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Emi Kasamatsu, licenciada en Letras e investigadora desde hace 30 años de las inmigraciones japonesas en el Paraguay y en las Américas, miembro de la Academia Paraguaya de Historia y presidenta honoraria del PEN Club del Paraguay, destaca que la “Princesa Mako es una hermosa joven, talentosa y respetuosa de la tradición imperial. Nació el 24 de octubre de 1991, es la primera nieta del emperador Akihito y de la emperatriz Michiko del Japón e hija de los príncipes Akishino (Fumihito) y Kiko. Hizo sus estudios secundarios en la renombrada institución Gakushuin, luego en la Universidad Cristiana Internacional de Tokio, en donde se graduó en Ciencias y Artes. Realizó el magíster en la Universidad Leicester de Inglaterra”.
En cuanto al papel que le corresponde en su país y la relevancia de su visita, Emi comenta que “Su Alteza Imperial, la princesa Mako, es descendiente directa de la Diosa del Sol de donde, según la tradición milenaria, viene la familia imperial japonesa. Y adquiere el rango de princesa hasta el día en el que contraiga matrimonio”.
La princesa Mako viene en representación del gobierno del Japón para la celebración del 80º aniversario de la inmigración japonesa en Paraguay, un acto de relevancia entre ambos países, como lo han hecho en su momento el príncipe heredero Akihito y la princesa Michiko en el año 1997; el príncipe Hitachi y la princesa Hanako en 1986, en ocasión del 50º aniversario de la inmigración japonesa en el Paraguay. Y luego el príncipe Fumihito en el 2006 para el festejo de los 70 años de inmigración”.
Para los japoneses y paraguayos esta visita relevante trae recuerdos, por ejemplo, para Emi, “el 29 de abril del año 1972, ocasión de la fiesta nacional del Japón, el emperador Hirohito había manifestado al Embajador paraguayo, Dr. Desiderio Enciso, que estaba muy agradecido por la cálida acogida y protección que dispensara el Gobierno y el pueblo paraguayos a sus súbditos, los inmigrantes japoneses y sus descendientes en el Paraguay”.
Son innegables los vínculos de amistad, solidaridad y cooperación mutua entre ambos países, los lazos de hermandad y bienestar siguen siendo invalorables y la visita de la princesa Mako reafirmará aún más estos vínculos.
Según la investigadora, algunos de los eventos más importantes de la inmigración japonesa en el Paraguay son: “La apertura de las puertas del territorio paraguayo para recibir a los inmigrantes japoneses, en el momento en el que surge una drástica restricción en el Brasil para todos los inmigrantes del mundo. La situación de la década de los treinta a nivel mundial era de dificultades de sobrevivencia que afectó tanto a Europa como el Oriente. En ese contexto, el gobierno paraguayo del Dr. Eusebio Ayala permitió el ingreso de 100 familias y la selección del terreno para futuras inmigraciones. Esto estuvo a cargo del ingeniero Hisakazu Kasamatsu, enviado por la compañía colonizadora del Brasil con el apoyo del Consulado Japonés en Buenos Aires. Sin embargo, fue durante el gobierno del coronel Rafael Franco cuando se concretó la inmigración japonesa en Paraguay. Y se fijó la fecha de la fundación de la primera colonia japonesa, La Colmena –a 130 km de Asunción– el 15 de mayo de 1936 con la presencia del cónsul Chihiro Uchida, el ingeniero Kasamatsu y Yoshitaro Sakai”.
Una mención especial realiza Emi con respecto a que “no hubo actos que menoscaben la dignidad humana por parte del Gobierno paraguayo, luego de la Segunda Guerra Mundial cuando se le consideró al Japón enemigo del bloque americano”.
Y un tercer aspecto que nombra nuestra entrevistada es “la firma del Acuerdo de inmigración en el año 1959 de recibir a 85.000 japoneses en el Paraguay y la debida cooperación japonesa. Al amparo de este convenio se fundaron dos colonias importantes: Pirapó e Yguazú que en la actualidad cuenta con 10.000 japoneses y nikkei (descendientes) en Paraguay”.
Espíritu fuerte e indomable
De su experiencia, la historiadora rescata que fue su padre, como administrador de la colonia, quien solía alentar con el “Yamato Damashii (espíritu fuerte e indomable del japonés) a los inmigrantes de La Colmena. Se hacía necesaria una infraestructura primaria, la construcción de una escuela, el hospital, pequeñas industrias, almacén de consumo, asociaciones japonesas para aglutinar social y culturalmente con prácticas de deportes y capacitaciones, así como los festejos de fechas alusivas. Y esta forma organizativa se extendió en todas las demás colonias con tenacidad, sacrificio, esfuerzo grupal y cooperativo”. Una forma de expresar su gratitud fue contribuyendo al desarrollo del país que los acogió con tanto afecto y solidaridad.
“Siendo niña empecé a aprender el valor de la sabiduría ancestral japonesa”, refiere la investigadora.
La cooperación y becas
Desde el inicio de los años setenta al noventa empezó a ser sideral la cooperación japonesa en el Paraguay. El 70% de la cooperación mundial venía del Japón que Emi enumera: “Cooperación técnica, asistencia, construcciones, donaciones de equipos, proyectos que eran reembolsables y no reembolsables. Más de 4.000 becarios viajaron al Japón para su capacitación y estudios especializados. El Gobierno japonés sigue apoyando los variados proyectos hacia el alivio de la pobreza y la ayuda a los inmigrantes. También la educación en idioma japonés, el cuidado y asistencia a la tercera edad”.
Su producción en el agro
Los japoneses que llegaron al Paraguay eran en su gran mayoría agricultores y desarrollaron el rubro de las hortalizas. Nuestra entrevistada explica que “empezaron con los tomates, y luego soja, producto que exportaron al Japón y otros países. Producen sésamo, con idéntico éxito, se sumaron las industrias y procesamiento de productos agrícolas, cooperativas, grandes empresas y profesionales que forman parte de la sociedad paraguaya”.
Una historia de amistad y cooperación que ya cumple 80 años.
mirtha@abc.com.py