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Los pobladores se concentraron en la casa de Catalino Sanabria, padre del condenado, para luego marchar por las calles de la comunidad. El capellán de la Policía, Milciades Velázquez, ofició un acto religioso. Varios de los manifestantes responsabilizaron al Gobierno de lo ocurrido y lamentaron que un policía que estaba en servicio sea condenado, mientras que muchos políticos roban y no van a la cárcel.