Cargando...
–¿Cuál es su especialidad?
–Además de todo lo que hago en la televisión, mi especialidad es el tratamiento sicológico y espiritual del síndrome posaborto. Vine a dar unas charlas acá invitado por organizaciones como Generación Provida y otros grupos que se oponen a la despenalización del aborto. A mí me produce una inmensa alegría encontrar un país como Paraguay donde está prohibido el aborto.
–¿Es una novedad que haya todavía países que prohíben el aborto?
–Saber que los ciudadanos más indefensos, los más vulnerables, los no nacidos están protegidos por la ley es algo muy grande. En estos días que he compartido con los hermanos paraguayos, les he descripto cómo es vivir en un país donde el aborto está despenalizado. La cultura de la muerte es parte del normal vivir de los ciudadanos.
–¿Paraguay y qué otro país de América?
–Hay varios países. Por ejemplo, El Salvador. Son faros de luz de la verdad en toda América. Es algo curioso que no sean los grandes países los que defiendan la vida. Pero también hay un gran negocio por detrás. Hay una llamativa coincidencia en gobiernos a los que llaman imperialistas como el de EE.UU. y los que combaten a esos “imperios” que se llaman izquierdistas. Contradictoriamente los “antiimperialistas” reciben directivas del “imperio” para campañas de aborto.
–¿Cómo es en los Estados Unidos?
–Allá presenciamos a diario el holocausto de miles de criaturas a través del aborto. En los diarios aparecen anuncios que ofrecen: “abortos sin dolor”, “financiamiento con facilidades”. El aborto se vende como cualquier otra mercancía.
–La campaña es a favor de la salud de la mujer. ¿No es así?
–El aborto se vendió siempre con esa matriz de opinión: “Por la salud de la mujer”, pero el trauma posaborto deja un efecto sicológico y físico sobre las mujeres, en muchos casos.
–Las organizaciones de mujeres dicen que la mujer tiene la libertad y el derecho a defender su propio cuerpo...
–Ese es el concepto básico que se vende. Es una libertad que se ha divorciado totalmente de la verdad y del bien. Y ese es el drama, el relativismo. Se vende como libertad de la mujer algo que en realidad la va a esclavizar como nunca. Si el aborto deja heridas indelebles en la mujer, en términos emocionales, físicos, espirituales, entonces, no es verdad que está siendo la mujer libre. En Estados Unidos este holocausto, este homicidio se ha sistematizado con el paso del tiempo. Muchos padres se crean un trauma cuando caen en la cuenta de que colaboraron para la matanza de su propio hijo. El acto de violación más grande que hay para una mujer es justamente el aborto porque rompe con toda su naturaleza femenina y de mujer que está en ese momento de gestación que es de lo más natural que ella tiene internamente.
–No se puede desconocer que hay tantos abortos clandestinos. Dicen que es alarmante.
–Los que están con la despenalización mienten, falsean las cifras. Cuando en realidad hay 500 le agregan uno o dos ceros más de acuerdo a la conveniencia. En Estados Unidos se llegó a comprobar que se manipulaban las cifras. Es lógico pensar que si aquello funcionó en Estados Unidos va a pasar lo mismo en los países en que se debe tratar una ley de despenalización.
–La proliferación de clínicas clandestinas no abona acaso que se tenga que despenalizar, en ciertos casos, por una ley por violación o por peligro de muerte de la madre...
–En EE.UU. ese fue el argumento. “Vamos a darle una situación de seguridad a algo que es una realidad”. Hoy, esos lugares de aborto son los menos regulados por el Estado. No se puede legislar para decir que se puede asesinar, en ciertos casos.
–¿Y cuando hay que elegir entre la vida de la mujer y la vida del niño?
–Hay que tratar las dos vidas. Si se pierde una es un caso de doble efecto, pero nunca se debe asesinar a una persona. Se debe tratar de salvar las dos vidas.
–¿No hay una preferencia entre la mujer y el no nacido?
