Se viene la oleada que sepultará el fracaso de los gobiernos populistas de la región

Felipe Larraín, exministro de Hacienda del Gobierno de Sebastián Piñera en Chile, vaticina que se viene una nueva oleada latinoamericana que sepultará a los gobiernos populistas que asolaron la región las dos últimas décadas. En esta entrevista, este consultor de 18 gobiernos recomienda el precepto bíblico de las vacas gordas y las vacas flacas para enfrentar la crisis, pero con transparencia y castigo severo a los corruptos.

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–Lo llaman de todas partes. ¿Qué le piden los gobiernos?

–Lo que más piden es asesoramiento en políticas públicas.

–¿Para cuántos gobiernos trabajó?

–Para 18 hasta ahora, de América Latina fundamentalmente, pero también Canadá, Jamaica, casi todos los gobiernos de Centroamérica, los cinco; República Dominicana... El primer país que asesoré fue Bolivia, en 1985, al gobierno Paz Estenssoro.

–Pero ¿siguen los gobiernos sus consejos?

–La ventaja del asesor es que el mandante puede o no tomar lo que uno recomiende. En este momento yo estoy trabajando en reglas fiscales. Vine a apoyar al ministro de Hacienda en cómo perfeccionar la regla fiscal.

–¿Cuál es la preocupación?

–Las buenas reglas fiscales permiten hacer políticas contracíclicas. Es decir, en los años malos, son más relajadas, se permite un déficit fiscal mayor; y en los años buenos hay que tener un superávit fiscal. De esa manera uno mitiga el ciclo económico. Le quita empuje en el boom y le quita caída en los períodos malos. Viene de la Biblia, el precepto de las vacas gordas y las vacas flacas. Esto está operando en Chile por más de 10 años...

–¿Cambia el escenario con el advenimiento de Mauricio Macri?

–Esta es una región extraordinariamente dependiente de recursos naturales, y como todos saben, los precios de los commodities han caído en el mundo. Entonces, estamos todos afectados por esta situación, pero algunos más afectados que otros. Venezuela, su PIB (producto interno bruto) cayó 8% el año pasado...

–Sería como bajar al subsuelo 8 de un edificio...

–Si usted tuviera un ascensor, estaría en el piso menos 8. Brasil está en el subsuelo menos 4... Macri llega con un enfoque económico más pragmático, más realista, menos ideológico y tratando de eliminar algunas de las principales distorsiones que tenía la economía argentina. Primero, la unificación cambiaria. En segundo lugar, la eliminación del impuesto a la exportación de numerosos productos industriales y agropecuarios, y la reducción del impuesto a la exportación de soja, del 35 al 25%. Esto le da más competitividad a sus exportaciones y genera mejores condiciones en el agro golpeado por el kirchnerismo.

–¿Cómo impacta a Paraguay, en su opinión?

–Esto tiene como efecto una competencia más leal con Paraguay. Hoy los precios transfronterizos son más realistas en Argentina...

–¿En el caso de Brasil?

–En Brasil se opera lo que yo llamaría una “tormenta perfecta”. Tiene una combinación de alta inflación, alto déficit fiscal, altas tasas de interés y una recesión seria. Es la peor crisis económica de Brasil en casi 100 años. Por ejemplo, las mujeres brasileñas se jubilan a los 50 años y los hombres a los 55. Son 10 años menos de trabajo y 10 años más que se sacan recursos...

–Se estaban comiendo la cola, entonces...

–Exactamente. Ellos tienen un problema muy serio con su régimen de jubilación. Tienen un problema muy serio con el déficit fiscal; además, tiene una economía por el suelo y una tasa de interés, de política monetaria, la más alta del mundo emergente, con 14,25%.

A eso se le suma el megaescándalo de corrupción en Petrobras y la Presidenta (Dilma Rousseff) sometida a juicio. Se espera que haya una caída del PIB del 3%. Eso equivale a recesión.

–¿Estuvo equivocado este programa Hambre Cero que implementó Lula?

–¿Sabe lo que pasa? Los programas tienen que ser sostenibles en el tiempo. Me imagino que en este momento está difícil financiar en Brasil...

–Financió cuatro presidencias al PT (Partido de los Trabajadores), el último a los tumbos...

–(Sonríe) Pero, bueno, supimos ahora que una parte del financiamiento de la máquina fue aceitada por Petrobras. Pero yo no les quito mérito a los programas sociales de Lula. El problema de Brasil es la corrupción. Además, el sistema tributario es extraordinariamente deficitario. A diferencia, Paraguay puede sostener en 2016 un crecimiento de 3%, similar al de 2015.

