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Desde el 2 de febrero de 1999, un militar venezolano llamado Hugo Chávez prorrumpe en el escenario continental invocando hasta el hartazgo a Simón Bolívar. Sobre sus gestas y desentierro, intenta ser "su doble". En su lesiva actitud procura emularlo, enarbolando una rimbombante teoría a la que denominó "revolución bolivariana", cuya supuesta rebeldía forjadora de libertades intenta, por todos los medios, modificar la geografía continental gracias a un seudo y moderno "socialismo del Siglo XXI", similar a la implosión de los movimientos independentistas del siglo XIX regados por toda Sudamérica.
Con el respaldo impetuoso e incitante de Fidel Alejandro Castro Ruz (13-VIII-1926), el "ejército revolucionario" preserva un naciente estado socialista en Venezuela con agresiva irradiación hacia toda América, que exportando y financiando las supuestas transformaciones de los pueblos hacia un sistema más luminoso, "humanista" e "igualitario" en la distribución de riquezas con unos estándares de vida nivelado y equivalente, ensaya aparentar la ensoñación de un majestuoso proyecto continental de plena autonomía, pero paradójicamente, con una marcada vocación tiránica, vigilante, confiscatoria, intervencionista y perpetua.
Bolívar no encontró adeptos a sus viles propósitos
La idea de Hugo Rafael Chávez Frías (28-VII-1954) con sus partidarios Rafael Vicente Correa Delgado (6-IV-1963) de Ecuador; Juan Evo Morales Ayma (26-X-1959) de Bolivia; José Daniel Ortega Saavedra (11-XI-1945) de Nicaragua, y Cristina Elisabet Fernández Wilhelm (19-II-1953) de Argentina, es llevar adonde fuera necesaria las ideas antimonárquicas o antiimperialistas que Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte y Blanco, más conocido como Simón Bolívar (1783-1830) predicara hace dos siglos, un "libertador" que solo llegó hasta el Perú y que en un alarde de prepotencia y poder amenazó invadir el Paraguay para liberar al botánico francés Aimé Jacques Alexandre Goujaud Bonpland (1773-1858), cautivo del doctor José Gaspar Rodríguez de Francia (1776-1840), dictador perpetuo de la novel República del Paraguay, verdadero teatro de las revoluciones y cuyos orígenes emancipadores ya arrancara el 11 de marzo de 1544 con la primera revolución comunera protagonizada por las huestes locales insurrectas de Domingo Martínez de Irala (1509-1556).
Bolívar intentó repetidamente obtener adeptos y coadjutores para ejecutar su idea de llegar hasta el Paraguay. Ante el rechazo y la negativa generalizada de los jefes y caudillos regionales que vieron pelear a los paraguayos en Ayacucho por la independencia del Perú, se quedó con la ganas. No se animó a emprender dicha aventura en soledad con su ejército, ya que la intrépida figura de un enclaustrado Rodríguez de Francia en su propio territorio infundía temor a todos, especialmente a los clandestinos, oportunistas y demagogos, quienes sufrían irremediablemente los coletazos de su alma justiciera e incorruptible.
Los intentos de invasión quedaron en las epístolas
El 22 de octubre de 1823 en Lima, citaba Bolívar en su carta dirigida a Francia: "El señor Bonpland puede jurar a V.E. antes de salir del territorio de su mando que abandonará las provincias del Río de la Plata, para que de ningún modo le sea posible causar perjuicio a la provincia del Paraguay, que yo, mientras tanto, le espero con la ansia de un amigo y con el respeto de un discípulo, pues sería capaz de marchar hasta el Paraguay solo por libertar al mejor de los hombres y al más célebre de los viajeros". Impertérrito Francia, ignoró al "libertador" y como respuesta le regaló el silencio y la indiferencia completa.
De las tantas epístolas enviadas entre gobernadores y generales americanos para encontrar adeptos a la aviesa intención de Bolívar con respecto al Paraguay, rescatamos y transcribimos el fragmento de una carta escrita el 11 de octubre de 1825 en Potosí por el general venezolano Antonio José de Sucre y Alcalá (1795-1830) al vicepresidente colombiano Francisco José de Paula Santander (1792-1840) donde expresa fehacientemente: "A. S. E. el general Santander. El Libertador parece que está en el proyecto de mandar una expedición de cuerpos del Alto y Bajo Perú a tomar el Paraguay, que sabe Vd. que gime bajo el tirano Francia, que tiene aquella provincia no sólo oprimida del modo más cruel, sino que la ha separado de todo trato humano, pues que allí nadie entra sino el que gusta Francia, y acaso encarcela luego al mismo a quien ha permitido entrar. Dice el Libertador que hará ejecutar esta expedición si el gobierno argentino se la pide; mas no sé si la ha definitivamente resuelto. En el próximo correo del 27 podré acaso dar a Vd. mejores y más detallados informes".
Es que todavía relucía en la memoria aquella aventura porteña de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano (1770-1820) que fue para aplacar al Paraguay, pero concluyó con una catastrófica derrota en suelo paraguayo.
