Recomiendan revolución en la educación contra el subdesarrollo

Alex Castillo, experto chileno en aprendizaje y administración de escuelas, representante del Marshall Cavendish Education, revela un sistema que revoluciona el mundo educativo: el método Singapur, donde los alumnos son los protagonistas. En esta entrevista recomienda romper los paradigmas para que los niños aprendan de verdad y que la educación deje de ser coto político de los mandones de turno.

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–¿Qué es el método Singapur?

–Es matemática, ciencia y lenguaje. Esto está ligado a la historia de Singapur, una pequeña isla de 700 km², menos que la ciudad de Santiago (de Chile) frente a las costas de Malasia de 5.300.000 habitantes, un poco menos que Paraguay. Singapur se independizó en 1965 y desde entonces decidió invertir en sus recursos humanos para salir adelante. Hoy tiene uno de los crecimientos anuales más altos del mundo. Singapur es una roca. No tiene terreno para cultivos. No tiene agua. No tiene nada.

–Pero es un puerto clave. Por ahí pasan los barcos que van y vienen de Asia.

–Claro. Es una isla a pique. No hay playa. Ellos no tenían ni servicios para cobrar impuestos. Eran pescadores con casi el 90% de población analfabeta. Entonces, después de la independencia decidieron invertir en educación para desarrollar el país. Allí hay una mezcla de razas y de idiomas, pero decidieron adoptar el inglés como lengua oficial. Adaptaron textos para hacer que personas que no eran profesores pudieran impartir enseñanza. Eso fue hace 48 años. Hace 30 años se hizo la reforma educativa. En las pruebas internacionales de los últimos ocho años ocupa los primeros lugares en ciencias y matemática.

–¿En qué consiste?

–En matemática, por ejemplo, los niños tocan los números. No se le muestra el signo 1 hasta que el niño no conozca lo que significa un uno. En el primer grado, por ejemplo, se le hace tocar una flor, un pastel (torta) para saber lo que es 1 o 2. Después de tocarlo, el niño dibuja la flor y aprende que ese dibujo representa a un 1. Luego avanza hacia la abstracción de ese dibujo. Entonces pasa de lo concreto a lo pictórico. Y en lo pictórico, al principio, cuando cuenta flores dibuja flores. Más adelante, cuando crece su cerebro, de la flor pasa a un círculo y dice: “este círculo representa a una flor”. Si hago 10 círculos estos representan a 10 flores. Finalmente se pasa a la abstracción, que es el número como nosotros conocemos, a la operación. El método Singapur se centra en la resolución de problemas. Siempre los niños están resolviendo un dilema y siempre están preparándose para la comprensión de lectura. Mientras resuelven un problema tienen que explicar por qué. Al explicar por qué verbalizan su pensamiento. El método Singapur lo que ayuda es a pensar usando matemática, usando lenguaje y usando ciencias.

El profesor aprende a visualizar y darle la herramienta para que el alumno piense. Deja de ser el centro. Los niños hacen su camino para avanzar. De esa forma un niño de prescolar puede resolver ecuaciones o despejar incógnitas. Cuando llegan a octavo grado le da lo mismo si es una ecuación o trigonometría. Aprende a separar y jugar con el número, de tal manera que cuando tenga que resolver un problema, los números son sus amigos. No se asusta.

–¿Cuál es el error de nuestra formación?

–El objetivo era obtener el resultado y si no lo teníamos copiábamos del compañero. En cambio aquí, el objetivo es resolver un problema. Repartir es lo mismo que dividir, pero para repartir finalmente hay que sumar... En Singapur, el 97% de los colegios son públicos. Todos usan el método. Está difundido en casi todo el Sudeste Asiático. En Chile está utilizando el 30% de los colegios privados. Hubo una licitación pública. Todos los de segundo grado público tienen el método Singapur.

Se utiliza en 50 estados de Estados Unidos. En Panamá usan desde hace un año y medio. Hace un par de semanas estuvieron en Singapur sus autoridades. Están impulsando un proyecto de 600 escuelas.

–Para implementarlo, ¿cambia completamente el currículum de la escuela?

–Los contenidos son los mismos. Lo que cambia es la forma de enseñar. Los profesores tienen que cambiar su propio paradigma.

–La tabla de multiplicar por ejemplo, cómo se enseña.

–El niño no se aprende de memoria. Desglosa el concepto. Si la memoria le falla tiene otra alternativa, porque conoce la composición y la descomposición del número, porque lo ha hecho millones de veces desde chiquito.

–¿Si es tan fácil, por qué a nosotros nos enseñaron tan difícil?

–Para hacernos sentir tontos, estoy convencido de eso. Hemos perdido mucho tiempo. Si realmente las personas se valoran hay que invertir en uno y en la educación...

