Pide por lo menos una plaza para el general Rodríguez

Si fracasaban, su destino era con seguridad un pelotón de fusilamiento. Ellos derrocaron la dictadura más antigua de América, de 35 años. En ningún acto oficial se los recuerda. El establishment los ignora. La influencia cultural del stronismo perdura y se conjuga con la postura de intelectuales que aborrecen a los militares. En esta entrevista, el general Regis Romero, uno de sus artífices, pide apenas el nombre de una plaza para el líder de la gesta libertadora, el general Andrés Rodríguez.

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- Nadie recordó a los militares que derrocaron a Stroessner hace 28 años. ¿Por qué los ignoran?

- No hay ninguna recordación a los Carlos, a los Víctor, a los soldaditos fallecidos, por lo menos una corona de laureles o un telegrama a la familia... Una parte de la proclama decía: “Por la unidad total del coloradismo...”. Los colorados son los que más nos ignoran. Omanomba lo mitã y la Junta de Gobierno ni na imandu’ai orerehe (ni se acuerda).

- ¿Les resulta incómodo cada aniversario?

- El problema es que las autoridades de turno reciben asesoramiento de ex stronistas y ellos les convencen de que si se insiste en recordar la caída de Stroessner, se van a perder los votos colorados del stronismo.

- ¿Es obra de los descendientes del stronismo?

- En la política, los protagonistas de la primera línea son aquellos que estuvieron en tercera o cuarta línea en su época o, como dice usted, sus descendientes.

- ¿Fue un error no castigarlos cuando cayeron?

- Nosotros lo que hicimos fue interpretar los deseos del pueblo paraguayo que quería libertad, justicia, democracia, respeto a los derechos humanos, igualdad de oportunidades y, por sobre todas las cosas, un gobierno democrático bajo el imperio de la Constitución y la ley. Por eso salimos de nuestros cuarteles a la calle y lo llevamos a cabo a través de una cirugía militar. Se derrocó al gobierno del general Stroessner y luego, inmediatamente, el general Andrés Rodríguez asumió la Presidencia en forma provisional. Llamó a elecciones generales y, bueno, no se tomó ninguna represalia. No era ese el espíritu del movimiento libertario. Transcurrió el tiempo y hoy, 28 años después, como dice usted, somos ignorados, pero a mí no me preocupa.

- ¿Por qué no le preocupa?

- Porque tarde o temprano, las próximas generaciones nos van a eternizar como protagonistas de la historia a favor de la libertad. Eso es lo que cuenta. A mí me gustaría que se haga una buena revisión para que la juventud entienda. Cuando relatamos algunos episodios, la juventud queda descolocada. Oikuaa la oikohague la golpe pero nontendei. Nadie le explica las causas, el porqué de la proclama... Hay que hacer un relatorio sintético pero bien contundente para que no haya dudas de que el golpe del 89 se produjo para traer la democracia y devolver al pueblo paraguayo el ejercicio pleno de sus libertades. Nadie debe olvidar que nuestro territorio se llama República del Paraguay y pertenece a todos los paraguayos y que nunca más una claque o una casta tenga que apoderarse de sus designios para satisfacer los intereses de una familia o del grupo privilegiado que rodea al gobierno de turno.

- La gente que no vivió lo que pasó no tiene idea de la dimensión de aquel régimen, de su estructura intocable y de lo que era capaz de hacer con los que se les oponían...

- Es cierto. La gente no tiene idea. Si el levantamiento militar salía mal, íbamos a ser todos fusilados, como mínimo. Yo considero esa gesta como uno de los más importantes acontecimientos de la historia política del Paraguay desde el 14 y 15 de mayo de 1811. Se sacó una mordaza que silenció al pueblo nada más y nada menos que 35 años. Hoy podemos decir con absoluta certeza que la sangre derramada en la Noche de la Candelaria y en la madrugada del 3 de Febrero se justificó plenamente...

- No se ven tanto los frutos...

- Al contrario. A mí me entusiasma ver esa juventud que sale a la calle sin temor y se manifiesta como hicieron los universitarios cuando reclamaron con determinación sus derechos constitucionales avasallados. La población puede desplazarse de un lugar a otro tranquilamente. No existen más los presos políticos por opinar mal del Gobierno. Hoy se vive un ambiente de libertad total, algo que muchas veces también se malinterpreta. Pero eso es parte de la vida de un pueblo. Yo ya decía en 1989 -y se reían de mí- que la consolidación de la democracia iba a tardar inclusive más de una generación. Si usted analiza la historia de los pueblos, me va a dar la razón. Tuvimos regímenes autoritarios por décadas. La cultura de la dictadura está enraizada. Depende mucho de las autoridades que nos tocan y que tienen que ponerse los pantalones largos de la democracia sin vacilación. La democracia exige resultados. No se le puede pedir paciencia al pueblo.

- ¿Por qué no hay una calle, una plaza, un edificio con el nombre de los líderes de la Revolución? Sin embargo, el nombre de cualquier pelagato ocupa injustamente...

