–¿Qué le preocupa, general?
–Estamos en tiempos electorales y me preocupa mucho el grado de descomposición que estamos viendo en la clase política. Hay mucha arrogancia, prepotencia, soberbia, corrupción y mucha impunidad. Pero más me preocupa el Partido Colorado...
–¿Por qué el Partido Colorado?
–Está todo muy polarizado. El único punto de la proclama de la gesta libertadora de 1989 que no se ha podido cumplir hasta ahora es “la unidad del Partido Colorado”. Esta división, esta intolerancia que estamos viendo en la campaña electoral no es un buen presagio. No se olviden los políticos que las ansias desmedidas de poder y la codicia por el dinero malhabido tienen su límite...
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–El partido ya experimentó la llanura en el 2008...
–El Partido Colorado fue recuperado de la llanura por Horacio Cartes y hoy estamos de nuevo en la antesala de una larga llanura porque ya no habrá un mecenas que se haga cargo. La dirigencia también está desgastada, no se hace un esfuerzo de renovación que inspire respeto, confianza. Por otra parte, el pueblo está bastante desencantado con la democracia, secuela de la corrupción de los Gobiernos que van pasando. El pueblo está cansado de la impunidad, de los delincuentes de guantes blancos que se pasean orondamente y reciben un blindaje de protección cuando corren riesgo de ir a parar a la cárcel. Los gobiernos que le sucedieron al general Rodríguez, casi todos colorados hicieron mal en desconocer sistemáticamente la gesta libertadora del 2 y 3 de Febrero que tuvo entre sus objetivos la unidad...
–¿En qué sentido ignoran?
–Como muestra vale un botón. Hoy tenemos una cantidad inmensa de exsoldaditos, oficiales y suboficiales que están ciegos, algunos sin pierna, sin brazos, enfermos mentales y paralíticos en silla de ruedas que viven en la indigencia y que piden una gratificación por haber peleado por la Patria en 1989. Yo creo que las autoridades civiles deberían tener más sensibilidad para recibirlos. Deberían respetar la sangre derramada aquella noche del 2 y la madrugada del 3 de Febrero. Imagínese qué hubiera sido de nosotros si fallaba el golpe. Con seguridad íbamos a terminar descuartizados y nuestros restos repartidos en ciudades y pueblos del país como ejemplo de lo que les podía pasar a los que osaban oponerse al Gobierno. Ni siquiera a los que fuimos responsables de la conducción militar del 89, que somos los Carlos y los Víctor, nos invitan siquiera a tomar un cocido negro a ningún nivel gubernamental. Muchas veces muere un Carlos y la Junta de Gobierno ni se toma la molestia de enviarle un telegrama de pésames a sus familiares.
–¿Por qué pidió Rodríguez la unidad del coloradismo?
–Consideramos que con la unidad total del partido se lograría la unidad y el fortalecimiento de la familia paraguaya. Hoy, a 29 años de distancia, a cuatro semanas de las internas, nos damos cuenta que el Partido Colorado está hecho pedazos.
–Se equivocaron. Sobrevivieron los manguruyúes...
–La clase política quiso convertir a las Fuerzas Armadas y a la Policía en una fracción de menesterosos. Pero los uniformados fuimos educados para servir a la Patria y respaldar las grandes decisiones de nuestros gobernantes en pos del bienestar y la felicidad del pueblo. No nacimos para ser pordioseros de los políticos que traicionan los principios republicanos para seguir dictados de su codicia personal o grupal. La democracia paraguaya no va a tener retroceso mientras autoridades gubernamentales y pueblo respeten la sangre derramada de decenas de compatriotas que arriesgaron su vida por la libertad y la vigencia del estado de derecho.
–Pero no están haciendo eso...
–Como militar retirado, devenido en político por las circunstancias, hoy ya veterano, le recomiendo al Presidente de la República, con el poder que tiene, que busque la pacificación en el partido instando a los candidatos a evitar la violencia y el odio para desacreditar a sus rivales. No hace falta una revolución de colorados contra colorados, de colorados contra liberales para que los partidos se unan. No hace falta una guerra. Es necesario que haya paz porque hoy estamos viviendo la peor guerra de todos los tiempos: la lucha contra la pobreza, la miseria, el desempleo, la falta de techo propio...
–¿Qué sugiere?
–Le sugiero algo bien práctico. Para promover la unidad del partido, el mismo jefe de Estado tiene que convocar a concentraciones políticas de reconciliación, que sea por ejemplo una en Capital, otra Central y en otros cinco departamentos más importantes, para que los dos candidatos, Santi Peña y Marito Abdo desarrollen sus propuestas ante el pueblo colorado en un ambiente de respeto, de comprensión...
–Peras al olmo...
