Szarán busca revivir el esplendor del pasado jesuita

Luis Szarán no solo es sinónimo de música sino de cultura. Ahora está embarcado en un proyecto que busca revivir los instrumentos de jesuitas y guaraníes de los tiempos del esplendor de las reducciones. En esta entrevista relata sus planes para que las piedras de las ruinas jesuíticas vuelvan a sonar, no ya en los muros fríos y los anaqueles y bibliotecas, sino en conciertos vivos que sean apreciados por la gente.

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–Están restaurando los instrumentos que fabricaban los jesuitas con los guaraníes en la época de la colonia. ¿Qué piensan hacer?

–“Las piedras volvieron a sonar” fue el título de un artículo que publicó el periodista Alfredo Seiferheld en 1985. Se refería a las decenas de ángeles tallados en las piedras de las ruinas de Trinidad y al primer concierto que hicimos ese año con música de la época. Lo que hacemos es revivir la memoria sonora buscando la mayor aproximación a los sonidos de esos tiempos y en ese ambiente. Es la música misional de las reducciones con violines, violoncellos y contrabajos que eran los instrumentos más usados. Es importante mencionar al luthier paraguayo Guillermo Benítez en esta tarea. También estamos reconstruyendo la “tromba marina”...

–¿Qué es?

–Es el instrumento, hoy en desuso, que menciona en varias de sus cartas el jesuita Anton Zepp, y que reconstruimos con base en planos y dibujos que sobrevivieron. La “tromba marina” emite un sonido bastante extraño siendo un instrumento de una sola cuerda. Emite un sonido muy parecido a la trompeta. Algunos estudiosos señalan de que se inventó en una época en que se prohibía el uso de instrumentos de viento y la percusión en las iglesias. Entonces, este le daba un sonido de trompeta. Los nativos se quedaban seducidos, extasiados...

–¿Quién era Zepp?

-Un religioso austriaco del Tirol, ex cantor de la Corte Imperial de Viena que llevó a las misiones la música eclesiástica alemana. Enseñó a construir y a usar los instrumentos. Sus composiciones y la mayoría de las que se crearon en las misiones se perdieron. La producción que pudo ser rescatada es la del padre Domenico Zipoli, discípulo de Scarlatti, maestro de la Capilla de Roma, el más alto rango que alcanzaba un músico. Él eligió la selva de las misiones que el éxito como artista en Europa. Hubo músicos extraordinarios entre los jesuitas. Zepp relataba que el sonido de la “tromba marina” invadía toda la iglesia y la gente enloquecía por la belleza de su sonido.

–¿Qué le hacía sonar tan fuerte?

–Es un sonido de trompeta pero de cuerda. El instrumento es monocorde, lo cual genera una pequeña vibración en la madera como un sonido trastero. Suena como una trompeta pero es de cuerda. Entre los manuscritos encontrados en Bolivia, en las reducciones de Chiquitos (o Chiquitania) se encuentran varias músicas con este instrumento: el “Ave Maris Stella” (Ave María), el “Dixit Dominus” (“Dice el Señor”, uno de los salmos más famosos, el 109, que inspiró decenas de composiciones vocales y orquestales a lo largo de toda la historia de la música). En Europa también están reviviendo la música antigua con instrumentos que hoy las orquestas clásicas no usan más: el laúd, la tromba marina, la viola da gamba...

–¿Se puede ver y escuchar hoy en el Paraguay?

–Hay gente en Paraguay que se especializó en tocar con estos instrumentos. Nosotros el 17 de febrero pasado hicimos una primera demostración con nuestro grupo “Paraqvaria” (Paracuaria). El primer concierto oficial está programado para el 21 de abril, Domingo de Pascua, en la Parroquia de Cristo Rey. Es la música de las reducciones, el repertorio de Zipoli, de Smidth y otros.

–¿Quién fue Smidth?

–Fue un arquitecto y también músico de las misiones de Chiquitania o Chiquitos, que están ubicadas entre Santa Cruz de la Sierra y la frontera brasileña. Son las únicas que no fueron destruidas después de la expulsión de los jesuitas (en 1770). Fueron declaradas por la Unesco como patrimonio cultural de la humanidad. Y justamente en la Chiquitania fue donde se encontraron las partituras de Zipoli en forma fortuita.

–¿Cómo fue?

