Ladridos y movimiento de vehículo precedieron a explosión

Ladridos de un perro y la luz de un vehículo estacionado precedieron la fuerte explosión que costó la vida del capitán de Ingeniería Enrique Piñánez y del suboficial José González.

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Así declaró Domingo Quevedo, vecino de Cuero Fresco, Horqueta. Ocurrió en la noche del 18 de noviembre pasado.

Quevedo declaró ante la fiscalía, tras la publicación de nuestro diario, que cuestionaba que él nunca haya citado a dar testimonio, pese a que es un vecino del lugar donde ocurrió el hecho. Fue el Gral (SR) Herminio Piñánez, padre de Enrique Piñánez, quien encontró a Quevedo y pudo escuchar su testimonio de lo que percibió esa fatídica noche. A su vez Piñánez contó a ABC lo que dijo Quevedo.

El fiscal Joel Cazal había justificado a medios radiales que no tenía conocimiento de vecinos que fueron testigos, porque en la zona donde ocurrió el hecho era desolada. Pero luego a nuestro diario indicó que no citó a ningún vecino de la zona, porque todos habían manifestado a los investigadores, durante las pesquisas preliminares que no vieron nada.

Lo concreto es que el fiscal Cazal citó a Quevedo, quien relató lo que percibió esa noche. “En la fecha del hecho, siendo las 20:00 escuché que mis dos perros estaban ladrando, entonces salí a mirar si alguien llegó a mi casa, ya que los perros parecían que atropellaban a alguien, parecían estar enojados”, indicó Quevedo al inicio de la declaración.

Siguió diciendo: “Entonces salí a mirar y vi hacia la ruta luz de vehículo encendido, no vi si estaba estacionado o en movimiento porque entré enseguida ya que pensé que algún transeúnte se quedaba a orinar, situación que generalmente ocurre, a veces se quedan a tomar cerveza, ya que el lugar es limpio y no me pareció nada raro”.

Luego se refirió al trágico momento: “No pude diferenciar bien si era motocicleta, auto, camioneta, o qué tipo de vehículo, el área es muy oscura, volví a entrar a la pieza a ver el noticiero y enseguida escuché un fuerte ruido, una explosión y pensé que era explosión de cubiertas, pero como era muy fuerte dudé que fuera de cubierta”.

Seguidamente se percató de que era algo más grave: “Como era muy fuerte (la explosión) dudé que fuera de cubierta, la explosión echó algunos objetos colgados en la pared, entonces esperé un rato para salir a mirar, cuando salí no había nada en el lugar, todo oscuro, esa luz que vi cuando salí la primera vez ya no estaba, volví a entrar en mi pieza a ver la tele y escuché unos ruidos, movimientos de vehículos salí del portón a mirar y vi mucha gente, hombres vestidos de militares y estaban ahí hablando, yendo y viniendo , no pude escuchar de qué hablaban”.

Agregó: “Hasta ese momento no sabía lo que aún estaba pasando, volví a entrar a la pieza y enseguida ya vi en la tele a Óscar Acosta, quien dijo que habían dos militares muertos y dos heridos, luego volví a salir a mirar, volví a entrar y así estuve dos horas más o menos hasta las 02:00 horas de la mañana, hora en que ya me quedé a dormir... Es todo lo que puedo relatar”.

El Gral (SR). Herminio Piñánez fue el que abrió el debate sobre lo ocurrido aquella noche, al cuestionar la investigación oficial sobre lo ocurrido en Cuero Fresco, departamento de Concepción.

A la vez puso en duda el accionar de autoridades de la Fuerza de Tarea Conjunta, lo que también debería ser objeto de investigación.

Una cuestión llamativa es que, pese a la intensidad de la explosión, otras dos personas que estaban con las víctimas no corrieron con la misma suerte.

Los dos son agentes de la Secretaría Nacional Antidrogas. Uno de ellos es Juan Manuel Jara, quien sufrió una pérdida total del tímpano izquierdo y el 40% del derecho.

El otro es un agente encubierto de la Senad, cuyo nombre no se reveló, que solo sufrió heridas leves.

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