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Los presos de máxima seguridad reciben las visitas normales de amigos y familiares los días miércoles, mientras que las privadas las reciben sus propias celdas, ubicadas en la misma guardia del cuartel policial. Las mujeres que acuden a estas citas íntimas generalmente ingresan los sábados a la mañana y se retiran 24 horas después, el domingo.
En esos momentos, los uniformados pierden el control sobre los internos, pese a que estos cuentan en sus celdas con utensilios de cocina, como platos y cuchillos de mesa o simplemente para cortar tortas, que en este caso fue el arma homicida.
La joven Lidia Meza Burgos (18) fue el plan B del criminal brasileño. La jueza Lici Sánchez le había denegado el permiso para casarse ese mismo sábado, en su lugar de reclusión, con su novia Marisa de Souza Penna, quien también está presa en la cárcel del Buen Pastor. Se presume que esta iba a ser su víctima. Pero ante la negativa judicial, el narco consiguió la visita de la jovencita, quien terminó siendo su víctima. Para colmo, las cámaras del circuito cerrado no funcionaban.