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En primer lugar, los combatientes. Se definen a sí mismos como soldados, permanecen en el monte, viven en campamentos y el relacionamiento está marcado por una fuerte disciplina paramilitar. El sistema jerárquico está basado en rangos.
De acuerdo al armamento en poder de un miembro del EPP se conoce su rango: un viejo fusil mosquetón es utilizado por un novato, un fusil automático es responsabilidad de quien ya tuvo experiencia de combate.
El entrenamiento es una constante en el equipo y prácticas de tiros se llevan a cabo en días de lluvia, para confundir los disparos con truenos.
La cédula de militantes está integrada por miembros que viven con sus familias, trabajan en sus respectivas comunidades y llevan una vida social abierta.
Se movilizan de acuerdo a las instrucciones que reciben de los rangos combatientes. Se los puede ver durante el día trabajando en la chacra, pero en la noche forman parte del esquema de combate.
Y por último, el equipo de logística, tan importante como las estructuras mencionadas.
Los responsables de logística trabajan en forma celular: uno compra un celular, otro entrega el teléfono a una persona que llega al borde del monte, luego viene el traspaso a quien llega hasta el campamento.
Si alguno cae detenido no puede dar mayores informaciones dado que no conoce el resto de la cadena.