–La vida de cualquier persona vale lo mismo. Hay gente que quiere matar un niño porque al hacerse ecografía tiene síndrome de Down. Pero ¿cómo nosotros vamos a ponernos en lugar de Dios y decir que ese niño vale menos? Las feministas dicen que se puede eliminar al “producto” de la concepción.
–¿Producto?
–Sí. Ni siquiera le llaman personas. Repito. Hay que proteger la salud de la madre y la vida del niño. Siempre hay que tratar de salvar las dos vidas, pero también está la posibilidad de ofrendar la vida. Hay una santa que se llama Gianna Mola. Ofrendó su vida por su hija en una situación muy complicada. Hoy su hija da testimonios de lo que hizo su madre. Le permitió vivir a ella. Siempre la vida tiene la misma dignidad, cuando está en su comienzo como en el momento en que termina. Tiene el mismo valor.
–Lógicamente una persona formada va a decir “mi vida primero”.
–Una persona es humana desde el momento de la concepción. Es lo que dice la genética hoy. Desde el momento de la concepción, la persona humana ya es. En España, más de 3.000 biólogos, intelectuales, médicos de la salud, genetistas, firmaron un manifiesto admitiendo que el ser humano comienza desde el momento de la concepción. El reto para la sociedad es hacer lo que se venía haciendo siempre, que es proteger esa vida desde el principio hasta la muerte natural.
–¿Qué pasa con la madre con hijos, que sea encima sostén económico de la familia?
–Estadísticamente, casos de este tipo son prácticamente inexistentes. En todo caso, no somos nosotros los llamados a decidir sobre la muerte de un ser humano. El mismo valor tiene la madre que el hijo. Los que quieren la despenalización, quieren en realidad darle la libertad a la mujer para decidir cuándo tener un hijo o no tenerlo. Ese es el problema. Una mujer embarazada no decide si tiene o no tiene un hijo. Es una decisión previa. Una embarazada, si le pone a decir de no tener y tener, lo que está diciendo es decidir entre asesinar o no a su bebé. Y ese es el problema.
– Amnistía Internacional, organización privada de defensa de derechos humanos, hace campaña a favor del aborto.
–Es decepcionante. ¿Por qué ellos hacen una campaña en contra de lo que está protegido ya por la convención internacional de derechos humanos? Es curioso. Debe haber intereses por detrás.
–¿De qué tipo?
–Financiero. Detrás de la campaña de despenalización del aborto, las grandes industrias farmacéuticas no van de frente. Usan organizaciones intermedias. Lo hacen todo subterráneamente. Quieren desinstalar cuestiones claras como la convención de derechos humanos.
–Mismo Naciones Unidas está en esa campaña de promoción.
–Ellos dicen: “estamos sobrepoblados”, pero si uno viaja en un avión de un país para otro y mira por las ventanillas, ¿dónde se ve que está sobrepoblado? Estas son campañas sistemáticas para crear una matriz de opinión a favor de sus intereses económicos.
–¿Cuál es el patrón por el cual la Iglesia no permite ni los abortos, ni profilácticos, ni anticonceptivos? ¿Cómo preservar la vida de enfermedades?
–La Iglesia promueve una planificación natural que no tenga que tener el componente del uso de los químicos.
Lo que ha hecho el uso masivo de preservativos, anticonceptivos, dispositivos intrauterinos ha sido extender y causar una pandemia, de usar a la mujer y el hombre como objeto sexual. Lo que es la naturaleza del hombre y de la mujer en el sentido procreativo de unirse para tener familia, hoy está todo desestructurado. Estamos viviendo en una situación como de una pandemia, incluso de adicción sexual que no está declarada y que en algún momento habrá que atender.
–¿No está perdiendo la Iglesia en esta campaña?
–Lo que es matar o no matar, siempre vamos a enseñar hasta el fin de los tiempos. El tema del aborto es algo que no podemos dar marcha atrás. Por eso, yo personalmente considero a Paraguay un país privilegiado, porque los niños están protegidos por la ley.