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–¿Cómo se llama su movimiento?
–“Despierta Paraguay”.
–¿Colorado, liberal, independiente?
–Estamos conformando un grupo de ciudadanos de todos los partidos, inquietos, indignados por los problemas que tiene el país, indignados por la pobreza, la desigualdad, la corrupción. Sabemos que nuestro pueblo ya no cree en sus políticos y nos ofrecemos para conciliar, para corregir, para construir el Paraguay ordenado que soñamos.
–Es el típico discurso de un candidato...
–Seguramente debe ser así, pero yo no soy político. Me animo a presentar mi candidatura precisamente por esa crisis de identidad que tenemos los paraguayos por el desprestigio y la incredulidad que rodea a nuestros servidores públicos. A mí no me interesa hablar mal de nadie. Ya es suficiente lo que escuchamos y vemos todos los días en los medios de comunicación. Yo fui canillita, vendedor de refrescos, de naranja, limón. Con el tiempo manejé mi propio kiosco de revistas y Dios y mi destino me convirtieron en un ejecutivo de la cultura. Me acostumbré, o me acostumbraron –no sé– a lo práctico, a ir directo al grano.
–¿Qué pretende como senador?
–Mi obsesión es la educación. Tanto entusiasmo tengo que hasta traté de resumir lo que quiero hacer en dos palabras: “Educación total”.
–¿Qué implica eso?
–“Educación total” es el sueño que tenemos para que el Estado destine 10% del presupuesto (del PIB) a la educación (actualmente es de menos del 4%). Es el sueño de los miles de educadores, especialmente los de tierra adentro que viven y enseñan en medio de tanta precariedad. Conocí personalmente sus penurias, sus frustraciones, sus proyectos y sus sueños en los tantos años de viajes que hice organizando exposiciones de libros por todo el interior. La vida para ellos no ha cambiado. Sigue igual. Mi plan es capacitarlos, darles una justa retribución económica pensando en su calidad de vida y de su familia para volcar luego, con tranquilidad, toda su fuerza y experiencia a la enseñanza. Es fundamental para la formación de nuestros niños y jóvenes que los docentes tengan todas sus necesidades cubiertas. Solo así van a ser respetados, solo así vamos a transformar la educación. Si no consideramos como prioridad la educación vamos a seguir en el atraso, la corrupción y la delincuencia.
–¿Por qué esa apuesta por la senaduría?
–Me lanzo como una actitud de rebeldía. Paraguay tiene mucha riqueza pero por culpa de la mala gestión esa riqueza no ingresa o si ingresa la gente no ve, no siente. Itaipú es un tema capital. Solamente con el excedente de energía nomás nosotros tendríamos que tener 2.975 millones de dólares anuales, como aseguran los especialistas.
–¿Ahora es...?
–Son 360 millones anuales. Entonces, no hay gestión. Las autoridades se olvidan muy pronto. Yo pienso que tenemos que llevarlos a los brasileños a la mesa a conversar. ¿De qué le sirve tener un socio pobre de la empresa más grande del mundo que produce energía eléctrica? En la mesa yo les diría que nos ayuden a solucionar cuestiones puntuales para despegar, porque necesitamos ese dinero, que el 50% de esa riqueza natural llegue realmente al Paraguay.
Necesitamos acciones diferentes. Yo no quiero el enfrentamiento. Quiero sacar provecho para el país. Si hay que conciliar yo estoy para conciliar, para armonizar entre los grupos que no se toleran entre ellos. Nuestro norte debe ser vencer la pobreza, el hambre, la delincuencia, la educación mediocre, la deforestación. El tema salud es desesperante. No hay infraestructura.
–El presupuesto no alcanza es lo que siempre se dice...
–Se puede hacer números con una política más dinámica en Itaipú y Yacyretá. Se puede gravar la soja, aumentar el impuesto al tabaco. Algo hay que hacer, pero tenemos que sacar ingresos de alguna parte con una política más dinámica, transparente, ofensiva si hace falta, pero lo que tenemos que dejar de hacer es seguir mintiendo al pueblo.
–Cada vez que hay elección la gente se ilusiona por alguien que le pueda pintar la cara a este país...
–Yo lo único de lo que estoy convencido es que la intolerancia entre paraguayos no nos ha conducido a nada en todos estos años de democracia... Estoy ofreciendo mi nombre si sirve para algo para volver a creer en los políticos. Yo voy a dejar mi comodidad. A mí me preguntan: ¿Pablo Burián, por qué te vas a meter en esa asquerosidad? Ya ganaste todo en la vida. Tu nombre ya está arriba. ¿Qué es lo que más querés? Es posible que me meta en problemas. A mi familia no le gusta lo que voy a hacer, pero qué le voy a hacer. Es mi vocación. Estoy hablando con referentes de la economía, de la energía, del sector campesino, de la franja de pobreza, del cinturón pobre de las ciudades. Ellos me piden que me presente. Eso me da más coraje.