–Muchos ya se preguntan para qué aprender tanto si dentro de poco se va a poder introducir un chip en la cabeza con todo lo que tiene Google...

–¿Pero cómo va a usar los datos? Se requiere el desarrollo de las habilidades. Eso requiere comprensión, parámetros visuales, rápidos, conocidos, pero también requiere la interrelación de datos.

Para Singapur, matemática está ligada a lenguaje y a ciencias. Requiere mucho texto. Los niños tienen que leer, comprender lo que leen. Si un país no le tiene miedo a que sus ciudadanos piensen, esto sirve para eso. Sirve para que los ciudadanos relacionen, comparen, expresen opinión, tomen decisiones. Este método no tiene ninguna complejidad. Está hecho precisamente para los menos preparados. Estamos hablando de la experiencia de un pueblo igual que los nuestros...

–En Paraguay, el año lectivo es más corto por las huelgas. Los profesores no están preparados. Una prueba de supervisores aprobó apenas 1%.

–El niño es una potencia que hay que desarrollar. Si usted le da menos horas de clase se atrasa ese desarrollo. Cuanto más tiempo están dormidos sus músculos del cerebro, hay que usar mayor inversión de tiempo para recuperar, igual que un kinesiólogo, un fisioterapeuta.
Nadie niega que los profesores deben tener la dignificación de sentir que su trabajo se valora y que su remuneración sea apropiada, acorde a su formación y a los resultados de su enseñanza. El profesor trabaja para que sus estudiantes aprendan. Si el supervisor no ayuda para que el niño aprenda debe estar fuera. Los que deben entrar son soportes, gente preparada para ayudar a los profesores a lograr sus objetivos. Eso significa que estén preparados en contenido.

–¿El supervisor está desfasado?

–En el departamento académico lo que debe haber son personas que acompañan y dan soporte al aprendizaje. No van a supervisar. Van a apoyar, a modelar, a mostrar cómo hay que hacer.

–Aquí son como seccionales partidarias...

–Hay que preguntarse si el objetivo es tener niños educados...

–Para el establishment no, porque a los partidos les conviene tener una clientela bien controlada...

–Y bueno, eso dependerá de los demás ciudadanos, de los padres, si quieren que sus niños sean bien educados o si la educación va a ser un coto de la política...

–El derecho a ser bien educado no se cumple...

–No, y la gente tampoco reclama su derecho. Se conforma con que el niño vaya a la escuela, para que sus padres tengan libertad de ir al trabajo. Consideran finalmente que el profesor es un cuidador de guardería. Es como si dijeran: “Devuelvámelo entero al niño”.

–¿Si hay muchos aplazos eso mide la capacidad del profesor?

–Cada vez que los alumnos reprueban es un fracaso del profesor. No existe matiz en esto. En un curso todos deben aprender.

–Y si son 50 alumnos.

–Singapur tiene un promedio de 45 alumnos por aula. Todos aprenden. Si el objetivo es que aprendan a pensar mejor, todos van a aprender. Algunos van a pensar bien, otros regular y otros de manera adecuada, pero nadie va a dejar de mejorar su habilidad de pensar.

–La costumbre es que los atrasados se van para atrás a fabricar avioncitos...

–En el método Singapur no hay el atrás. Ya no hay filas de adelante para atrás. Son grupos de cuatro, de cinco. La pizarra es móvil. El profesor se mueve por los grupos. Hay trabajos para todos en general y en forma individual. Todos colaboran. Ya no hay profesores estrella que sabe todo. Son los niños los que saben todo. Por eso, el desafío es grande. Es un cambio paradigmático, pero es un cambio con resultados a la vista. Hay 30 años de resultados.

–¿Hablaron con autoridades locales?

–Nos hemos reunido con algunas autoridades responsables. Están encantadas con implementar este sistema. La idea es llegar a toda la educación primaria...

–¿Cuánta es la inversión?

–Es relativa. Aquí hay 1.200.000 alumnos de primaria. Se puede hacer un plan piloto como se hizo en Chile con una limitada cantidad de colegios para comenzar. En Panamá hay todo un proyecto muy ambicioso que se llama “Panamá bilingüe”. Enviaron 600 profesores a Estados Unidos con la finalidad de desarrollar mejor su inglés. Cuando vuelvan se les va a entregar el material en inglés del método Singapur para prescolar y primer grado y ciencias. Es un proyecto y una reforma grande. Las autoridades educativas fueron a Singapur a mirar los colegios, a ver de cerca su experiencia. Ecuador está haciendo algo parecido. Están en la búsqueda de una metodología de contenido.

–Aquí somos bilingües, pero español-guaraní...

–Me han dicho que aquí se busca generar una mayor comprensión en español para que los niños manejen mejor los códigos del español. El inglés vendría después.

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