Tradición cordillerana que nació de una pregunta al abuelo

Una simple pregunta del hijo a su padre bastó para empezar lo que hoy es “El Abuelo”, un puesto de venta de comestibles típicos a un costado de la Ruta 2, en el camino al Santuario de la Virgen de Caacupé. Su propietario, Miguel Britos, mantiene viva allí la receta del cocido que aprendió de su madre.

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CAACUPÉ. (Óscar López y David Quiroga, enviados). Desasociar la palabra “chipa” de “Caacupé” es una herejía a las historias del 8 de Diciembre. Haciendo honor a la tradición cordillerana, Miguel Britos es la punta de la empresa familiar “El Abuelo”, un puesto ubicado a la altura del kilómetro 45 de la Ruta 2 donde se ofrece, aparte de un riquísimo chipá, un delicioso cocido y un pan kesu cuya apariencia de por sí es atractiva.

El Abuelo vende chipás desde hace 16 años y se llama así en honor a don Justo Britos, quien fue el ideólogo del modelo comercial. “Cuando nació mi hija le pregunté a mi papá: ¿qué se puede hacer para vender el 8 de diciembre? y me respondió, ‘chipá’”, relató el dueño mientras revolvía el cocido quemado, cuya receta la aprendió de su madre, doña Sinforiana Montiel.

En un domingo normal, Britos dijo que venden en promedio unos 600 chipás y que para las festividades marianas, la producción deberá triplicarse para abastecer la alta demanda de los promeseros.

No pudimos salir del lugar sin preguntarle cuál es su secreto y, sin guardarse nada, respondió: “buen y mucho queso”.

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