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El 26 de noviembre pasado en Cuero Fresco Horqueta, una explosión en horas de la noche costó la vida del capitán de Ingeniería Enrique Piñánez Ciancio y el suboficial José González Ferreira.
El agente especial d e l a Secretaría Nacional Antidrogas Juan Manuel Jara (44) sufrió severas lesiones auditivas y un cuarto supuesto agente encubierto solo tuvo heridas puntiformes leves.
Jara fue el único que declaró cómo ocurrió, ya que al otro sobreviviente no lo citaron por razones de seguridad, según dijeron
Jara relató: “Rápidamente me bajé del rodado, con la cuarta persona para apoyarle a mis compañeros quienes se bajaron del otro lado, y al bordear el rodado por la parte de atrás, cuando estábamos alcanzando la cola aproximadamente, se produjo una explosión, de cuya consecuencia nos lanzó al otro lado del asfalto, quedándome aturdido y con muchos golpes, perdiendo además la sensibilidad de mi pierna izquierda, en un lapso de aproximadamente cinco a siete minutos.
Añadió: “Luego pude levantarme y quise socorrer al otro agente que se encontraba en la misma situación. Posteriormente, tratamos de encontrarle a mis otros compañeros, especialmente al Cptán. Piñánez y al Sgto. González, percatándonos en ese momento de que la camioneta estaba totalmente destruida”.
Una alta fuente militar que tuvo acceso al acta de constitución fiscal, consultado por nuestro diario, señaló que el documento mencionaba la presencia de restos de material metálico, plástico y restos de cuerpo humano esparcidos en un radio de aproximadamente cien metros.
“Teniendo en cuenta la posición del vehículo, de ninguna manera podrían haber sobrevivido Jara y el cuarto hombre que salió con él por el lado izquierdo del vehículo, habida cuenta de que según su testimonio, la explosión se produjo segundos después de haber salido del vehículo, cuando ambos apenas se encontraban bordeando el móvil por detrás, en camino hacia el lado derecho del donde se encontraban el capitán Piñánez y el suboficial González”.
Agregó: “Vale decir, a menos de cinco metros del centro de la explosión. Hubieran sido destrozados por la explosión y sus cuerpos esparcidos por lo menos hasta 50 metros del sitio del siniestro”.
“Jamás el cuerpo trasero del vehículo destrozado por la explosión podría haberles protegido. Todo lo contrario” , concluyó.