El presente refleja una clara similitud con el pasado
Así como en el pasado, hoy aparece Chávez pretendiendo dirigir al Paraguay a control remoto, presiona y subsidia a las autoridades constituidas para que Venezuela sea incluida en el Mercosur gracias a su títere, el enclenque e híbrido gobierno paraguayo, que en sus delirios y pronunciados despistes, sigue sin interpretar la esencia republicana de un Paraguay ancestral, prestándose a las maquinaciones externas y antidemocráticas que no tienen otra intención que la de inmiscuirse, cercenar y desvirtuar las profundas raíces guaraníticas.
De ese modo, se observa que la mentalidad entre ambas "escuelas militares" resulta diametralmente distinta. Los ejércitos de los dos países son disímiles y opuestos de cabo a rabo, sus dogmas son incompatibles, sencillamente porque el "ejército bolivariano" se contrapone a las "fuerzas armadas lopezistas" de una atávica mentalidad "francialista" que tuvo su génesis en los movimientos comuneros, sobre todo en las gestas populares del mediador panameño "Caballero de Alcántara" José de Antequera Enriquez y Castro (1690-1731), el filántropo paraguayo Fernando de Mómpox y Zayas (¿?) y el procurador paraguayo (alguacil mayor) Juan de Mena Ortiz de Velazco (¿?), quienes enfervorizaron los reclamos y derechos de la población, perturbada por la inmisericorde explotación de extranjeros y perjuros como los propios "gobernadores de la corona" y prosélitos, quienes sin tapujos los acusaron de "rebelión, sedición y tumulto de la provincia del Paraguay".
Aliado a vendepatrias, Chávez solo persigue objetivos
Precisamente, el presidente Fernando Armindo Lugo Méndez (30-V-1951) ataviado de rarezas inasequibles, viene padeciendo de una mentalidad pueril y obsoleta. Ejecuta el vaciamiento progresivo y sistemático del ejército paraguayo, amputa su doctrina "lopista" academicista. Promueve su copamiento por las nuevas generaciones de hombres amoldados al "pensamiento bolivariano" foráneo y condena a los míticos "verdeo" a obedecer dócilmente, doblegados ante las locuras políticas de cualquier trasnochado que enarbole apócrifas "banderas de cambio".
El "pase a retiro" masivo de oficiales de alto rango es la coartada más aplicada aspirando con ello la llegada acelerada de aquellas remesas que se "presten" a la transmutación del tronco (génesis), de la identidad granítica de las fuerzas armadas paraguayas.
Destruida la milicia por la tiranía stroessnerista, hoy Lugo le asesta el "tiro de gracia", pues estamos ante la defunción completa del otrora glorioso ejército paraguayo, solo enaltecido en los libros técnicos y especializados. El "bolivarianismo" es una lacra para los rasgos y la personalidad del Paraguay. No resulta fidedigno para la idiosincrasia del país, ya que pasa a ser un mero implante que pervierte y arruina toda su dimensión epopéyica.
Fernando Lugo y sus acólitos que se dejan enlazar por los tentáculos de "fuerzas extrañas" para sepultar un tesoro nacional como lo es sin duda nuestro ejército, deberían ser enjuiciados por ineptitud y traición a la patria, ya que no hacen honor a su legendaria trayectoria.
A pesar de tránsfugas y traidores, la nación guaraní vive
En 200 años de función elemental y estratégica en el fortalecimiento del carácter y la unidad nacional, consolidar hoy a las fuerzas armadas pasa a ser una utopía, ya que como vimos entre Simón Bolívar y Hugo Chávez no existe diferencia de intenciones respecto a nuestro país. Sigue la idea de "tomar" y "domar" al Paraguay lejos de sus virtudes y principios, en vista de que su naturaleza siempre la caracterizó como rebelde, temible e indomable.
La escasa dignidad que va quedando en sus cuadros o en algunos de sus miembros, debería aflorar con determinación en casos como este y plantarse ante los groseros atropellos contra los orígenes, costumbres y semblanzas paraguayas, de lo contrario, nos hallaremos estafando a aquellos soñadores que protagonizaron imperecederos impactos históricos en la patria, por lo que estaremos desempolvando aquel viejo aforismo que nos trajera un cúmulo de amaneceres: "militares valientes, eran los de antes".
Canto secular
(Fragmento)
I Centenario 1911
Por Eloy Fariña Núñez (1885-1929)
¡Asunción, la muy noble y muy ilustre,
la ciudad comunera de las Indias,
madre de la segunda Buenos Aires
y cuna de la libertad de América!
Prolongación americana un tiempo
de las villas forales de Castillas,
en las que floreció la democracia
de que se enorgullece nuestro siglo.
En pleno absolutismo de Fernandos,
en tus calles librose la primera
batalla por la libertad; el grande
y trunco movimiento comunero
te tuvo por teatro; el verbo libre
de Mómpox anticipó la voz vibrante
del cálido Moreno; el sol de Mayo
salió por Antequera.
¡Arrodillaos, opresores todos!
¡Compatriotas, entonad el himno!