- Yo fui personalmente a hablar en su despacho con el Dr. (Enrique) Riera cuando era intendente municipal y le pedí en nombre de los “Carlos” y de todos los participantes de la gesta libertadora que la Plaza de la Democracia sea denominada “Plaza de la Democracia General Andrés Rodríguez”. Me dijo que no se podía. Me quiso dar una canchita de fútbol cerca de la Remonta y Veterinaria (hoy sede de la Seam). Ponerle el nombre de “General Rodríguez” a una canchita’i de fútbol creo que es una ofensa. Nadie nos dio ni una chapita de cerveza, pero tenemos la más grande condecoración que la patria le puede otorgar a sus hijos, el que seamos recordados espontáneamente con mucha consideración y respeto.

- El reconocimiento se va a venir en forma natural seguramente...

- Estoy seguro. Con el tiempo se va a venir. Lo que a mí me gustaría, en nombre de todos los participantes en la gesta libertadora de 1989 es que la Plaza de la Democracia o la plaza que está detrás del Palacio de Gobierno lleve el nombre de “Plaza Andrés Rodríguez”. Con ese reconocimiento nos daremos por satisfechos. Nos vamos a sentir muy felices de que se recuerde en una plaza el nombre de nuestro líder. Queremos que perdure en la memoria del pueblo el nombre de un líder que tuvo el coraje de encabezar un levantamiento contra el dictador más antiguo de América y de ungir al primer Presidente civil electo en elecciones libres.

- Hay gente que no les tolera, además de los ex stronistas los antimilitaristas. No quieren reconocerles ningún mérito...

- Es gente que, como le dije, no tiene idea en qué tipo de régimen vivían los paraguayos. Yo atribuyo parte de esa actitud a la cultura del paraguayo, un ingrato, acostumbrado a acomodarse rápidamente a los regímenes de turno. No podemos pretender que todos nos recuerden, pero eso tampoco es motivo para que nuestras instituciones desconozcan que tuvimos decenas de muertos y de heridos. Ellos también tienen que ser considerados como víctimas de la dictadura. Los sobrevivientes están reclamando una gratificación, una indemnización como cualquiera de las víctimas que ya cobraron. En el Parlamento, los que más cortaron los beneficios de los militares y policías retirados, los funcionarios jubilados, fueron contradictoriamente los colorados. Lugo y Franco vinieron a remendar un poquito nuestra situación. Eso es lamentable.

- ¿Por qué algunos insisten en que la cifra de muertos es mayor a la que se publicó oficialmente?

- Yo le voy a hablar con mucha responsabilidad y con conocimiento. Murieron 32 militares, nueve policías y un civil, en total 41 muertos. Hubo 70 heridos. Se entregaron 41 viviendas. Ningún padre de familia que haya muerto su hijo va a dejar de reclamar su derecho sabiendo que al vecino se le entregó una vivienda, de ninguna manera. Ahora, muchos exsoldaditos hoy a su mediana edad tienen secuelas. Están en muy malas condiciones, sin acceso a salud, a servicios básicos. Tanto los que defendieron a Stroessner como los sublevados, ninguno de ellos sabían lo que estaba pasando. Solo cumplieron órdenes. Los del Escolta se defendieron y los de la Caballería y la Marina atacaron. La policía fue atacada. Nadie sabía nada. Lo cierto es que todos merecen por igual una gratificación, una ayuda por haber expuesto su vida con todas las consecuencias que acarreó a su salud. A 28 años de distancia tenemos que reunirnos y luego de una misa abrazarnos todos, compartir una gaseosa, una empanada y olvidarnos ya de lo que aconteció en el 89, que termine para siempre esa rivalidad latente entre oficiales de las distintas armas, esa rabia, ese rencor, ese tova puku que hasta hoy existe. Yo siempre he pedido disculpas y voy a pedir siempre disculpas al pueblo paraguayo, a mis camaradas de las Fuerzas Armadas por aquella violencia, por los abusos, por los excesos que se pudieron haber cometido y que no se pudieron evitar. Como único general sobreviviente -porque el resto ya falleció- pido humildemente disculpas a las familias de los afectados. A mi edad, con 77 años, solo pienso en la reconciliación, en el bienestar de todos y en la construcción de un Paraguay grande como merecemos, como soñaron nuestros antepasados.

- ¿Qué opina de la reelección?

- Mire, yo le voy a decir la verdad sobre esa cláusula constitucional que prohíbe la reelección. Los constitucionalistas del 92 establecieron la no reelección para evitar la reelección del general Rodríguez. Se legisló contra una persona y una Constitución debe regir para todos por igual. Yo no quiero entrar en honduras, prefiero ser prescindente en una discusión que corresponde a las instituciones democráticas. A mí lo que me interesa resaltar en este momento es la democracia y la libertad, valores inapreciables que costaron sangre y luto y que conseguimos gracias a la determinación de un grupo de patriotas bajo el mando del general Rodríguez. Es lo que no debemos olvidar.

holazar@abc.com.py

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