La trágica jornada final

El 1° de marzo de 1870 terminó todo. Terminaron cinco años de tragedia sin fin. Un lustro de sufrimiento de cuatro pueblos americanos y en especial del Paraguay. Cinco años de hambre y de muertes y el inicio de un largo camino a la restauración nacional.

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El coronel Francisco Lino Cabriza y unos cuantos soldados cavaron la tumba del presidente asesinado, quien derramó su sangre tiñendo de rojo las aguas del Aquidabanigui.

Con su patria murió el mariscal Francisco Solano López Carrillo. Por su patria vivieron miles de paraguayos empeñados en la tarea de reconstruirla luego de cinco años de destrucción material y demográfica.

Además de López, murieron en aquella trágica jornada, el vicepresidente Domingo Sánchez, cobardemente asesinado por el capitán Asambuja, a tiros y lanceado. Su cadáver desnudo quedó insepulto, devorado por las llamas que terminaron con el campamento paraguayo en Cerro Corá.

También fueron asesinados degollados el coronel Aguiar, el capellán Candia, el ministro Caminos, el general Roa, asesinado con ensañamiento, al igual que muchos otros, además de varias mujeres violadas por la soldadesca brasileña y heridas fueron abandonadas al fuego del incendio que arrasó con los pajonales circundantes.

Aquel caluroso y húmedo día 1° de marzo de 1870, luego de 15 minutos de lucha, el mariscal López junto con muchos de sus hombres, fueron cobardemente asesinados.

El inerte cuerpo del presidente sirvió de pista de baile de la soldadesca. Un alférez llamado Génesis Goncalves Fraga cortó la oreja del cadáver para llevarlo como recuerdo, otros cortaron dedos, manos, un pedazo de cuero cabelludo, dientes, cortados a golpes de culata de fusil; además del saqueo de carretas y tiendas, depósitos de comidas y ropas, joyas, destruían papeles para finalmente prender fuego que calcinaron a muertos y heridos.

Además del mariscal y mucha gente pueblo, también sucumbieron en Cerro Cora otros principales jefes, como los coroneles Juan Francisco López, primogénito del mariscal; Juan de la Cruz Ávalos, Dionisio Lirio y Bernardino Denis; los teniente coroneles Vicente Ignacio Ortúzar y Rufino Ocampo; los mayores Gaspar Estigarribia, Rufino Franco, Manuel Zárate, José María Gauto, Ascencio López, Juan Escurra, Zacarías Cardozo, Matías Flecha, Ramón Insfrán y Ángel Céspedes; los capitanes Simeón Vargas, Francisco Argüello, Juan Balmaceda, Antonio Ramírez, Santiago Ávalos, Benito Ocampos, Ignacio Gauto y Pascual Aranda; los tenientes Pablo Pires, Agustín Estigarribia, Cosme Benítez, Agustín Robles, Gregorio Lobera; los subtenientes y alféreces Chamorro, De la Cruz González, Augusto Serrato, Ángel Mongelós y José Ortigoza. También los sacerdotes Francisco Solano Espinoza, Manuel Antonio Adorno, José Ramón González y José del Rosario Medina.

De esa manera terminaron cinco años de tragedia que enlutó al país a lo largo de siglos. Así también, aquel 1° de marzo es el gozne entre dos patrias diferentes. Comenzaba un largo periodo de transformaciones. Fue un periodo de parto de una nueva sociedad que buscaba superar los trances vividos y sufridos en busca de su recuperación social.

surucua@abc.com.py

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