Murió el hombre que cambió la historia política de Iberoamérica

Abogado y economista, Ignacio Ibarra (62), un empresario radicado en Paraguay desde hace tres años, fue discípulo de Adolfo Suárez, el histórico jefe de Gobierno de España que construyó la democracia en el posfranquismo, quien falleció el pasado domingo a los 81 años después de una larga enfermedad. Ibarra, que representa a la compañía japonesa Fujikura que fabrica autopartes de vehículos en Ciudad del Este, asegura en esta entrevista que Dios le dotó de un don a Suárez para sepultar definitivamente la dictadura franquista al lograr el consenso entre políticos de todas las ideologías e instaurar el sistema democrático, imitado después en la América Latina infestada de tiranías en los 70.

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–Suárez tuvo consenso hasta en su funeral. Estuvieron expresidentes de las más radicales posturas: Aznar, Felipe González, Rodríguez Zapatero...

–Claro, cualquier español del signo político que sea, de la ideología política que sea, que no reconozca la figura de Adolfo Suárez que fue el artífice, la mano ejecutora, brillantísima mano ejecutora de la transición pacífica y ordenada de la dictadura a la democracia, es una persona muy poco inteligente y poco confiable. Todos los españoles de todas las tendencias políticas han reconocido a Adolfo Suárez como la figura de la democracia.

–¿Cuál fue su relación con él?

–Yo lo conocí en la Facultad de Derecho. Yo tenía 18 años. Trabajé para él. Mi acercamiento fue natural, porque mi padre, mi abuelo y bisabuelo eran políticos.

–¿Del franquismo?

–Eran políticos del franquismo naturalmente, que es lo único que había en España. Formé parte de la Unión de Centro Democrático (UCD) desde antes de las primeras elecciones generales (1977), desde antes de la muerte del general Franco (1975), hasta que se terminó ese tiempo de transición con la victoria socialista (1982). Todo ese tiempo trabajé con él.

Admito que Suárez marcó mi vida así como marcó la de millones de españoles y latinomericanos.

–¿Cómo llevó ese tren de transición sin descarrilar?

–Él fue un director de orquesta, capaz de poner de acuerdo a todos los partidos políticos, hasta los que habían sido perseguidos por la dictadura como los socialistas, comunistas y de otros partidos nacionalistas. Manejó con su batuta ejemplar a todos, conjuntamente, en armonía, en buena sintonía. Se les preguntó qué querían y todos dijeron: “queremos otro tipo de vida, queremos los derechos, queremos ser libres, queremos caminar en el progreso en conjunto con todos los españoles, sin exclusiones, no más rojos (los antifranquistas) y los no rojos. Suárez fue el artífice.

–¿Cómo hizo para poner en órbita la democracia?

–Cuando todos estaban riñendo en la mesa, él entraba a la reunión donde había una mezcla de socialistas, comunistas, demócratas cristianos, liberales, franquistas y él, con su sola presencia, con su carisma conseguía ponerlos de acuerdo. Por eso digo, estoy seguro, Dios le dio ese don...

–Fue muy joven, en medio de tantos rencores y odios encontrados...

–Tenía 41 o 42 años. Los demás tenían más edad que él. Por ejemplo, la líder del Partido Comunista, a la que se conocía como La Pasionaria (Dolores Ibárruri) era octogenaria. El otro líder del PC, el señor Carrillo, tenía como 70 años. Suárez fue capaz de poner de acuerdo a personas que decían que habían ganado la guerra, con personas de las que se decía que habían perdido la guerra. Fue capaz de poner de acuerdo a personas que tenían muchos muertos en su familia con personas del lado contrario. Se suele decir que fue un hombre de Estado. No. Eso es corto. Es el hombre que ha cambiado el rumbo de la historia política en Iberoamérica.

–¿Cómo hizo para desmantelar la dictadura? Estaban la extrema derecha, el terrorismo de ETA, las conspiraciones....

–Él tenía una visión práctica y política tan ejemplar y tan distinta. Por ejemplo, los militares decían: “el día que el Partido Comunista sea legalizado, saldremos a la calle con nuestros tanques...”

–Y ¿qué pasó?

–Adolfo Suárez legalizó el Partido Comunista un Jueves Santo. Como usted sabe, España es un país muy católico y, por lo tanto, todos los militares estaban en sus casas al igual que todo el mundo celebrando la Semana Santa con recogimiento, muchos en sus lugares de origen. Los cuarteles estaban vacíos. En absoluto secreto, él, ¡pum! legalizó el Partido Comunista. Cuando reaccionaron, ya era tarde.

–Les torció el brazo a los militares...