–¿Qué lo induce a hacer un gobierno basado en una campaña por la educación?
–Para mí es como una tesis de todo lo que aprendí al frecuentar a tantos escritores y lectores. Ni yo me imaginé jamás que podía tenerle a mi lado a Mario Benedetti, Mario Vargas Llosa, Jorge Asís, Abel Pose, Augusto Roa Bastos, o recibir el apoyo para lanzar sus libros de José Luis Appleyard, Ana Iris Cháves de Ferreiro, Josefina Plá, Mario Halley Mora, Juan Bautista Rivarola Matto, Elvio Romero, Ramiro Domínguez, Francisco Pérez Maricevich... Hicimos la primera feria internacional del libro. Ahí, (el escritor y periodista) Alfredo Seiferheld presentó su libro “Conversación político-militar.” Fue el año que se clausuró ABC. Hicimos incontables ferias en el interior. En el 82 me acuerdo nos fuimos con Roa Bastos al colegio Saturio Ríos de San Lorenzo. En el diario salió al día siguiente: “Roa Bastos con los jóvenes”. Por lo visto no le gustó a Stroessner. Fue aquella vez que lo expulsaron del país. Tenía que lanzar también el libro de Jorge Canese “Paloma blanca, paloma negra”... Con los escritores aprendí muchísimo.
–Empezó como vendedor de diarios...
–Diarios y revistas: “Locuras de Isidoro”, “Patoruzú”, “El Tony”, “El Gráfico”, “Goles”, “Gente”, “Siete Días”, “Billiken”, “Anteojito”, “Selecciones”, “Vosotras”, “Para ti”, “D’artagnan”, “Idilio film”, fotonovelas. Vendía todos los días un montón en la terminal’i de Paraguarí y 25 de Mayo. Fui haciendo la diferencia vendiendo cosas diferentes. Incorporé libros: Vargas Llosa, García Márquez, el libro sobre Idi Amín Dada de Uganda, el Asalto a Entebbe, El Padrino de Mario Puzo, Sérpico, El Ojo del Huracán, una novela que atrapaba. Yo tenía la revista y el libro del momento. La otra diferencia que yo hacía era trabajar los sábados y domingos. Después ya impusimos las 24 horas, como las empresas de colectivos de media distancia o la farmacia La Franco Americana. Toda la gente iba a parar en El Lector. Los diplomáticos me frecuentaban. Me invitaron a visitar sus ferias, en Alemania, en Francia...
–¿Cómo fue la presión durante la dictadura?
–Muchas veces fue difícil. Me acuerdo de “Los exiliados” de Casaccia, otro de Roa y de Mario Halley Mora. La imprenta no pudo hacer el trabajo, o se excusó por presión. Se presentó “Misión Cumplida” del general Pampliega...
–Ese fue un suceso...
–Sí. Fernando Levi Ruffinelli fue el presentador. Bajó la caña. Recordó que Stroessner fue destituido de la milicia y que el general Pampliega lo restituyó siendo ministro de Defensa. Decía que Pampliega era un hombre humilde, de a pie y que Stroessner nunca le correspondió, que era un malagradecido. No pasaron 15 días y me hicieron un allanamiento policial y judicial. Era 1984... Se fue Alberto Cantero y ese juez (Rubén) Stanley, ese pelirrojo. Su papá era diputado creo, Édgar Stanley. Buscaron supuestamente libros subversivos. Encontraron un libro de Menpo Giardinelli: “La revolución en bicicleta”... Ese año también comenzó el hostigamiento de la Municipalidad. El intendente quería que desaloje. Tuve que achicarme a la mitad. De cinco paneles que tenía me quedé en tres. Quedó feo pero no podía hacer nada.
–¿Cómo se formó?
–En la calle, pero nunca abandoné mis estudios. Mis primeros tres libros de cabecera de adolescente fueron “El vendedor más grande del mundo” de Og Mandino. Yo le recomiendo a los jóvenes. Para mí es una llave para encontrar la superación. El otro es “El profeta” de Khalil Gibran, es el loco, el vagabundo. Es el mensaje de un maestro que viene a ser Jesús. El otro es “Cómo ganar amigos”, de Dale Carnegie. Esos tres libros yo recomiendo de corazón a los jóvenes. Es un paso gigantesco que uno puede dar en la vida. También leí, obligado por el colegio, “La Babosa” de Casaccia, para hacer un trabajo de literatura. Más adelante, ya siendo empresario fui a seminarios de Alvin Toffler, autor de “La tercera ola” que habla de la sociedad del conocimiento. Está Tom Peter... “En busca de la excelencia”. Vino a dar una charla magistral excelente en Buenos Aires. Yo recomiendo la lectura para tratar de salvar esta debilidad de nuestra educación. Tenemos que generar lectores potenciales, como esos que se ponen a leer con pasión “Harry Potter”. Esta obra atrapa, es espectacular, tiene una habilidad extraordinaria la autora.
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