–Resulta que el interés por tener vestigios de esas creaciones subió de punto cuando a comienzos de los ochenta el famoso compositor de música de películas el italiano Ennio Morricone les escribió a los jesuitas del Paraguay para saber cómo era la música de la colonia. Dijo que quería inspirarse y componer para la película La Misión (dirigida por Roland Joffé e interpretada por Robert De Niro, Jeremy Irons, Ray McAnally y Aidan Quinn). Entonces, él creó con su fantasía la melodía que hoy todos conocemos por la banda sonora de la película. Se imaginó cómo era porque no había una sola página escrita.

–La música de Morricone ganó varios premios... 

–Sí, estuvo nominada para el Óscar en 1986 y ganó el Globo de Oro. La película tuvo mucho impacto en la región. Dos años después del estreno el padre (jesuita estadounidense Clemente) Mac Naspy, uno de los principales promotores para el rescate del extraordinario repertorio musical de las reducciones a través de la asociación Amigos de Zipoli, visitó las misiones de Chiquitos. Allí se encontró con el arquitecto (suizo) Hans Roth, el que vino a restaurar las construcciones de Smidth (1694-1772). Roth dedicó 30 años de su vida para restaurar esos retablos, campanarios, frescos y columnas, los órganos de los tiempos de Smidth. En medio de sus trabajos, Roth descubrió en el baño de una sacristía un montón de papel antiguo que usaban como papel higiénico.

–¿Dónde?

–En la iglesia de San Javier, en una de las 11 reducciones que todavía se conservan. Entró al baño y no había papel. Le pidió al cura. “Padre José, ¿me puede pasar papel?”. “Ahí tiene toda una caja”, le contestó. Entonces, abrió y descubrió parte de más de cinco mil hojas con partituras musicales de Zipoli. El arquitecto guardó y tuvo en su poder como 10 años. Nadie se interesó. Y, bueno, un día fui a investigar a instancias de Mac Naspy. No había luz eléctrica. Me agencié para conseguir un generador portátil, una fotocopiadora y copié más de mil páginas de partituras de los siglos XVII y XVIII. Al final terminé especializándome en esto. Escribí la biografía oficial de Zipoli...

–¿Cómo se llama?

–“Una vida, un enigma”. Le dediqué 10 años. Se publicó en Roma en el 2000, Año del Jubileo. En el libro está su acta funeraria. Es el relato de la mitad de su vida en Europa y la mitad en las reducciones. Era el organista más famoso de Roma, contemporáneo de Vivaldi.

– Era gente muy preparada...

–La comunidad musical era muy avanzada. No solamente se ejecutaba música clásica. Se fabricaban y se exportaban instrumentos musicales.

–¿Cuál es la diferencia de esos instrumentos con los actuales? –Esos instrumentos se construyen con cuerdas de tripa y la madera local. Suena un poco más dulce, los violines son menos potentes que los modernos pero se acoplan mejor a las voces.

–¿Cuál es el objetivo del rescate que están haciendo?

–Los jóvenes deben conocer la herencia cultural del lugar donde viven y a la vez, con charlas y debates, orientar la integración social y los valores humanos. Nosotros ensayamos todas las semanas, todo el año, con un calendario de actividades. Este año tenemos varias giras por la ruta jesuítica con un proyecto que se llama “Mil voces para la Paz”. Queremos llegar a mil estudiantes de escuelas y colegios públicos de los pueblos jesuíticos: Santa María, San Cosme y Damián, Santiago, San Ignacio, Santa Rosa, Jesús y Trinidad. Este proyecto se hizo posible gracias al auspicio de una empresa, la constructora alemana Gauff. Su propietario, el empresario Helmut Gauff, asistió a un concierto que hicimos en Nuremberg y se enamoró de la música y el proyecto. El año pasado nos donó el órgano positivo, un órgano de 250 tubos, que lo tenemos en Asunción, en Cristo Rey, al servicio de los que estén interesados en cultivar esta música.

–¿Cuántos son?

–La agrupación es de 15 integrantes. El proyecto va más allá de un simple conjunto vocal e instrumental. “Paraqvaria” es también documentación y difusión. Estudiamos los manuscritos antiguos, algo que yo personalmente vengo haciendo desde hace 40 años. El año pasado recuperamos y publicamos cuatro obras, partituras para que los músicos tengan acceso al repertorio. Las procuradurías jesuitas de Alemania, Suiza y Austria también apoyan. En logística contamos con el apoyo de la Sociedad Filarmónica de Asunción y los Jesuitas del Paraguay.

(holazar@abc.com.py)

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