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Stroessner falleció a las 93 años, el 16 de agosto del 2006, en Brasilia, tras padecer complicaciones en su salud.
“Creo que la primera parte de su gobierno él lo hacía con el beneplácito del pueblo y la última parte creo que ya se equivocó”, expresó Velázquez.
Agregó que a pesar de los años transcurridos, la memoria de la gente aún está fresca y recuerda todo lo acontecido, especialmente en lo referente a derechos humanos.
Por su parte, el ministro del Interior, Juan Ernesto Villamayor, aseguró no tener problemas en que repatrien los restos del dictador Stroessner. Sin embargo, expresó que fue un dictador y que “no participaría ni medio minuto en un gobierno dictatorial”.
“No estoy de acuerdo con la dictadura y no estoy de acuerdo con la violación de los derechos humanos en ningún caso. Para mí, sencillamente, no es un valor a seguir. En estos momentos solo es el cadáver de una persona”, aseveró.
En tanto, el asesor político presidencial (renunciante) Carlos Amarilla apoyó la idea de repatriar los restos Stroessner.
“No estoy de acuerdo con la dictadura, pero vivos o muertos, merecemos descansar en nuestra patria; es un derecho que no se le puede negar ni al dictador”, manifestó.