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–¿Cuál es su crítica a esta demostración de fuerza de la cúpula colorada (la de ayer)?
–Me recuerda a la dictadura stronista, a los mercenarios que están incrustados y viven del Estado colmados de privilegios. Antes eran otros, hoy es Calé Galaverna, los Samaniego, los que están al frente; mercaderes y comerciantes de la política. Nada han hecho a favor del país. Lo lamentable es que el Presidente que prometió darle un nuevo rumbo, ha caído a los pies de gente de esta calaña. Habiendo tenido la magnífica oportunidad de rodearse de gente decente, de políticos moralmente solventes, está reviviendo a las viejas lacras del partido. Los políticos moralmente decentes están ausentes. Estamos muriendo de a poco de inanición. La sociedad no está preparada para exigir que esas lacras se vayan definitivamente.
–Al que siempre se lo ve como protagonista es a Galaverna, desde los comienzos de la transición.
–Aquí hubo un atraco permanente desde los comienzos de la “transición” con Rodríguez. Se prolongó en el período siguiente con Wasmosy. También fue un presidente impuesto y no solo impuesto sino fruto de la primera gran trampa y estafa electoral.
–Nadie ya cuestiona que le trampearon a Argaña.
–A confesión de parte, relevo de prueba. Lo ha confirmado uno de los protagonistas, el senador Juan Carlos Galaverna. Hay otros testimonios.
–Aseguran que también se trampeó a Laíno en el 93.
–Me acuerdo perfectamente. Wasmosy se impuso después de un llamativo apagón de luz en la sala de conteo independiente. Había una diferencia inicial a favor de Laíno. Entre bambalinas había un ambiente de trampa y chantaje. Era la segunda vez que surgía un presidente del Partido Colorado sin antecedente alguno, sin mérito. La institucionalidad presidencial carecía de legitimidad de origen, fundamental para el desarrollo democrático del país.
–Después lo dejaron afuera a Oviedo. Tuvieron que encarcelarlo para cortarle la carrera.
–Lo persiguieron escandalosamente. De todos modos, el ingeniero Cubas Grau tenía plena legitimidad política. Por lo menos era de origen colorado, electo por una gran mayoría popular y una gestión, si no excelente, con virtudes destacables en comparación a sus antecesores. La oligarquía partidocrática lo destituyó.
–Con González Macchi volvieron los stronistas y no se fueron más.
–El gobierno quedó en manos de uno de los hijos dilectos del stronismo: Luis González Macchi, al frente de una coalición colorete-liberalete-stronista. Debió ser sustituido por Yoyito Franco, electo sin tapujos por el pueblo en el 2000. Fue elegido para ser Presidente y no como Vicepresidente florero, como terminó siendo por decisión propia.
–¿No quiso ser Presidente o no lo dejaron?
–Por decisión propia. No quiso pelear. Se conformó con la silla del Vicepresidente.
–¿Nicanor Duarte Frutos fue una sorpresa?
–Nicanor Duarte Frutos perdió claramente, “electrónicamente” contra Osvaldo Domínguez Dibb para erigirse como candidato del partido. Esta trampa tuvo sus secuelas. Los coloretes se destrozaron en las internas para elegir al rival de Fernando Lugo y este emergió como Presidente en el 2008. Lugo a su turno tuvo el desenlace de la traición y la caída correspondiente. Para colmo, el régimen supercorrupto de Federico Franco dio lugar a un aventurero que descendió de arriba, como el Tío MacPato, con una bolsa de oro para alquilar el lema colorado y transformarse en el Presidente actual después de reformar el estatuto partidario. Esta es, en síntesis, la historia de la accidentada institución presidencial de la grosera democracia paraguaya.
–Son 25 años.
–Son 25 años de aventuras politiqueras y mafiosas gracias a un sistema electoral oligárquico, antidemocrático y antinacional que padecemos.
–Un producto que vino rayado de origen.
–Por eso, antes que cualquier cambio de estructura se impone la reforma electoral.
–¿Qué tipo de reforma?
–Una reforma que le quite a la partidocracia el poder de imponer al Presidente, a los senadores, a los diputados, a las autoridades de la Corte Suprema de Justicia, a los jueces y fiscales que avergüenzan a la nación desde hace un cuarto de siglo. La descarada subvención que se otorga a los partidos sirve como anillo al dedo, sin ningún esfuerzo, a los “partidos jára”. Esos fondos deben usarse para sufragar en partes iguales la propaganda de todos los movimientos y partidos, en forma democrática, como se practica en los países vecinos. Con el cambio del sistema electoral, podremos hacer las transformaciones en la justicia, en la reforma agraria, en el pago de tributos.
