voz de Bahía Negra fue uno de aquellos periódicos. Era de tamaño tabloide, de dos hojas, escrito a máquina, con caricaturas hechas por Roberto Holden Jara. Redactores eran Jorge Báez, A. Méndez Paiva, Darío Gómez Serrato y Gregorio Fariña Sánchez.
La Mochila era de formato pequeño, y constaba de dos hojas escritas a máquina. Era una publicación de carácter jocoso, al igual que Carachá, periódico jocoso; era su lema: ‘‘Diario matutino que sale por la tarde’’. Del mismo carácter eran Eco de Villa Betty (‘‘aparece cuando puede’’), dirigido por ‘‘Qué le importa’’; era de tamaño oficio, escrito a máquina, a una sola cara. The Morvis Paja Pos estaba escrito en papel de carta rayado, a lápiz de papel y lápiz tinta. Fueron sus principales redactores José de la Sobera, Mushuito Villasboa y Agustín Guggiari. Por su parte Journal Sun-Graze, estaba redactado por Infante Rivarola, Doutrelau, entre otros, y se editaba en papel tamaño carta, escrito con tinta.
Por su parte, El Ametrallador era un semanario dirigido por Manuel W. Chaves, órgano del escuadrón de ametralladora pesada del regimiento C.7, General San Martín. Tenía una tirada de 35 ejemplares, de formato en cuarto, de cuatro páginas y contaba con la colaboración de Aparicio Miranda Núñez, Herib Cuenca Riveros, Luis Resquín Huerta, Arnaldo Valdovinos, entre otros.
El Carmen era órgano del I Cuerpo de Ejército; de tamaño oficio y escrito a máquina, tenía un logotipo diseñado por Ciro Benedetti y en él escribían Armando Vega Zayas, Hermógenes Rojas Silva, Joaquín Rovira, Luis Lezcano y otros. Trinchera, por su parte, era órgano del R.I. 4 Curupayty y en él escribían Antoliano Velázquez, Guillermo Trasi, Rubén Guido y Manuel Fernández.
Pique de Control, también del R. I. 4 Curupayty y en el que escribían Carlos Velázquez, Claudio Fernández, Francisco Fernández, entre otros. Mbariguí se publicaba en Puerto Casado y estaba redactado por Atilio Cueto, Teófilo Colmán, Edgar Fidias y Rogelio Urbieta Valdovinos, entre otros.
Otros periódicos casadeños fueron Toledo y Boquerón, escritos a máquina, en papel tamaño carta.
De todos los periódicos publicados en el Chaco, el más serio fue Nanawa -cuyo penúltimo número publicado el 1 de julio de 1935, pocos días después de la terminación de la guerra, nos acercó un gentil lector. Era vocero del III Cuerpo de Ejército. Estaba dirigido por Juan Angel Benítez e impreso en mimeografía. Apareció en febrero de 1933 en el fortín Florida. Según Pusineri Scala, el tercer número estuvo fechado en Nanawa, mientras que otros números de dicho periódico se publicaron en otros puntos, como Magariños, Linares y Ballivián. Los últimos números -de los 43 que conoció la hoja-, se publicaron cerca de Villa Montes. Escribían en Nanawa, Juan Esteban Carrón, Luis Irrazábal, Silvio Lofruscio, Norberto Cañiza, Hipólito Sánchez Quell y Roberto Da Ponte, entre otros. Las caricaturas eran realizadas por el sargento Narciso Benítez.
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