Obispo cuestionó la avaricia que genera desigualdades en el país

Monseñor Joaquín Robledo, obispo de Carapeguá, afirmó ayer que los pastores de la Iglesia han sido testigos de la angustia y el sufrimiento de muchas personas que se sienten defraudadas en sus profundas aspiraciones: de justicia, proyectos e ideales. A causa del egoísmo y de la avaricia de los gobernantes hay migración, así como las profundas desigualdades que afectan el país. Defendió el celibato e invitó a los consagrados a llevar una vida virginal y pobre.

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CAACUPÉ, Cordillera (Desiré Cabrera, de nuestra redacción regional).En el cuarto día del novenario en honor de la Inmaculada Concepción, Robledo manifestó que el Reino de Dios es un nuevo orden de justicia para todos los hombres. Un nuevo orden de justicia que contrasta con las injustas desigualdades que se dan en nuestro país y América Latina, situaciones inhumanas que muchas veces afectan a nuestros hermanos.

En ese sentido, el prelado afirmó que los pastores de la Iglesia, muchas veces, han sido testigos de “la angustia y el sufrimiento de muchos hermanos nuestros que se sienten defraudados en sus profundas aspiraciones: de justicia, proyectos e ideales”. A causa del egoísmo y de la avaricia, de autoridades y gobernantes, el pecado esclaviza a los hombres.

Sostuvo además que muchos conciudadanos se sintieron obligados a emigrar a otras ciudades o países lejanos, a causa de esa situación. Van a países donde encuentran derechos inalienables de todo ser humano: como el trabajo, la salud y una vida digna, que aquí se los negaron o no los encontraron.

Asimismo, Mons. Robledo explicó lo que significa ser cristiano: “ser cristiano requiere remar contra la corriente, vivir con radicalidad y fidelidad nuestra fe; significa ser signo de contradicción en un mundo que tiende a alejarse de sus raíces cristianas”.

El obispo también se refirió a los sacerdotes y religiosos diciendo que la vida consagrada es un don del Padre a su Iglesia y se constituye en un elemento decisivo para su misión. Es un camino especial al servicio de Dios y de la humanidad, asumiendo la forma de vida que Cristo escogió para venir a este mundo: una vida virginal, pobre y obediente.

Al respecto indicó que un desafío para el presbítero es que está llamado a sembrar la semilla del Evangelio en la cultura actual, especialmente en los jóvenes. Otro desafío se refiere a los aspectos vitales y afectivos, el celibato y una vida espiritual intensa fundada en la caridad pastoral. Finalizó su homilía, rogando a la Virgen María, para que interceda por todos los creyentes para que podamos renovarnos y renovar nuestro querido Paraguay, con humildad, con libertad y total fidelidad.

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