Pedernal, una estancia ‘‘fantasma’’ del Ejército de 48.000 hectáreas

Julio Benegas Vidallet Un mundo escondido con una estancia ‘‘fantasma’’, El Pedernal. El extenso territorio, de unas 48.000 hectáreas, recorre unos 20 kilómetros en el norte del río Paraguay. Está registrado a nombre de las FF.AA., pero se administra como bien particular, alejado de la investigación de los organismos públicos. Es todo un símbolo de la vasta corrupción en la milicia.


Si bien la hacienda se encuentra en la costa occidental del río Paraguay, por el Chaco el acceso es imposible. Tal es así que para la gente es un territorio que suena, pero para el ‘‘lado oriental’’. Un baqueano nos advirtió de esto en Pozo Colorado, en el cruce del camino a Concepción. En definitiva, para llegar al lugar por el camino chaqueño uno debe rodear Concepción, internarse en Belén, cruzar el Ypané y recorrer en lancha desde Puerto Yvapovo (San Pedro) hasta el puerto Pedernal. Enfrente, una islita con el mismo nombre alberga a unas 15 familias que viven en torno de la hacienda y de sus instalaciones, una escuelita, una capilla y las changas.
Las mansas aguas del río Paraguay a esas alturas se dejan beber y abrigan en sus costas una fauna muy variada de carpinchos, cocodrilos, caranchos y bandadas de pajarillos irrumpen el espacio desde los camalotes. Las referencias no son los poblados (aunque algunos sobreviven), sino las estancias con sus pequeños puertos y sus retiros (lugar donde embarcan las reses de la costa occidental al otro lado). A la altura de Pedernal un cartel deja leer ‘‘Km. 650’’, contando desde Asunción.

EL BAQUEANO

Pero el viaje de Puerto Yvapovo recién comenzaba, nos advirtió Marcos Recalde, dueño de la lancha a motor con que pudimos acceder a destino. Patrón y remero, Marcos más parece una memoria cruel de la estancia de los militares. Allí cumplió su servicio militar a los 15 y allí acunó un rencor apenas simulado por el rostro curtido y calmo del pesquero.
‘‘Nos garroteaban todos los días’’, prorrumpió en un guaraní crudo comenzando un relato espeluznantemente natural, como si esas experiencias fueran de ayer, de hoy, de todo momento.

¿Señor?, es una respuesta-pregunta refleja consultado por algo, porque en el cuartel quedó con los tímpanos estropeados y la cabeza abarrotada de pequeños moretones. Un buen día perdió el control y se enfrentó a un sargento. Y, como castigo, lo colgaron de patas arriba del gancho de la carnicería. Aquella noche, su cuerpo fue ‘‘carneado’’ por los mosquitos. En ese tiempo, 1984, época del Gral. Fretes Dávalos, ‘‘éramos unos cien soldados y cien reclutas’’, esa cruel diferencia de conscriptos entre soldados y reclutas es algo que tampoco se borra de la mente. Eran ‘‘millones de animales en el campo’’, y los soldados ‘‘rojepuru’’ (usados) incluso como bueyes estirando el arado. Fretes Dávalos, de 30.000 novillos, dejó a su sucesor, el Gral. Eumelio Bernal, tras el golpe del 89, 15.000. El ganado -contrariamente a la producción precuaria- está, administración tras administración, en franco exterminio.

UN POCO DE HISTORIA

En 1976, en las tierras de El Pedernal, antiguamente de la extinguida Corporación Paraguaya de Carnes, pastaban unas 30.000 cabezas. Una vez en manos del Estado, pasó a ser administrada por el jefe de Estado Mayor, Alejandro Fretes Dávalos. En ese tiempo, los estancieros y soldados explotaban a gran escala también el arroz. En el decreto de adjudicación, 27.769 del 76, se dispone que el ganado existente en el establecimiento se destine al servicio y explotación de las Fuerzas Armadas. Se transfiere todo el patrimonio al Estado para hacerse cargo del activo y pasivo y se dispone su liquidación. Sin embargo, esta liquidación jamás se realizó, pasando su explotación a los ‘‘archivos secretos’’ de los militares. Pedernal salió a escrutinio público con el descubrimiento del negocio de las reses con la Intendencia del Ejército. En tiempos del Gral. Pablino González en la Intendencia (1999/2000), se traían las reses de Pedernal, pero sacaban facturas a nombre de una docena de empresas pantalla o fantasma. Todo el dinero quedaba en las bolsas de los generales, estafadores civiles y una vasta red de gente que desde mucho tiempo atrás venía saqueando al erario público. En dicho período, era presidente de la estancia Pedernal el retirado general de división Francisco Mendieta Brossi. Este tuvo la gran oportunidad para blanquear la estancia en el 2000, pero no lo hizo. Millonarias razones habitan esta estratégica decisión.

Próxima entrega: Mendieta Brossi omitió la estancia en el informe de bienes del Comando Logístico.

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