“Trozada la augusta diadema, enalzaron el gorro triunfal”

Luego de fallidos precedentes, en la noche del 14 y 15 de mayo de 1811 se produjo la conspiración definitiva que derivó en la emancipación de nuestro país, con relación a la metrópoli española. El Imperio español irremediablemente se resquebrajaba.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2074

Cargando...

Posiblemente hayan existido más conspiraciones que no hayan sido descubiertas por las autoridades y que no están registradas por la historia. La situación era propicia para ello: la deshonrosa actuación de Velasco en Paraguarí, durante la batalla contra el ejército de Belgrano, que había venido a forzar la adhesión del Paraguay a la causa porteña contra España; la brillante actuación de los jefes y los criollos en la defensa de la provincia, las ideas emancipadoras regadas por Belgrano, el licenciamiento sin ser abonados sus haberes de las tropas victoriosas fueron sumando puntos para el descrédito del otrora respetado gobernador.

La llegada del emisario de la monarquía portuguesa, ofreciendo ayuda al régimen español del Paraguay contra las pretensiones bonaerenses, vino a disminuir el ya muy gastado prestigio de Velasco.

Las ideas independentistas cobraron fuerza y ni el gobernador ni el Cabildo podían hacer nada para sostener el régimen. Los lusitanos pusieron a disposición de los españoles de Asunción un ejército de 1.500 hombres, a cambio del reconocimiento de los derechos de la infanta Carlota Joaquina sobre los territorios y dominios españoles de América.

Todo esto llevó a altos jefes a llevar adelante una rebelión contra el régimen español. Prevista para el 25 de mayo –aniversario de la revolución de Buenos Aires–, tuvo que adelantarse. Inclusive, los complotados tomaron la riesgosa decisión de derrocar a Velasco diez días antes y sin la presencia de los directores naturales de la conspiración, ante la posibilidad de que esta pudiera ser descubierta y abortada.

La gesta de los jóvenes parientes

Los sucesos de la noche del 14 y la madrugada del 15 de mayo de 1811 fueron realizados por un grupo de veinteañeros, casi todos parientes entre sí. Otros protagonistas, si no eran compueblanos, eran, por lo menos, comarcanos.

Los protagonistas de aquella fausta epopeya fueron, por un lado, la cabeza del Gobierno colonial, el brigadier Bernardo de Velasco y Huidobro; por el otro, un numeroso grupo de bisoños oficiales, a quienes curiosamente unía no solo la carrera de las armas, sino también lazos de parentesco y de vecindad.

Cosa de amigos y parientes

Posiblemente, los Padres de la Patria, en el momento de conspirar contra la autoridad colonial, tuvieron en cuenta muy seriamente que era más fácil hacerlo entre amigos y parientes, que con personas extrañas, lo que garantizaba la debida discreción.

En efecto, el líder de la revuelta, que tuvo que ser adelantada por riesgo de ser desbaratada, participó complicado con varios hermanos e incluyó en la conjura a su propia novia. El brigadier Fulgencio Yegros, nacido en 1780, estuvo secundado por sus hermanos José Agustín, Antonio Tomás Anastasio y José Antonio Esteban Yegros, todos oriundos de Quyquyhó. La novia de Fulgencio era Josefa Facunda Speratti, con quien luego se casó, allá por noviembre de 1811, dejando varios hijos a la hora de su muerte, una década después, cuando apenas frisaba los 40 años.

Por su parte, el otro adalid de la Independencia Nacional, capitán Pedro Juan Caballero, al parecer oriundo de Aparypy, Tobatí, nacido hacia 1786, participó junto con sus hermanos Agustín y Pedro Antonio Caballero, menores que él. Otro Caballero, probablemente también oriundo de Aparypy, fue fray Fernando, nacido hacia 1750, religioso, tío de José Gaspar Rodríguez de Francia, nacido en 1766, quien, a su vez, también era pariente de los Yegros y cuñado de Mariano Larios Galván, nacido en 1771, uno de los doctrinarios de la revolución.

De la conjura también participó otro cordillerano, Juan Bautista Rivarola Recalde, oriundo de Typychaty, compañía de Barrero Guasu (hoy ciudad de Eusebio Ayala), nacido hacia 1785, quien estaba casado con María Gregoria Acosta Cavañas, y luego con su cuñada Felipa Acosta Cavañas, hermanas de Juan Bautista Acosta, nacido hacia 1786, quien aquel 1811 fungía de comandante de guardia del Cuartel de la Rivera. La madre de estos era hermana de Manuel Atanasio Cavañas, pirayuense, y prestigioso militar de entonces.

Otros hermanos que tuvieron destacada actuación en la Independencia fueron Vicente Ignacio Iturbe, nacido hacia 1785, comandante de la guardia del Cuartel de la Maestranza de Artillería, y sus hermanos menores José Martín y Juan Manuel Iturbe, naturales de San Pedro de Ycuamandyyú. De allí también era oriundo el prócer Carlos Argüello. Por su parte, la asunceña Juana María de Lara viuda de Díaz de Bedoya era madrastra de Ventura Díaz de Bedoya, también prócer de la Independencia, pero cuyo nombre fue olvidado por ser un ferviente anexionista del Paraguay a las provincias rioplatenses. Asunceños también fueron Mariano Antonio Molas y Mariano Recalde. Por su parte, Fernando de la Mora nació en Limpio –hoy Luque, Mora Cue–, en tanto que Francisco Xavier Bogarín era carapegüeño, Blas José Roxas de Aranda era pilarense, Mauricio José Troche, curuguateño, comandante de la guardia del Cuartel de la Plaza, Juan Valeriano de Zeballos, José Agustín Molas, de Santa María-Misiones; Vicente Antonio Matiauda, encarnaceno; Pedro Alcántara de Somellera, porteño.

Otros protagonistas

Otros nombres casi olvidados son los de Juan José Montiel, Sebastián Antonio Martínez Sáenz, dueño de la Casa de la Independencia y casado con Carmelita Speratti, por lo tanto, concuñado de Fulgencio Yegros; el aborigen Manuel Cuma, los alférez Pedro Alcántara Estigarribia, José Joaquín León, Blas Domingo Franco, Francisco González, Mariano del Pilar Mallada y el cura de la catedral, Vicente Morales.

Así como los citados tuvieron participación directa y principalísima en la gesta emancipadora, también hay que recordar que ya antes otros intentaron llevar a cabo una rebelión contra el poder colonial español. En ellos destacan los nombres de Pedro Manuel Domecq, Narciso de Echagüe, suegro de Vicente Ignacio Iturbe; los sacerdotes José Fermín Sarmiento y Nicolás Ibarbalz, el santafesino Santiago Araos, el porteño Marcelino Rodríguez, Manuel Hidalgo, José María Aguirre, comerciante porteño; Julián de la Villa y su hermano Juan Manuel de la Villa, Gabriel Benítez, Juan Bautista Egusquiza, concepcionero; Juan Manuel Grance, yaguaronino; el franciscano argentino Francisco Baca, Martín José de Orué, también franciscano; José de María comerciante, José Fortunato Roa, de Carapeguá; Dionisio Cañiza, José Antonio Zelada, asunceno, y Gregorio Tadeo de la Cerda, mendocino.

surucua@abc.com.py

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...