–El Banco Mundial lo estimó en 3,6%...

–Ojalá que pueda ser más de 3, pero en torno a 3 es una buena noticia en un mundo cada vez más complejo.

–Evo Morales comparó el crecimiento de su país (3,5%) con el de Paraguay. El dice que su gobierno redistribuye y que en Paraguay va a los bolsillos de los capitalistas...

–Si Evo Morales dijo eso, revela un escaso conocimiento de la economía. El crecimiento acompañado de un buen programa social y con una potenciación de la infraestructura, usted va a tener, yo le garantizo, una combinación virtuosa que permite a los países crecer y, además, mejorar las condiciones, particularmente de los sectores más vulnerables.

–Bolivia y su autollamada revolución bolivariana y Paraguay, rotulado como capitalista, conservador, los dos crecieron. ¿Cuál es la diferencia?

–Lo de Evo Morales, para mí, no es más que pura retórica bolivariana.

–¿En qué sentido?

–El presidente Morales tiene un discurso muy bolivariano, pero en la práctica las instituciones capitalistas siguen funcionando normalmente en Bolivia. Morales usa el mismo discurso chavista, pero actúa distinto. Eso de atacar a los capitalistas yo creo que tiene mucho de ideológico. Los capitalistas son los inversionistas y no son siempre los grandes empresarios. Hay cientos de miles de pequeños empresarios que trabajan día a día, empujan el carro, pagan sus impuestos. Mire, desde la caída del Muro de Berlín los sistemas de planificación centralizada quedaron sepultados. Los que han tratado de revivirlo, los socialismos reales, han fracasado o les ha ido muy mal, como estas experiencias populistas en nuestra región. Por eso se produce esta nueva oleada latinoamericana.

–¿Un efecto dominó?

–No sé si será un efecto dominó. En América Latina hemos tenido un cambio muy importante: la caída del kirchnerismo en Argentina y la derrota del chavismo en las elecciones legislativas en Venezuela. La gente no vive de la palabra. Como decía Warren Buffett (el tercer hombre más millonario del mundo, que donó el 95% de su fortuna a una fundación de Bill Gates para beneficencia), cuando la marea está alta, todos nadan felices. Cuando la marea baja, uno se da cuenta de que alguien está nadando desnudo.

–¿Cuál es el error en las transferencias condicionadas?

–Las transferencias condicionadas establecen una responsabilidad. El que quiere una transferencia tiene que cumplir ciertos deberes. En Chile, los padres tienen que mostrar el certificado de vacunación de los niños, la asistencia de sus hijos a la escuela. Tiene que demostrar o que está empleado o está buscando trabajo activamente. El cheque no le da derecho a sentarse y esperar. En Chile, el Estado dice: “Yo te voy a ayudar, pero tu también te tienes que ayudar”...

–¿Cuál es la mejor política para maniatar la corrupción?

–Primero, transparencia. Veo que las remuneraciones del sector público están disponibles en las redes sociales aquí. El secretismo, las nubes sobre determinadas actividades son ocasiones propicias para que haya corrupción. En segundo lugar, creo que las reglas claras que sean estables en el tiempo y las instituciones que se vayan creando que estén sujetas al escrutinio público también ayudan. En las aduanas, soy partidario de tener aranceles lo más parejos posible.

–¿Cuál es el detalle?

–Cuando hay demasiado arancel en una economía, el oficial de aduanas tiene un poder muy grande de cómo clasificar los productos, y eso hace que haya una ocasión de corrupción. No olvidemos el famoso refrán de que “la ocasión hace al ladrón”.

–¿Hay que cortar la mano como en Asia?

–Cuando cayó el Sha de Irán, entre otros juicios sumarios en el régimen del ayatolá Komeini, hubo uno contra el ministro de Hacienda. Se le condenó a muerte por haber mantenido el tipo de cambio subvaluado. La verdad es que, desde ese momento me di cuenta de que era una labor riesgosa ser ministro de Hacienda, porque en algunos lugares tener un desequilibrio macroeconómico equivale a ser condenado a la pena capital (se ríe)...

–¿Lo colgaron al pobre ministro?

–No sé si lo colgaron o lo decapitaron. Ni siquiera hablamos de corrupción, sino de un error. Por supuesto que sí, hay que imponer penas severas a los corruptos donde quiera que estén: sean altos, medianos, pequeños empresarios y funcionarios. La consigna debe ser “cárcel para los corruptos”.

holazar@abc.com.py

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