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Durante su prédica en el octavo día del novenario en honor de la Virgen de los Milagros de Caacupé igualmente se refirió a los grandes cultivos transgénicos. Si bien han ayudado para el progreso económico de algunos países, suscitaron dificultades importantes que no deben ser relativizados, tal como la concentración de tierras productivas en manos de pocos debido a la progresiva desaparición de pequeños productores, que como consecuencia de las tierras explotadas se han visto obligados a retirarse de la producción directa, indicó el prelado.
Con ese sistema de producción los más frágiles se convierten en trabajadores precarios y muchos empleados rurales terminan migrando a miserables asentamientos de las ciudades, subrayó. Señaló que esto está pasando en Paraguay, en San Pedro y en otros departamentos.
Mons. Jubinville recordó las palabras del papa Francisco al referirse a que todo campesino tiene un derecho natural a poseer un lote racional de tierra donde pueda establecer su hogar, trabajar para la subsistencia de su familia y tener seguridad existencial. Señaló que este derecho debe estar garantizado para que su ejercicio no sea ilusorio sino real.
Significa que, además del título de propiedad, el campesino debe contar con medios de educación técnica, créditos, seguros y comercialización, señaló el obispo ante miles de devotos de la Virgen de Caacupé.