Raúl Alfonsín no vino porque Stroessner no cumplió promesa

El presidente argentino Raúl Alfonsín no vino a Paraguay durante el Gobierno del Gral. Alfredo Stroessner, porque el dictador siguió persiguiendo a colorados opositores, afirmó el experto en derechos humanos, Leandro Despouy.

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-¿Qué recuerda de Paraguay durante la dictadura del Gral. Alfredo Stroessner?

-Conocí el Paraguay de los años duros, de la diáspora. Los que criticaban corrían el riesgo de salir del país o estaban amenazados.

-¿Qué papel tuvo el Gobierno argentino de Raúl Alfonsín en la caída de Stroessner (febrero de 1989)?

-Desde la democracia argentina se hicieron los esfuerzos para apoyar los cimientes de la restructuración democrática en Paraguay. En ese sentido, el esfuerzo fue de los exiliados paraguayos residentes en Argentina.

-¿El gobierno de Stroessner no lo quería a Ud. por los informes contra Paraguay sobre derechos humanos?

-Si critiqué al Paraguay fue en defensa de su pueblo, de sus hijos, por la apertura democrática.

-¿Algún funcionario del Gobierno dictatorial le pidió alguna vez explicaciones por sus informes?

-Una noche conversé con Alberto Nogués (canciller paraguayo entre los años 1976 y 1983) y le pedí trabajar juntos (respetar los derechos humanos).

-¿Qué resultado tuvo esa reunión?

-Ese año, 1983, no se condenó a Paraguay. Se dio ese soplo de esperanza y Paraguay no fue incluido en la lista negra de las Naciones Unidas.

-¿Cómo se dio el retorno de los integrantes del Mopoco (Movimiento Popular Colorado) al Paraguay?

-Se concretó en 1984, un año después de la asunción en el gobierno argentino de Raúl Alfonsín.

-¿Cómo Stroessner permitió el retorno de los integrantes del Mopoco?

-Stroessner le pedía a Alfonsín una entrevista, un encuentro. Para Alfonsín iba a significar un retroceso para su imagen y podría ser interpretado por el pueblo paraguayo como un apoyo al gobierno de Stroessner.

-¿Por qué Alfonsín se quería mantener distante de Stroessner?

-Quería transmitir el mensaje de que su oposición era firme y su intransigencia total (con el régimen dictatorial).

-Creo que Alfonsín puso algunas condiciones para que se concrete el encuentro.

-Alfonsín dijo que previo a cualquier encuentro se debían realizar determinados pasos. Uno de esos pasos preliminares es que permitiera el retorno de los sectores democráticos al país.

-¿Qué contestó el Gobierno paraguayo?

-Estuvo de acuerdo.

-Pero no se produjo el encuentro Alfonsín-Stroessner.

-Regresó la gente del Mopoco en 1984 como Waldino Ramón Lovera, Miguel Angel González Casabianca y otros (Alejandro Stumpfs, Virgilio Cataldi, Sandino Gill Oporto). Pero fueron molestados, perturbados y se les practicó seguimiento.

-El dictador no cumplió íntegramente su promesa entonces.

-Recuerdo que en ese caso Alfonsín reclamó vía diplomática que no se cumplió el primer paso. En consecuencia, Alfonsín y Stroessner nunca mantuvieron una audiencia.

-Usted recordó en su discurso (el viernes 7 pasado) que Roa Bastos fue otro de los artífices de la apertura democrática en el Paraguay.

-Claro. Roa Bastos estuvo exiliado primero en Argentina y luego fue a Francia. En Toulouse formamos un comité de juristas para analizar la situación del Paraguay, un país que era ignorado en la vida internacional.

-¿Le convocaron a Roa Bastos?

-No, él leyó en los diarios y se acercó a nosotros. De inmediato lo incorporamos y participó de muchos encuentros.

-¿Ud. sabía que Roa Bastos no era leído en el Paraguay durante Stroessner?

-Esa es una de las cosas que más me dolieron. Roa es un símbolo, un maestro de la literatura latinoamericana, pero los paraguayos no lo leían. Estaba desterrado en su propio país. Mire qué destino adverso el de Paraguay: exportar lo más grande en literatura y ver privada a su propia gente de una gran figura.

-¿Recuerda cómo Roa Bastos regresó al Paraguay tras la caída de Stroessner?

-Quiero contar algo que tal vez ustedes no sepan. Uno de los que apoyaron su regreso al Paraguay fue Hans Kurz, de Naciones Unidas (coordinador residente en nuestro país).

-¿Qué hizo Hans Kurz?

-Le propuso contratos para que tenga un vida digna y que escriba temas sobre cuestiones indígenas y guiones para películas. Yo decía en mi discurso (el 7 de abril pasado en la Cancillería nacional) que la literatura es un arma poderosísima. Roa escribió sobre el Paraguay profundo e incluso colaboró con la Constitución de 1992 para que los indígenas sean considerados de carácter pluriétnico y multicultural.

-Cuando cae Stroessner, ¿cambió la actitud de Alfonsín con el gobierno del Gral. Andrés Rodríguez?

-El gobierno de Alfonsín fue el primero en otorgar el reconocimiento político al Gral. Rodríguez cuando derrocó a Stroessner en 1989. A las 4 de la madrugada del 3 de febrero de 1989, Alfonsín ordenó brindar el reconocimiento del nuevo gobierno paraguayo como una forma concreta de apoyar el proceso de apertura democrática.

-¿Alfonsín le puso también condiciones a Rodríguez?

-Condiciones no. Pero en una cena donde estaban los presidentes José Sarney (Brasil), Alfonsín y Rodríguez, los mandatarios de Argentina y Brasil le animaron al presidente de Paraguay profundizar el camino democrático y evitar que cuestiones personales interfirieran en el fortalecimiento del proceso, que él mismo (Rodríguez) había iniciado en 1989.

-¿Cómo ve al Paraguay de la época de Stroessner a hoy?

-Hoy ya veo un país orientado hacia una estabilidad institucional, a un juego democrático en el que más allá de sus desafíos y deudas pendientes -que no son pocas-, está la vocación para hacerlo dentro del camino democrático y una apertura al mundo. Paraguay era un país insular, enclaustrado en sí mismo. Todo lo que era externo era una amenaza y los gobiernos transformaban en una bandera su propio aislamiento. Ese país ha cambiado.

-Algún mensaje.

-Paraguay sufrió las guerras y algunos de sus dolores los hemos causado los vecinos y que debemos recordar con dolor y vergüenza.


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