–Les torció el brazo, no solo a los militares, a mucha gente, de un lado y del otro. Fue capaz de mitigar las pasiones desde la derecha derechona a la izquierda izquierdosa. Fue capaz de encasillarlos a todos en la moderación, en la armonía. Suárez defendió cuatro conceptos resumidos en cuatro palabras fundamentales: Primero, España; segundo, libertad; tercero, armonía. La cuarta palabra fue consenso. En armonía se hizo la Constitución.

–Dicen que la palabra consenso fue invento suyo.

–No temía reunirse con quien sea, inclusive con aquellos que entraban a amenazarlo con aventuras golpistas, o con cortarle los financiamientos de los bancos. Con ese don natural que tenía y su amor a España, conseguía convencerlos. Los que entraban para enfrentarlo salían como relajados.

–¿Cómo fue la Noche de Tejero (1981), aquel intento de golpe en el Congreso donde estaba Suárez?

–Allí se vio al Adolfo Suárez en toda su expresión, su arrojo y coraje. Los enfrentó sin tener un arma en la mano. Allí había militares, no militares, diputados golpistas... En aquellos tiempos los militares estaban relacionados históricamente con el poder político...

–Con la nomenklatura.

–Había unos golpistas que querían que España regresara al sistema de Franco. Tejero, un oficial de la guardia civil, y sus tropas entraron al Parlamento disparando y ordenando a todos cuerpo a tierra, cuando había una plenaria de diputados y senadores (era la segunda y definitiva votación de investidura de su sucesor, Leopoldo Calvo Sotelo, el 23 de febrero de 1981). Amenazaron con matar a todos. Todos se tiraron al suelo. Solo dos hombres se mantuvieron erguidos. El presidente Suárez y el teniente general (Manuel) Gutiérrez Mellado vicepresidente del gobierno. Ellos se mantuvieron de pie. Aguantaron. Pudieron ser asesinados. Quisieron ser unos héroes y lo fueron. Quisieron ser víctimas de ese intento de destruir la democracia. Gracias a Dios, gracias a la actuación ejemplar de Su Majestad el rey de España, quien dio órdenes claras de que las unidades que apoyaban a los golpistas serían acorraladas y destruidas, no pasó a mayores. A partir de ahí fracasó el golpe de Estado. Pero por 8 horas el poder estuvo a las órdenes de Tejero. Fue la jornada más bochornosa, la más impresentable. Al final, los golpistas entregaron su armas, encarcelados, sometidos a juicio. Pasaron muchísimos años en prisión. Algunos siguen estando en prisión.

–Qué contraste. Fue su último protagonismo fuerte. Fue su canto del cisne, dicen. Se fue después a cuarteles de invierno...

–Yo no creo eso. Cuando alguien es llamado a producir una gesta histórica y cumple su cometido, su misión terminó. Los partidos se desarrollaron sin necesidad de Adolfo Suárez, cada uno con su ideología. Entró al gobierno el Partido Socialista, con Felipe González (1982-1996), otro gran jefe de Estado. Pero Felipe González, sin la presencia de Suárez, no hubiera llegado nunca, porque el Partido Socialista no era legal.

–¿Los políticos tienen su momento para retirarse?

–Todo el mundo tiene su momento para retirarse, desde los deportistas, profesionales, los religiosos y hasta los políticos. Todo el mundo lo tiene, y el que no se retira a tiempo empieza a desmerecer lo grande que pudo haber hecho en su vida.

–En Paraguay tuvimos políticos importantes, muy valientes en los últimos años de la dictadura. El tiempo los desgastó. ¿No se retiraron a tiempo?

–Yo no puedo opinar sobre la política paraguaya. De Paraguay solo puedo decir que es un país bendecido por Dios, una potencia a desarrollar. Fíjese, alcanzó un crecimiento del 14,4% de su PIB según leí en estos días, mucho más que el 13,6% que se había calculado. Lo único que puedo decir es que los seres humanos en general somos desagradecidos y olvidadizos. Nos olvidamos de la gente que ha hecho cosas por nosotros y por la patria. Esa no es una condición solo de los paraguayos.

–Lo de dictadores lo llevamos adentro. Mire el caso de Venezuela...

–Pero Venezuela es un caso clarísimo de pisoteo de la libertad de expresión, de opinión, de acción. Ese ejemplo no hay que seguir.

–¿Por qué se dice que la democracia representativa está en crisis y por eso surgen estos gobiernos populistas autoritarios?

–Porque en el mundo faltan liderazgos. Se dice que hay demasiados intereses y que palabras como honor, servicio, dignidad, patria, son palabras, conceptos considerados por mucha gente como caducos, que están pasados de moda. Deberíamos volver a un rearme moral de nuestras instituciones y de nuestras personas.

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