–No es para medir fuerzas. Paralelamente, los candidatos pueden proseguir su campaña en busca de más adherentes. Si queremos mirar con optimismo el 2018 la unidad tiene que reflejarse en el electorado ahora, en forma de cordialidad, de armonía, de tolerancia, de lo contrario, veo nubarrones negros.
–¿Por qué tanto énfasis en los colorados si sus mismos dirigentes les cierran las puertas?
–Le voy a contar dos anécdotas que la gente desconoce. Cuando ocupamos formalmente el Palacio de Gobierno el 7 de febrero de 1989, yo como jefe del Gabinete Militar recibí la llamada de un embajador...
–¿El americano?
–No le voy a dar el nombre. Me dijo simplemente. “Le llamo para invitarle a un té en la embajada donde voy a estar en compañía de algunos embajadores amigos del Paraguay. Fui a la embajada y el anfitrión me presentó a los demás, entre ellos el jefe del cuerpo, el nuncio monseñor Laboa. Entre otras cosas, me dijo: “Queremos que se respete el tiempo establecido para llamar a elecciones conforme a la Constitución, en 90 días”. Recomendaron un ajuste a la ley electoral y remarcaron: “Usted coronel y el coronel (Lino) Oviedo, que no se les antoje meter la mano en política partidaria hasta el 2003 por lo menos, porque no les vamos a permitir. El Gobierno va a ser única y exclusivamente de civiles. En todo caso estarán habilitados una vez que cuelguen el uniforme. Este Cuerpo ve con agrado que él (Rodríguez) se postule a Presidente de la República pero por un movimiento independiente, no por el Partido Colorado...”.
–¿No por el Partido Colorado?
–Dijo que el Partido Colorado ya había causado mucho daño al país. Cuando terminaron de hablar, les agradecí la invitación y me retiré. Al volver al Palacio, le comenté al doctor (Conrado) Pappalardo (secretario del Presidente). “¡Eso es una locura!”, me dijo. “¡El general Rodríguez no puede candidatarse por un movimiento independiente! Ahora mismo vamos a solucionar!”, dijo y le llamó al doctor (Juan Ramón) Chaves (presidente del partido) y le ordenó que lleve una delegación de inmediato al Palacio y le ofrezca la candidatura al general Rodríguez por el Partido Colorado, “antes de que el cuerpo diplomático nos gane y le convenza a él sobre la idea de ser candidato independiente”.
–¿Querían hacer desaparecer?
–No sé. Yo le cuento lo que querían los diplomáticos. Hay una segunda anécdota que nunca olvido porque para nosotros fue trascendental, la visita del presidente Raúl Alfonsín, el primer mandatario extranjero que vino al país. Visitó Yacyretá en Ayolas. Después de los actos protocolares, le tomó al Presidente Rodríguez del brazo y caminaron; Pappalardo y yo detrás. “Mire Presidente”, le dijo. Le explicó sobre los dos aviones que trajo con él y que nos sorprendió bastante por la cantidad de gente. “El avión Tango 1 es el que transporta a la comitiva presidencial. El avión Tango 2 es el avión que transporta a los periodistas”.
–¿Periodistas?
–Sí, periodistas. “Usted es hombre público general Rodríguez. Todo lo que hace y deja de hacer va a estar bajo escrutinio de los periodistas. El pueblo se entera de lo que hace su Presidente a través de los periodistas. No les tenga miedo a los periodistas. Use a los periodistas”, le dijo. Alfonsín nos hizo una segunda recomendación. “Le voy a hablar como veterano político con mucha cuerda para servir a mi país y a la democracia de la región. Confórmese con terminar el período de Gobierno de Alfredo Stroessner en 1993. No busque la reelección. Va a ser mejor para el Paraguay y para la región que al terminar el período se vaya a la tranquilidad de su hogar con la misión cumplida. Permanezca alejado de la política. No se incline a favor de ningún candidato de su preferencia ni asista a ninguna concentración, porque eso va a causar daño a su imagen, a su país y a su gobierno. Presidente, ni yo ni ningún Presidente de la región le vamos a apoyar en un intento de reelección...”.
–Eso le dijo Alfonsín...
–Sí, así de claro fue. Sus recomendaciones fueron oportunas. Me gustaría muchísimo que el Presidente Horacio Cartes, si considera que son válidas las recomendaciones que hago sobre el Partido Colorado, lo aplique y se convierta en el gran estadista que el pueblo quiere ver pero que no se consigue desde hace 29 años por la corrupción, la impunidad, el ñembotavy, el ñemoperõ, el pojera con la plata del pueblo, el plata ñemono’õ, el výro chusco, el pokarê, el guata karê y el mbaretê para que todo termine en el tradicional oparei. La mayoría del pueblo anhela que el Presidente del Paraguay termine su mandato y se vaya respetado por el pueblo, porque un Presidente queda en el corazón de la gente por las obras que hizo y por sobre todas las cosas, bien hechas.
