Cargando...
La mayoría de los pobladores, alrededor de mil personas, se dedica al trabajo en las estancias. Muchos emigran a otras zonas, a Caracol, ubicada a 40 kilómetros luego de cruzar el Apa, en el lado brasileño, donde encuentran trabajo, salud y educación.
Hay una escuela que apenas completa la escolar básica. Varias de las maestras enseñan ad honórem. La colaboración del Gobierno en la educación de estos pobladores es ínfima. En materia de salud, tampoco se puede destacar nada.
Esta población, fundada el 4 de noviembre de 1794, pese al abandono y la ausencia del Estado, se niega a morir. Así expresa un cartel de bienvenida al lugar: Bienvenidos al distrito de San Carlos. El pueblo que se niega a morir. Son pocos los lugareños y dueños de estancias que apuestan a mantener viva a esta comunidad casi olvidada.
Otra muestra del abandono y la desidia es la refacción del Fuerte San Carlos, donde, con apoyo del Gobierno español, se invirtieron 500.000 dólares. El lugar está equipado para que funcione como un hotel, con piezas acondicionadas, cocina moderna, luz eléctrica, aire acondicionado, etc. Pero no cuenta con agua corriente y el acceso, una corta distancia, está en pésimas condiciones. Como contrapartida de la cooperación, la Municipalidad de Concepción debía proveer servicio de agua corriente, pero eso nunca llegó. Ahora cifran sus esperanzas en los 8 diputados que visitaron el lugar.
epaciello@abc.com.py