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A medida que pasa el tiempo, los victimarios y sus descendientes han extremado sus esfuerzos para echar un manto de olvido sobre los actos brutales que cometieron en el pasado reciente.
La clausura de ABC el 22 de marzo de 1984 marcó el punto de inflexión de ese gobierno en su derrotero de persecuciones y crímenes hasta su expulsión, a cañonazos, la madrugada del 3 de febrero de 1989, cinco años más tarde.
El silenciamiento de nuestra publicación fue el corolario de una serie de amenazas, hostigamientos, sucias campañas de calumnias, detenciones de periodistas y del director, en medio de un insoportable clima de terror e impunidad, un ambiente muy parecido al que viven hoy los venezolanos bajo el régimen de Nicolás Maduro.
“Por tiempo indeterminado”
El día 22 de marzo de 1984 el comisario Alberto Cantero, uno de los temidos jefes del Departamento de Investigaciones de la Policía de la Capital (cuya sola mención estremecía a sus víctimas), se apersonó en nuestro local de Yegros 745 portando la orden firmada por el entonces ministro del Interior, Sabino Augusto Montanaro, otrora jefe de los aparatos represivos.
Decía la resolución: “Y siendo deber del Poder Ejecutivo cumplir y hacer cumplir la Constitución Nacional, preservar la paz, el estado de derecho y garantizar la salud moral del pueblo paraguayo evitando la proclamación y la publicación de manifestaciones contrarias a los altos intereses nacionales (...) el ministro del Interior resuelve: suspender por tiempo indeterminado la impresión y distribución del diario ABC Color, a partir de las 12.00 horas del día de hoy jueves 22 de marzo de 1984”.
Tema de debate en la ANR
La noche antes el cierre de ABC fue informado a la cúpula de la Junta de Gobierno del Partido Colorado. Montanaro era su vicepresidente. Al finalizar la reunión, uno de sus miembros, Hipólito Sánchez Quell (ya fallecido), indignado por lo que se veía venir, bajo su riesgo personal, reveló en forma confidencial a responsables de nuestro diario la decisión tomada por la “nomenklatura” de la dictadura.
Nuestro director estaba preso e incomunicado desde el 16 de marzo de 1984 “por orden superior”.
En 1983 ya había sido capturado con el mismo rótulo, sin explicación alguna.
“Se halla detenido por mal educado, por faltar al respeto a las autoridades del Gobierno...”, justificaba el lugarteniente del dictador.
La advertencia de Sánchez Quell dio tiempo a advertir a los lectores sobre la decisión oficial en una llamada en tapa, y al editorialista Enrique Bordenave a redactar el último editorial de ABC de los tiempos de la tiranía.
“Dispuestos a cualquier sacrificio”
Bajo el título: “Nuestra línea”, ABC se despidió del público sin antes remarcar que jamás abandonaría su línea de defensa del interés nacional. “Para él trabajamos y por él estamos dispuestos a cualquier sacrificio”, desafiaba el comentario.
“Lo que nunca hemos hecho es cantar loas a nadie. La adulación y el elogio (...) terminan por dañar a aquel mismo a quien se los dispensa”, enfatizó en alusión al tirano autor de la orden de la clausura.
(Continuará...)
El cierre fue un bumerán
La resolución del ministro del Interior Sabino Augusto Montanaro por la cual suspende la impresión y distribución del diario ABC, “a partir de las 12.00 horas” del jueves 22 de marzo de 1984. Prohibió de hecho, meses más tarde, que los periodistas de este diario realizaran cualquier otra publicación, como ocurrió con el “Suplemento Educativo” y el “Suplemento Deportivo”. El cierre de ABC se convirtió más tarde en un bumerán contra el régimen. Motorizó las manifestaciones callejeras hasta ese entonces prohibidas en el país.
holazar@abc.com.py