–Ya se experimentó bastante para enderezar esta democracia. ¿Otro experimento más?
–Nosotros vamos a introducir la discusión para la implementación de la ley de lemas. Es la ley que propusimos en el 91 cuando perdimos por algunos votos.
–¿Qué se pretende con la ley de lemas?
–Terminar con la interna partidaria: ir directamente a las nacionales.
–¿Todos los movimientos directamente a las elecciones nacionales?
–Eso está en todas las provincias argentinas y en el Uruguay. La única diferencia es en las elecciones para Presidente y vicepresidente, que es por el sistema ballotaje, con el que estoy de acuerdo. Para senadores y diputados se usa la ley de lemas.
–¿Pueden desaparecer los sinvergüenzas?
–Gran parte de los sinvergüenzas. Pero también tenemos que luchar por el fin del subsidio a los partidos. Como le dije, unos cuantos “partidos jára” se comen la plata de los contribuyentes.
–¿Quién administraría la plata?
–El Tribunal Electoral, de modo que todos los movimientos sin excepción tengan su propaganda en la televisión.
–¿Qué hacen los partidos hoy con esa plata?
–Teóricamente se da esa plata para educar a la gente, pero como todos sabemos, se despilfarra en operadores políticos que se vuelven ricos con movilizaciones como las que vimos este sábado. Después se reparten como galleta coquito la plata en las internas. Es una vergüenza para un país tan pobre como este.
–¿Por qué no prosperó la ley de lemas en el 91?
–Porque las oligarquías partidarias querían mantener eternamente a los partidos en sus manos. Con la ley de lemas yo entro con mi propia lista a las elecciones nacionales: Fuerza Republicana, lista 22. No paso por las internas.
–¿No va a ser un caos?
–Terminar con las listas sábana es más caótico. En Uruguay existe la ley de lemas y hay 100 listas. Puede haber 200 listas. No hay problema. La gente vota por la lista que prefiera. Opáta la lista 1, la lista 2, la lista 3 umía.
–¿Qué garantía puede haber para que no ingrese un criminal o un narcotraficante?
–Seguridad pe ho’u tigre (a la seguridad le comió el tigre). En política no existe seguridad. Hay menos probabilidad que entren los criminales, los sinvergüenzas. El sistema actual da lugar a la trampa, como hemos visto. Por ejemplo, a Calé Galaverna dicen que no le votaron cinco mil personas, pero figura como electo en las internas. Le pusieron nomás. Le sacaron a Huguito Estigarribia y a (Orlando) Fiorotto. Ellos consiguieron más votos que él.
–¿Está comprobado eso?
–Yo no le puedo asegurar si está comprobado, pero hay que escuchar el vox pópuli, ver los antecedentes, la escasa fiabilidad de los tribunales electorales partidarios. La gente es perversa.
–¿Quiere decir que Galaverna entró digitado?
–Lógico. El tribunal partidario es el que maneja las elecciones.
–¿Hicieron fraude?
–No conozco una sola elección donde no haya habido fraude en las internas partidarias. Por eso, la ley de lemas es más democrático y seguro. Cuando estuvo (Miguel Ángel) Pangrazio como presidente de nuestro tribunal partidario, Argaña armó un quilombo para sacarlo hasta que lo logró. Pero no solucionó su problema porque el nuevo tribunal falló en contra suya. El cambio de sistema va a mandar a la cuneta a las escorias de los partidos. Estoy seguro.
–Ellos esperaban 50.000 personas en el acto político. Dicen que no hubo ni la mitad.
–Ni mucho menos. Si juntaron 10.000 ya es demasiado. Ni el propulsor de Cartes, Velázquez, el presidente del Senado estuvo presente. Revela que es un partido en crisis, en manos de gente impopular, que no representa a nadie. Es la reacción contra ellos.
–¿Dónde está el partido entonces?
–La que está es la oligarquía, una pandilla atracadora del partido. Es la que está pendiente de los negocios del Estado. Mire. Esa Casa de los Colorados le costó sangre, sudor y lágrimas a nuestros padres. Mi padre (Epifanio Méndez Fleitas) también figura entre los constructores. Rigoberto Caballero es otro. ¿A quién se le ocurre comparar a Calé Galaverna con uno de ellos? ¡Por favor! Aquí están sometiendo a prueba la paciencia de nuestros conciudadanos. No se castiga. Se alardea que van a castigar a estos parlamentarios acusados de sinvergüenceadas, pero no pasa nada. Lo que va a pasar es que de los escraches la gente va a pasar a buscar a las cabezas de los que tienen que hacer justicia. Esta impunidad no puede continuar.
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