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Todos recuerdan las palabras del expresidente Fernando Lugo prometiendo que desde su asunción a la primera magistratura comenzaba en el Paraguay el fin de la mala fama por corrupción.
Se suponía que, a pesar de no haber concluido su mandato, debería existir un principio de saneamiento en la administración pública y de impartir justicia para terminar con la impunidad.
Sin embargo, ni siquiera hubo el tal comienzo del final anunciado, porque los actos de corrupción continúan campantes.
los violentos no nos marcarán la agenda
La otra promesa reciente es la del actual presidente Cartes anunciada también en el momento de su asunción al cargo.
No serán los violentos quienes nos impongan la hoja de ruta en nuestro gobierno, dijo Cartes en directa alusión a las acciones violentas del EPP en la zona norte del país.
Se refería también así a la ola de delincuencia que azotaba y sigue azotando al país, tanto en las zonas urbanas como rurales.
Pero los violentos siguen marcando la hoja de ruta no solo del gobierno sino también de las fuerzas vivas que se ven obligadas a reforzar su presupuesto de seguridad para continuar trabajando, o directamente dejan de hacerlo por el riesgo de perder sus vidas y bienes, o por negarse a pagar el “impuesto” de los delincuentes.
Impunidad
El tema de la impunidad figura en el discurso de todos los expresidentes y del actual como si tuvieran realmente la voluntad de acabar con ella.
Prometen pero hacen todo lo contrario tratando de controlar el ministerio Público, la Contraloría y la justicia ordinaria.
Para más, ni siquiera se esfuerzan en presentar una rendición de cuenta de sus gestiones y de las cuestiones que no pudieron afrontar. ¿Hasta cuándo la ciudadanía dará cheque en blanco a esta clase de políticos?